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Inicio > REVISTA > Opinión > ![]() ![]() Bustince Sola, Lázaro Nacido en Izco (Navarra), en 1942, estudió filosofía en Pamplona (1961-1964). Hizo el noviciado en Gap – Grenoble (1964-1965), con los Misioneros de África (Padres Blancos). Estudió Teología en el instituto M.I.L. de Londres, (1965-1969), siendo ordenado sacerdote en Logroño, en los Padres Blancos en 1969. Comenzó su actividad misionera en África en 1969, siendo enviado a la diócesis de Hoima en Uganda, donde estuvo trabajando en la educación, desarrollo y formación de líderes durante nueve años. Luego vivió un periodo de trece años en diversas ciudades europeas, trabajando en la educación y capacitación de los jóvenes (Barcelona 1979-1983)) , en Irlanda como responsable de la formación de los candidatos polacos (1983-1985), y en Polonia donde fue Rector del Primer Ciclo de Filosofía Polaco (1985-1991), y se doctoró en Teología espiritual en Lublin, donde fue nombrado profesor de la misma Universidad Católica de Lublin (KUL), de dicha ciudad, en 1991. Regresó a Uganda en 1992, y fue elegido Provincial de los padres Blancos de Uganda hasta 1999. Durante este periodo, fue también presidente de la Asociación de Religiosas-os en Uganda (ARU), y pionero en la construcción del Centro Nacional de Formación Continua (USFC). Además inició la Comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC) en 1994, trabajando en la formación de líderes en JPIC. En 2000 y 2004 cursó estudios sobre educación en Justicia, Paz, y Transformación de Conflictos, en Dublín. Desde su regreso a Uganda, fue pionero en la capacitación de agentes sociales en JPIC, y en el establecimiento del primer Consorcio de Educación Ética (JPIIJPC), lanzado por seis Congregaciones Misioneras, en 2006. Desde el inicio, y hasta junio 2011, ostentó el cargo de primer Director del Instituto. Al mismo tiempo fue profesor invitado de Ética en la Universidad de los Mártires de Uganda (UMU). En septiembre de 2011 fue nombrado director general de África Fundación Sur (AFS), organismo que dejó de existir en 2021. En la actualidad sigue trabajando por África al 100 % siendo, entre otras ocupaciones, editorialista en el CIDAF-UCM. Pederastia en la familia, amistades, instituciones y en la iglesia, a nivel global
08/10/2021 - La Comisión creada por la Conferencia Episcopal gala para analizar los abusos de menores por parte de curas, religiosos y laicos que trabajaban en medios y centros educativos católicos ha publicado su análisis y conclusiones en un informe muy extenso y demoledor. El tema de abusos de menores es muy complejo, amplio, variado y difícil de conocer a fondo por la gravedad, el secretismo, la complicidad y las consecuencias. Entre los datos escalofriantes del Informe, notamos que:
Sauvé denunció la "cruel indiferencia" de la Iglesia católica hacia las víctimas hasta principios de 2000. Por esta razón, la Comisión propone "reconocer la responsabilidad de la Iglesia". "Hay que compensar el perjuicio sufrido por las víctimas, incluso sin ninguna falta identificada y caracterizada por parte de la Iglesia", señaló el responsable del informe.
En los últimos años, gracias a una mayor conciencia social, se ha producido un cambio en cuanto a la atención de las víctimas. “Hasta principios de este siglo constatamos una indiferencia profunda y cruel. No les creían ni les escuchaban. Se consideraba que en menor o mayor grado habían contribuido a lo que les había pasado”, explicó Sauvé. El análisis concluye que “la Iglesia no supo ver, no supo escuchar, no supo captar las señales débiles emitidas por las víctimas” y tampoco hizo nada por “tomar las medidas necesarias” para evitarlo y ayudarles. “La Iglesia puede y debe hacer todo lo que sea necesario para restablecer lo que ha dañado y reconstruir lo que se ha roto”, añadió. “Estos números son abrumadores y no pueden quedar sin consecuencias”, dijo Sauvé. Cree que es necesario que la Iglesia reconozca “la responsabilidad de la institución” en estos abusos “sistémicos”. “Le pasamos hoy el testigo. En ella depositamos nuestras esperanzas y nuestras expectativas”, dijo Sauvé al presentar el informe, que contiene 45 recomendaciones. “La cuestión de la indemnización no es un donativo, sino un deber”. También estima que es necesario que la Iglesia reforme algunas de sus prácticas, como la formación de los sacerdotes, el secreto de confesión. Analizando ahora este tema en África, según informes de la ONU, uno de los porcentajes más altos de abusos indecentes de menores en África, a nivel de toda la sociedad, se da en Ghana, donde llega al 39 % de los niños encuestados. La violencia sexual es una realidad en África y en el mundo, una experiencia recurrente y dolorosa de muchas niñas y mujeres, a lo largo de sus vidas. El tema de este informe comprende las variadas formas de violencia sexual, pero, sobre todo, de la trata de seres humanos con fines de explotación sexual. Esto hay que situarlo en el marco más amplio de otros abusos de menores, particularmente en el continente africano: matrimonios forzados, mutilación genital, trata de niñas y mujeres, trabajos forzados, etc. Todos estos abusos de menores se dan sobre todo en círculos familiares, donde los que tienen autoridad siempre salen impunes. Volviendo al informe sobre los abusos sexuales en la Iglesia gala, no creo que se pueda establecer un vínculo entre pederastia y celibato, ni en Occidente ni en África, pues según mi experiencia de 35 años en Uganda, la inmensa mayoría de los religiosos y religiosas viven su vida célibe con alegría, entusiasmo en su misión y fidelidad a su compromiso. Pienso más bien que hay un lazo muy estrecho entre pederastia y poder, en la sociedad y también en la Iglesia. Este abuso de poder es injusto, demoledor y además impune, olvidando a las víctimas sin hacerles justicia. Tales abusos de poder y sexuales de menores y religiosas son de los crímenes más vergonzosos, porque se traiciona la confianza depositada en líderes religiosos. También he conocido en Uganda casos de acusaciones falsas hacia curas o misioneros para sacarles dinero, venganza y otras razones. Estos son temas y situaciones muy complejas, que no se pueden generalizar y mucho menos banalizar. Lo que siempre exigimos y pediremos es justicia y compensación para las víctimas, que los depredadores asuman su responsabilidad y que la Iglesia y otras instituciones sean testigos fiables y creíbles, de la Verdad y de la Bondad de Dios, revelada en el Evangelio, hacia toda la Humanidad. Lázaro Bustince. M. Afr. [Fundación Sur]
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