“Pido una reducción de su salario, y la supresión de tantos privilegios y beneficios. Nuestros impuestos no deben servir para hacer a estos líderes millonarios a expensas de la sociedad”. Estas son las palabras escritas en el primer Diario de Noticias de Irlanda, la semana pasada.
Tanto en África como en Europa, y aquí en España, lo primero que hacen la mayoría de los políticos es subirse el sueldo y los privilegios, aumentar el número de funcionarios y ministerios para poder colocar a más familiares y amistades. Por esta razón también aumenta la burocracia ineficaz y estéril.
En Uganda, por ejemplo, el nuevo Ejecutivo cuenta con 31 ministros y 50 viceministros, con un total de diez mujeres entre estos 81 cargos. Hasta 2021, el parlamento ugandés está compuesto por 238 representantes de circunscripciones, 112 representantes distritales femeninas, 10 representantes de las Fuerzas Populares de Defensa de Uganda, 5 representantes juveniles, 5 representantes de personas con discapacidad, 5 representantes de los trabajadores y 13 miembros ex oficio, lo cual da un parlamento de 388 miembros y un ejecutivo de 81 cargos, con sus equipos, para un país empobrecido de 40 millones de habitantes que recibe el 50 % de su presupuesto del exterior.
Esto no solamente es una vergüenza en países muy ricos en recursos, sino sobre todo una gran injusticia y abuso de poder, anteponiendo su propio beneficio personal y partidista, al bienestar de la sociedad y de las personas más necesitadas. En casi todos los países del mundo somos víctimas de un sistema político-económico capitalista que es injusto e inhumano en su propia raíz.
Así ha sido y seguirá siendo, mientras los ciudadanos-as, y especialmente todas las personas empobrecidas y desempleadas, no seamos capaces de unirnos, empoderarnos y trabajar juntos para librarnos de los lideres incompetentes y partidos políticos con ideologías fundamentalistas, y para elegir como nuestros representantes, en los diversos departamentos de la sociedad, a personas profesionales y responsables, independientes de toda ideología política fundamentalista, para que puedan gestionar los recursos y servicios disponibles, basados en principios éticos y valores humanos universales, y así poder potenciar el bien común.
Los partidos, funcionarios y militantes políticos en nuestros países son la carga más pesada y con frecuencia perjudicial que deben soportar y sostener nuestras familias y sociedad. Solo los ciudadanos-as, sobre todo los jóvenes y las mujeres, que son los grupos sociales más perjudicados, pero bien preparados, serán capaces de liberarse de esta esclavitud y opresión impuestas por los partidos políticos actuales, en su mayoría con ideologías fundamentalistas, que solo quieren perpetuarse en el poder y enriquecerse a costa de la ciudadanía.
Es vital para el progreso de una nación el saber encontrar y elegir a líderes íntegros, necesarios, profesionales y responsables, y además independientes de toda ideología radical, que sean capaces de gestionar los diferentes departamentos de una sociedad con justicia, solidaridad, transparencia y, colaborando con todos los grupos y agentes sociales, buscando siempre respetar las dignidad e igualdad de todos y el progreso sostenible para el bien común.
Es urgente liberarse de tantos líderes políticos partidistas, con ideologías fundamentalistas, si no queremos seguir siendo esclavos y sufriendo la mala gestión y el empobrecimiento causado por los abusos y corrupción de estos políticos incompetentes, que dividen y destruyen la sociedad, la economía y la convivencia.
Toda política económica debería estar inspirada y al servicio de la dignidad humana y del bien común. Este objetivo solo puede ser posible si la sociedad de verdad lo quiere. La transformación nunca vendrá de arriba ni de fuera, sino del pueblo motivado y comprometido.
El respeto de la dignidad de las personas y el progreso sostenible del país para el bien común están en nuestras manos.
Lázaro Bustince
[CIDAF-UCM]
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