Victoire Ingabire Umuhoza, presidenta del partido de oposición DALFA-UMURINZI, considera que aunque la intención de Ruanda de contribuir a una solución humanitaria mundial sea loable, su gobierno debería, en primer lugar, encontrara soluciones a los problemas políticos, económicos y sociales internos que empujan a los ruandeses a buscar refugio en otros países.
El gobierno británico y el gobierno ruandés han firmado un acuerdo con el fin de recolocar a los demandantes de asilo en el Reino Unido en Ruanda, para examinar sus dossiers y decidir sobre sus solicitudes. Este pacto o partenariado ha sido muy criticado y calificado como inhumano y contrario a la ética. El ACNUR se ha opuesto a él igualmente por considerarlo contrario al espíritu de la Convención sobre los refugiados.
Aquí, en Ruanda, nos hemos enterado de la existencia de este acuerdo/pacto el día mismo de su firma. El tema no ha sido debatido en ningún momento en el parlamento ruandés y, menos todavía, se ha filtrado en los medios locales antes de su anuncio.
Según el comunicado de prensa oficial del gobierno, el acuerdo releja el compromiso de Ruanda de proteger a las personas vulnerables en el mundo. Se afirma que en la recolocación de los migrantes en Ruanda, su dignidad y sus derechos serán respetados y que se beneficiarán de numerosas oportunidades, incluidas el desarrollo personal y el empleo, en un país que “ha quedado clasificado entre los más seguros del mundo”.
Un importante número de compatriotas ruandeses, entre ellos yo misma, han sido refugiados y comprenden por lo tanto los retos a los que se enfrentan los demandantes de asilo, así como la necesidad de ayudarlos para que reconstruyan sus vidas. Por eso, estoy plenamente convencida de que la conciencia moral del pueblo ruandés jamás le permitiría rechazar la idea de acoger a refugiados en Ruanda. Sin embargo, la decisión del gobierno ruandés de recolocar a los migrantes en Ruanda plantea ciertos interrogantes.
El gobierno avanza que la recolocación de los migrantes en Ruanda resolverá la desigualdad de oportunidades que lleva a los migrantes económicos a abandonar su hogar. No se adivina cómo eso funcionará, dado que Ruanda es ya el país más “desigualitario” del África del este. Y si efectivamente es considerado como uno de los países más seguros, no obstante ha sido clasificado entre los cinco últimos en el mundo en el índice mundial de felicidad 2022, publicado recientemente. ¿Cómo los migrantes, que quizás han sufrido un traumatismo psicológico, podrán salir airosos en semejante entorno y en un país que sigue en proceso de reconstrucción?
¿Qué oportunidades puede ofrecer Ruanda a los migrantes? Entre 2018, año en el que el índice fue publicado por primera vez, y 2020, la clasificación de Ruanda en el índice de capital humano (HCI) ha sido constantemente baja. El HCI, publicado por el Banco Mundial, mide a los países que mejor movilizan el potencial económico y profesional de sus ciudadanos. El resultado de Ruanda es inferior a la media de África subsahariana y ello es debido en parte a que el gobierno había tenido problemas para atraer inversiones privadas que crearan un nivel de empleos significativo antes de la pandemia. El paro, particularmente entre los jóvenes, se ha agravado entre tanto en Ruanda.
“Se afirma igualmente que Ruanda aspira a convertirse en un país de renta intermedia/superior de aquí a 2035 y de renta elevada de aquí a 2050”
A pesar de las alabanzas recibidas en el ámbito internacional por su desarrollo, la economía de Ruanda nunca ha sido promovida por un sector privado o comercial dinámico; la economía ha dependido de la ayuda. La deuda ha alcanzado el 73 % del PIB en 2021, sin que se hayan desarrollado los sectores claves necesarios para realizar y garantizar una verdadera transformación social y económica para el conjunto de la población. Además del desarrollo del capital humano, se trata, igualmente, del desarrollo del capital social, concretamente la confianza mutua entre los ciudadanos, teniendo en cuenta el desdichado pasado histórico del país, el establecimiento de buenas relaciones con los países vecinos, el respeto de los derechos humanos y la garantía de la responsabilidad de los agentes públicos.
Es importante subrayar que ya en el 2000 el país lanzó un programa de desarrollo con el objetivo de transformarlo en un país con una renta intermedia en 2020. Este plan, que recibió el apoyo financiero de diversos socios, entre ellos el Reino Unido (que contribuyó con mil millones de libras), no produjo los resultados esperados. Hoy el país sigue en el rincón y en la categoría de los estados de rentas débiles-pobres. Su condición estructural de pequeño país enclavado con pocos recursos naturales es citada a menudo como un obstáculo para el desarrollo. No obstante, esta realidad es exacerbada por la gobernanza actual que limita el espacio político por la falta de separación de poderes, por la limitación de la libertad de expresión, por la represión de cualquier crítica al gobierno; todo ello dificulta todavía más que Ruanda alcance los objetivos del desarrollo.
Todo cuanto precede hace que Ruanda genere también refugiados. Se trata de ruandeses que han pedido asilo político y económico en otros países. Solamente el Reino Unido ha acogido a 250 ruandeses el año pasado. Hay otros en todo el mundo; la mayoría han encontrado refugio en diferentes países de África, incluso en países vecinos de Ruanda. La presencia de estos refugiados ha sido fuente de tensiones en la región, porque Ruanda acusa a los países vecinos de apoyar a los ruandeses que quieren derribar el gobierno por la fuerza. Sí, efectivamente, algunos ruandeses se han integrado en la lucha armada; algo que, si no se resuelve, amenaza la seguridad a largo plazo en Ruanda y en la región de los Grandes Lagos. La guía de viaje del gobierno británico ha advertido constantemente a quienes visitan Ruanda sobre la situación de inseguridad cerca de la frontera ruandesa con la RD Congo y Burundi.
Si bien la intención de Ruanda de ayudar a remediar el desequilibrio mundial con relación a las oportunidades que alimenta la emigración ilegal es loable, la caridad comienza por uno mismo. El gobierno ruandés debería concentrarse en la puesta en práctica de los valores del buen gobierno, como la democracia, el estado de derecho, la libertad de expresión, los derechos políticos y civiles, por solo nombrar algunos. Ello permitiría a Ruanda hacer frente a sus desafíos sociales, económicos y políticos internos; crearía un entorno propicio para el desarrollo económicos a largo plazo y para una paz duradera; todo ello impediría no solo que Ruanda produjera refugiados, sino que, en el futuro, haría que el país fuera capaz de integrar económica y socialmente a los refugiados provenientes de países menos afortunados.
Victoire Ingabire Umuhoza
Fuente: The Rwandan – Imagen: Victoire Ingabire Umuhoza campaign
[CIDAF-UCM]
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