Una comunicación telefónica del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, según la Casa Blanca, habría señalado los esfuerzos de Haftar en la lucha contra el terrorismo en Libia. La llamada tuvo lugar horas después de que Estados Unidos interrumpiese, junto con Rusia, una resolución redactada por el Reino Unido en el Consejo de Seguridad para condenar el ataque de Haftar y pedir un alto el fuego inmediato, así como la retirada de sus fuerzas a las posiciones iniciales. Estados Unidos, por medio de su secretario de Estado, Mike Pompeo, ha advertido a Haftar que cese su operación en Trípoli, pidiendo un alto el fuego y la retirada de sus tropas al status quo.

Las fuerzas de Haftar por su parte, además de hacer uso de bombardeos indiscriminados y ataques aéreos en diferentes lugares de la ciudad, hicieron caso omiso de las peticiones del secretario de estado. La simple llamada telefónica fue más que suficiente para que Haftar diera órdenes a sus fuerzas de atacar varias áreas residenciales en Trípoli, incluido Abu Salim, y dejar varios muertos y heridos entre los civiles. La democracia en el caso de Libia, parece que se está aliando con un militar que intenta tomar el poder mediante la guerra y la destrucción en nombre de la lucha contra el terrorismo.

Esta fluctuación de la política de los Estados Unidos podría estar bien vista desde fuera, donde las únicas consecuencias son las diferencias de opinión, pero en Libia, esta variación ha ayudado a envalentonar a Haftar y sus aliados, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Egipto, a librar una guerra total que podría durar meses y provocar miles de víctimas.

Abdulkader Assad

Fuente: libyaobserver

[Edición y traducción, J. Martín]

[Fundación Sur]

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