Muhoozi Kainerugaba, hijo del presidente Museveni, y jefe del ejército de Uganda, no aclara, según el “Daily Monitor”, si el último despliegue militar fue en respuesta a una solicitud del gobierno de Kiir o cuánto tiempo permanecerían las tropas en Sudán del Sur.
El jefe militar de Uganda informó el martes que su país había desplegado fuerzas especiales en Juba, la capital de Sudán del Sur, para «asegurarla», mientras las tensiones entre el presidente Salva Kiir y su primer vicepresidente Riek Machar avivan los temores de un regreso a la guerra civil.
Las tensiones han aumentado en los últimos días en Sudán del Sur, después de que el gobierno de Kiir detuviera a dos ministros y varios altos funcionarios militares aliados con Machar.
Se considera que los arrestos en Juba y los enfrentamientos mortales en torno a la ciudad norteña de Nasir ponen en peligro un acuerdo de paz de 2018 que puso fin a una guerra civil de cinco años entre las fuerzas leales a Kiir y a Machar que costó casi 400.000 vidas. Conviene recordar que Sudán del Sur es uno de los grandes productores de petróleo.
El gobierno ugandés ha reafirmado su compromiso con el presidente de Sudán del Sur: «Nosotros, las UPDF (ejército ugandés), solo reconocemos a un presidente de Sudán del Sur, Su Excelencia Salva Kiir, y cualquier movimiento en su contra es una declaración de guerra contra Uganda«, declaró Muhoozi en otra publicación.
Después de que estallara la guerra civil en Sudán del Sur en 2013, Uganda desplegó sus tropas en Juba para reforzar las fuerzas de Kiir contra Machar. Finalmente se retiraron en 2015. Uganda teme que una nueva guerra civil en su vecino del norte pueda enviar oleadas de refugiados a través de la frontera y potencialmente crear inestabilidad. Recordemos que Uganda ya sostiene varios campos de desplazados Sudáneses, albergando unos dos millones de refugiados.
La solución de estas crisis, tanto las regionales como las internacionales, como vemos en la región de los Grandes Lagos, Sudán, Sudán, Etiopía, Oriente Medio, Ucrania-Rusia, China-Taiwán, etc., no tiene una fácil solución, debido a tres razones básicas: la primera es la complejidad de sus elementos: económico (minerales, petróleo), político, étnico, cultural, religioso, etc. La segunda causa consiste en las gobernanzas sin valores ni ética, que no buscan el bien común sino su propio beneficio y poder. Por último, esta situación es debida a una sociedad pasiva y cómplice que no llega a comprometerse en la lucha por un mundo más justo y humano.
Si la causa principal y última de esta situación radica en los pueblos de cada sociedad, también la solución reside en las manos y conciencia de cada sociedad y país. Una auténtica regeneración de la gobernanza, de la gestión de los recursos y de la pasividad social es posible, pero solo se implementará si los pueblos lo quieren y están dispuestos para afrontar el esfuerzo y el compromiso.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM