Más de una década después de la ola mundial de adquisiciones de tierras a gran escala, estas tienen todavía nefastas consecuencias para quienes dependen de la tierra como base de sus vidas.
Los actos de violencia perpetrados contra los defensores del derecho a la tierra en Uganda y los manifestantes antiminas en Sudáfrica. Vastos palmerales nivelando los bosques de Liberia y de la isla de Santo Tomé. Los desechos industriales de las plantaciones de caña de azúcar que contaminan el medio ambiente y dañan los medios de vida de los habitantes de Nigeria.
Estos son solo algunos titulares del mes pasado. Reportajes de este tipo no han dejado de ser publicados desde que el aumento de precios de alimentos y combustibles en 2007 y 2008 ha llevado a la apropiación privada de tierras y recursos en todo el mundo. África es el continente más afectado por las adquisiciones a gran escala de tierras en términos del número de transacciones realizadas y de la superficie total afectada. Durante las dos últimas décadas, la avalancha mundial sobre las tierras africanas ha sido provocada por preocupaciones causadas por la escasez de recursos, junto con la errónea creencia de que África está repleta de tierras ‘vacías’ o ‘desocupadas’ que sufren lo que el Banco Mundial ha calificado de “rendimientos deficitarios».
Pero es aquí donde radica una paradoja: aunque los inversores en busca de tierras muestran un constante interés por África, el continente alberga también la mayor proporción de lo que algunos observadores han llamado acuerdos de tierras “fallidos» (en el sentido estricto del término, es decir que se han cancelado las negociaciones y los contratos). Según Land Matrix, entre 2000 y 2020, la mitad de los acuerdos transnacionales de tierras agrícolas categorizados como «fallidos» se llevaron a cabo en África subsahariana. Otro estudio señala que los inversores activos en los sectores agrícola, energético, silvicultura y otros en África se ven frecuentemente envueltos en conflictos con las comunidades locales provocando importantes retrasos en la ejecución de sus proyectos.
En un nuevo foro de Revisión de Estudios Africanos titulado «Comprensión de los acuerdos de tierras en el limbo en África«, profundizamos en estas preguntas a través de la revisión de importantes proyectos de tierras en suspenso en Senegal, Tanzania y Zambia.
Apoyándose sobre estudios etnográficos los cuatro artículos del Foro ilustran que incluso cuando los proyectos de tierras son cancelados, bloqueados, reducidos, asumidos por nuevos propietarios, inactivos o especulativos pueden generar dañinas consecuencias que a menudo pasan desapercibidas.
¿Cómo explicar estos imprevistos resultados? ¿Cómo las diferentes partes interesadas — estados anfitriones, inversores nacionales y extranjeros, así como comunidades locales– negocian el incierto futuro de proyectos parcialmente realizados? ¿Quiénes son los ganadores y los perdedores en estos proyectos en espera? Estas cuestiones deben estar al frente de los debates políticos y decisiones sobre la gobernanza de la tierra, el desarrollo rural y las transformaciones agrarias en África. Destacamos aquí tres temas clave del Foro que contienen lecciones más amplias para comprender similares dinámicas en otros países del continente.
La primera lección se refiere a los desafíos que presentan el control y la gobernanza de las tierras. Como lo ilustran los cuatro artículos, incluso cuando los Estados han transferido formalmente tierras a los inversores, estos encuentran regularmente dificultades para tomar efectiva posesión de lo que les ha sido transferido. Tomemos el caso de Zambia. Como muestran nuestros colegas, los inversores en este país han tenido dificultades para controlar el funcionamiento interno de un complejo sistema de tenencia de tierras y reunir cientos de diferentes títulos de propiedad para crear una gran explotación de un solo inquilino, sin éxito.
Generalmente, las tierras que los gobiernos asignan a los inversores, a menudo, ya están ocupadas por usuarios locales, como muestran los casos de estudio del Foro. Por supuesto, algunos inversores han utilizado la fuerza para despojar a la población local de sus tierras, pero esta suele ser una opción impopular para quienes desean preservar su imagen de empresas «responsables».
En la mayoría de países africanos, donde las instituciones estatales gestionan la adquisición de tierras, los inversores tienen un gran interés en establecer y mantener relaciones cordiales con los gobiernos anfitriones, incluso si esto requiere realinear los objetivos de sus proyectos con las prioridades de ellos. El hecho es que los inversores se arriesgan a que el Estado revoque arbitrariamente sus títulos de propiedad, como ha sucedido en muchos países de la región. Esta situación resulta a menudo de la necesidad de que los Estados equilibren los imperativos de la acumulación de capital mediante la extracción de recursos por un lado y, por otro, la preservación de su legitimidad política y estabilidad social en zonas rurales donde se encuentra la mayoría de sus votantes.
La segunda lección a tener en cuenta es que las incertidumbres que rodean los obstaculizados proyectos de tierras revelan la complejidad de los juegos políticos locales y, contribuyen, a veces, a reforzar las existentes desigualdades sociales. El Foro destaca cómo las prolongadas negociaciones pueden permitir que varios grupos, incluidos residentes locales, migrantes sin tierra y élites domésticas ocupen y/o vendan parcelas dentro de las concesiones asignadas, limitando así la capacidad de las empresas para controlar la tierra. Los movimientos locales de resistencia- como las protestas públicas y los juicios- pueden detener temporalmente los proyectos de tierras u obligar a los Estados a revisar los contratos concluidos, como muestran los estudios de casos en Tanzania y Senegal. Pero estas campañas de oposición pueden también profundizar las divisiones sociales al excluir a las mujeres, a ciertos grupos étnicos o religiosos y a aquellos más susceptibles de ser desplazados. Por su parte, los inversores pueden intentar obtener el consentimiento de influyentes actores para evitar retrasos adicionales y contener el descontento popular.
La última lección se refiere a los límites del capital. A pesar de promesas de millones de dólares en inversión y beneficios socioeconómicos, los inversores se lanzan a menudo sin capital propio, especialmente en los proyectos a gran escala que comienzan desde cero. En muchos casos, incluidos los discutidos en nuestro Foro, los inversores enfrentan desafíos para obtener fondos suficientes, sobrevivir a las fluctuaciones en los precios globales de materias primas, administrar los riesgos financieros, cumplir con las expectativas de los accionistas y, en el caso de la agricultura, adaptarse a las limitaciones ecológicas de producción, que ni el dinero ni la tecnología pueden resolver por completo. Muchos inversores carecen de la experiencia necesaria en agricultura tropical. Las adquisiciones de tierras a gran escala en África, anteriormente vistas como una forma «segura» para que los inversores del norte se protejan de la inflación y la escasez de alimentos y energía, apenas han proporcionado soluciones fáciles a las crisis internas del capitalismo.
En resumen, las complejas interacciones entre los modos de gobernanza de la tierra, las dinámicas políticas locales y las contradicciones específicas del capitalismo pueden empujar los proyectos de tierras en direcciones inesperadas. Sin embargo, los proyectos inconclusos pueden limitar significativamente el acceso a la tierra y los medios de vida de las poblaciones, alimentar temores de desposesión e intensificar los conflictos locales.
En algunos casos, estas demoras pueden conducir a procesos de arbitraje internacional entre los Estados e inversores extranjeros, que rara vez sirven a los intereses de las comunidades rurales.
Mientras que continúa la pandemia de la COVID-19, las empresas están ideando nuevas tácticas para expulsar a los agricultores de sus tierras, al tiempo que varios gobiernos aceleran las reformas legislativas para facilitar la adquisición de tierras. Para que el desarrollo agrícola sea verdaderamente sostenible y equitativo, los responsables de la formulación de políticas deben tener en cuenta los costos invisibles que las apropiaciones de tierras en curso o inconclusas imponen a las diversas comunidades rurales involucradas.
Youjin Chung – Marie Gagné
- * Youjin Chung es asistente profesora de sostenibilidad y durabilidad en la Universidad California en Berkeley. @youjinbchung
- * Marie Gagné es investigadora postdoctoral en ciencias políticas en la Universidad de Concordia.
Fuente: Africa is a Country @africasacountry
[CIDAF-UCM]
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