Aunque el panorama de los cómics en el continente africano ha sido una realidad desde principios del siglo pasado, no ha sido hasta hace poco cuando se ha terminado de emancipar de los códigos y opresiones del mundo editorial. Este desarrollo en África subsahariana es la temática de una nueva exposición titulada Kubuni, que ha abierto recientemente sus puertas al el sur de Francia. Hay que recordar que se habían programado en el país, para 2020 y 2021, dos eventos culturales africanos —Africa 2020 y BD 20-21, Year of the Comic Strip—, antes de que el virus frustrara los planes de las instituciones culturales.
La clausura de museos ha llevado a la modificación de muchas programaciones, por esto la exhibición Kubuni, les Bandes Dessinées d’Afrique abre por fin sus puertas en la Cité Internationale de la Bande Dessinée et de l’Image en Angulema, Nueva Aquitania, hasta el 26 de septiembre. En un punto de encuentro entre dos grandes proyectos apoyados por el gobierno francés, Kubuni ofrece una inmersión didáctica en el copioso mundo del cómic en África subsahariana. Joëlle Épée Mandengue (alias ‘Elyon’), comisario de la exposición y creador de la serie La Vie d’Ebène Duta explicó algunos de los descubrimientos que se han logrado gracias a este proyecto:
«Desde que empezamos a trabajar en este proyecto en 2018, hemos descubierto cada día a un nuevo artista en internet».
Para el lanzamiento de Kubuni («creación imaginaria» en suajili) ha sido necesario seguir un restrictivo proceso de selección, no incluyendo las obras procedentes de África del norte, que ya reciben una atención mediática significativa.
Pioneros del cómic
Los comisarios —Mandengue and Jean-Philippe Martin— optaron por una aproximación cronológica, destacando los inicios del cómic en África, su desarrollo contemporáneo y su futuro. La primera parte de la exhibición presenta las fundaciones sólidas de los cómics africanos, realizando un homenaje a sus pioneros. Aunque las imágenes narrativas en el continente son anteriores al siglo XX, los comisarios apuntan hacia los trabajos del pionero camerunés Ibrahim Njoya (nacido en torno a 1890), que se inspiró en la tradición y en la historia de realeza Bamum trabajando con el alfabeto Shümom, desarrollado durante aquella época.
Su adaptación del cuento “El Bazo y las Cuatro Ratas” es considerado por el historiador Christophe Cassiau-Haurie como la primera historieta camerunesa. Un poco antes, alrededor de 1915-16, la Livingstonia Mission Press publicó algunos números en una revista de humor en Malaui, Karonga Kronikal, para entretener a las tropas británicas.
En la encrucijada de las influencias
Desde el principio, los comics africanos han estado en la encrucijada de las influencias entre las tradiciones africanas y el dominio occidental. Los comisarios dejaron esto claro al presentar, en la sala de los pioneros, el trabajo del artista congoleño Barly Baruti (nacido en 1959), del nigeriano Tayo Fatunla (nacido en 1961 en Inglaterra) y del francés Bernard Dufossé (1936-2016). A partir de 1972, este trio internacional colaboró en las revistas Kouakou y Calao, creadas por Pierre Rostini para los países francófonos del continente africano.
Para Gaspard Njock (nacido en 1985, en Duala), autor de Maria Callas, l’Enfance d’une Diva (2020), los cómics occidentales han contribuido enormemente a la emergencia de la mayor parte de los dibujantes africanos.
«Cuando era niño, leía a los mismos autores que los niños franceses, tenía los mismos sueños. Ni siquiera conocía autores africanos, sus libros no estaban disponibles en los centros culturales franceses».
En una declaración de intenciones, los comisarios abordaron el complejo tema de la colonización y su impacto en los cómics africanos.
«La colonización, que impuso una forma de opresión cultural en los países dominados, explica verdaderamente la influencia estética de los cómics en algunas regiones del continente, y las similitudes entre los cómics entre un país y otro.
Los países bajo dominación francesa o belga estaban a menudo inspirados en cómics como Tintín, las historietas que se podían leer en la revista Pif Gadget o aquellas ofrecidas en pequeños formatos. Las regiones anglófonas se inspiraron en la influencia angloamericana, particularmente del género de los superhéroes. Además de estos modelos externos, también existía influencia del manga, que respondía a la globalización de la cultura popular japonesa».
Sería un error pensar que los jóvenes artistas africanos adoptaron estos modelos sin tratar de expresar su propia individualidad. La segunda parte de la exhibición, que presenta la diversidad de los trabajos de Annick Kamgang (Lucha, 2018), Didier Kassaï (Tempête sur Bangui, 2015), Koffi Roger N’Guessan (Les Fins Limiers, 2016) y Loyiso Mkize (la serie Kwezi), confirma que todos los artistas africanos emplean todas las técnicas, tratándolas con su propio estilo. Su libertad en los dibujos parece incluso más grande que en otros campos culturales o mediáticos.
Fuente: The Africa Report
[Traducción y edición, Omar Benaamari Hedioued]
[Fundación Sur]
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