Las recomendaciones que da la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la alimentación de niños menores de dos años son éstas (1):
a) Inicio inmediato de la lactancia materna en la primera hora de vida.
b) Lactancia exclusivamente materna durante los primeros seis meses. Durante este período no se debe dar al bebé ni siquiera agua, ya que ésta puede no estar limpia provocándole infecciones y diarreas. La leche materna aporta al bebé toda el agua que necesita, un agua que, además, es segura. Si la madre siente que su bebé tiene sed, simplemente tiene que darle el pecho (2)
c) Introducción de alimentos complementarios seguros y nutricionalmente adecuados a partir de los seis meses, a la vez que se mantiene la lactancia materna hasta los dos años o más. Se debería hacer hincapié en el uso de alimentos idóneos, ricos en nutrientes, preparados en el hogar y disponibles a nivel local que se preparen y administren de forma inocua.
Dice también la OMS que “la leche materna es el alimento ideal para los lactantes. Es segura y limpia y contiene anticuerpos que protegen de muchas enfermedades propias de la infancia. Suministra toda la energía y nutrientes que una criatura necesita durante los primeros seis meses de vida, y continúa aportando hasta la mitad o más de las necesidades nutricionales de un niño durante la segunda mitad del primer año, y hasta un tercio durante el segundo año. Las mujeres que amamantan también presentan un menor riesgo de padecer cáncer de mama y de ovario.”(3)
La mortalidad infantil neonatal (durante los primeros 28 días de vida), que en 1980 era de 5 millones de niños, se ha conseguido reducir hasta 2,4 millones en 2019, de los cuales un millón fallecen antes de las 24 horas, ochocientos mil desde el segundo al séptimo día, y otros 600.000 durante el resto del primer mes (4). Las principales causas de muerte en este período son los partos prematuros, las complicaciones en el parto, las infecciones y los defectos congénitos. Pasado el primer mes y hasta los cinco años, las principales causas de muerte son la neumonía, la diarrea, los defectos congénitos y la malaria. La desnutrición es el telón de fondo que acentúa todas estas causas, hasta el punto de que un 45 % de las muertes de niños se asocia a ella. De cada tres niños, sólo uno es alimentado correctamente durante los primeros seis meses, es decir, exclusivamente con leche materna, ratio que no ha evolucionado en los últimos 20 años. La OMS dice claramente que si la alimentación de los niños de 0 a 24 meses fuese la adecuada, se podría salvar todos los años la vida de 840.000 niños (5).
El uso de productos lácteos en contextos de pobreza sustituyendo a la leche materna plantea muchos problemas, ya que no usar las dosis adecuadas o prepararlos con aguas contaminadas produce efectos desastrosos en la salud del niño. Carecen, además, de las cualidades protectoras de la leche materna, pueden estropearse y son caros. Por otra parte, los biberones y las tetinas son focos de infecciones, estando ambos utensilios totalmente desaconsejados (6).
La gravedad de la situación es tal que, en entornos de pobreza, la OMS recomienda encarecidamente mantener la lactancia materna por ser la mejor opción para el bebé, incluso aunque la madre padezca VIH (7) y no esté recibiendo tratamiento antirretroviral (8). Lo mismo puede decirse respecto al COVID-19 añadiendo, además, que no hay ninguna prueba de que éste se transmita a través de la leche materna (9).
El negocio de los sucedáneos de la leche materna alcanza los 55.000 millones de dólares anuales (10). Las multinacionales lácteas hacen campañas de promoción de estos productos introduciéndolos cada vez más en los hogares de los países pobres en detrimento de la lactancia materna y, por tanto, generando importantes riesgos para la salud de los niños. Las prácticas de comercialización trascienden cada vez más los lugares y técnicas habituales. Las redes sociales y los sitios web relacionados con el embarazo y la maternidad, que son cada vez más numerosos y populares, suelen ser nuevos puntos no regulados que los fabricantes y distribuidores aprovechan para comercializar sus productos. Se trata de cauces a través de los cuales la promoción no parece propaganda (11).
El problema es conocido desde hace tiempo (12). En 1939, lo denunció la doctora Cicely Williams. En 1974 la ONG inglesa “War on want” (“Guerra a la pobreza”) encargó al periodista Mike Muller una investigación fruto de la cual fue la publicación del libro “The baby killer” (“El asesino de bebés”). Luego vinieron los juicios contra activistas suizos y el boicot a la Nestlé.
En 1981, la OMS y el UNICEF, en la 34ª Asamblea Mundial de la Salud, aprobaron el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna, que según dice la propia OMS, “se desarrolló debido a los informes de casos de malnutrición grave y muerte de lactantes y niños de corta edad como consecuencia del consumo de preparaciones para lactantes contaminadas o diluidas” (13).
Actualizado varias veces, el código invita a eliminar toda forma de promoción de los sucedáneos de la leche materna, así como de biberones y tetinas, y propone a los gobiernos una legislación apropiada para conseguirlo (6). Paralelamente se ha puesto en marcha la red NETCODE (14) cuyo objetivo es vigilar el cumplimiento del código y observar cómo evoluciona la legislación de cada país en este ámbito. Todos los años pares, la OMS informa sobre el estado de la cuestión. El último de estos informes se publicó el pasado día 28 de abril de 2022 con el título “Alcance e impacto de las estrategias de marketing digital para la promoción de sucedáneos de la leche materna”. En el comunicado de prensa con el que se presentó, la OMS dice: “Este informe muestra cómo los padres, y sobre todo las madres, son perseguidos en línea de manera insidiosa y persistente. Las empresas de preparados para lactantes pagan a las plataformas de redes sociales y a personas influyentes en el ámbito de esas redes para poder acceder de manera directa a las mujeres embarazadas y las madres en algunos de los momentos de mayor vulnerabilidad de sus vidas. La industria mundial de los preparados para lactantes, valorada en alrededor de 55000 millones de dólares, se dirige a las nuevas madres a través de las redes sociales con un contenido personalizado que a menudo no se identifica como publicidad” (15).
Cuarenta años después de la promulgación del código, aún tiene la OMS que estar clamando contra las prácticas de las multinacionales lácteas. Ésto es un buen ejemplo de cómo la gobernanza multilateral del mundo emanada de Naciones Unidas está en declive, lo que, al menos hasta ahora, viene siendo una de las claves del siglo XXI.
José Antonio Barra Martínez
Notas:
(1) WHO. Health Topics. Breatsfeeding. Fact sheets. Alimentación del lactante y del niño pequeño.
(3) WHO. Health Topics. Breatsfeeding. Lactancia materna. Overview.
(5) WHO. Health Topics. Breatsfeeding. Fact sheets. Alimentación del lactante y del niño pequeño.
(8) The duration of breastfeeding and support from health services to improve feeding practices among mothers living with HIV. 2016. Página 7. y aquí
(9) Preguntas y respuestas sobre la COVID-19 y la lactancia materna.
7 de mayo de 2020.
(12) Las multinacionales y la tragedia de la leche infantil. Laura Villadiego.
(13) Conjunto de instrumentos de NETCODE. Seguimiento de la comercialización de sucedáneos de la leche materna: protocolo para sistemas de seguimiento permanente. Página 2. y aquí.
(14) NETCODE
[CIDAF-UCM]
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