Colonialismo médico: impactos pandémicos y suministro de vacunas

31/01/2022 | Opinión

En los últimos meses el debate sobre la covid-19 se ha desplazado decisivamente hacia la cuestión de vacunas. La desigualdad en el acceso a las vacunas ha sido verdaderamente asombrosa.[1] Las Naciones ricas prácticamente han exigido que los ciudadanos más jóvenes se vacunen contra una enfermedad de la que muy pocos jóvenes están en riesgo, acumulando así las vacunas e impidiendo el acceso igualitario en los países pobres. Y, sin embargo, lo que también es asombroso es la forma en que el debate sobre la covid-19 se enmarca completamente a través de los ojos médicos de los países ricos.

En un artículo de African Arguments, publicado en abril, señalé que era esencial que la prioridad de vacunación contra la covid-19 no trastornara otros objetivos vitales de salud pública en el continente.[2] Se requiere equilibrio: garantizando que las personas vulnerables y de edad avanzada en África reciban vacunas contra la covid-19 sin obstaculizar otras iniciativas vitales de atención médica.

La importancia de esta perspectiva se ha vuelto cada vez más evidente desde entonces. El informe sobre malaria de la OMS de 2021 sugiere que hubo 47.000 muertes adicionales por malaria en 2020, la gran mayoría niños menores de 5 años.[3] Esto fue causado por una variedad de factores en la cadena de suministro, incluido el desvío de recursos de pruebas rápidas de malaria a pruebas rápidas de covid-19[4], y la escasez de suministros provocada por los confinamientos y la desviación de las compañías farmacéuticas de sus trabajos hacia la covid-19. Más allá de esto, el impacto del limitado enfoque de la covid-19 en otros programas de vacunación infantil ha sido enorme. Un informe de junio de 2020 de Collateral Global encontró que 13 de 15 países africanos con datos disponibles habían visto disminuciones en las tasas de vacunación mensuales: en Etiopía, la disminución promedio en las vacunas regulares fue del orden del 12,5 %, mientras que también hubo caídas significativas en las vacunas contra el sarampión en Senegal, por dar sólo dos ejemplos.[5]

Por lo tanto, es vital tener en cuenta todas las vacunas y programas médicos asociados, y no solo el de la covid-19, cuando se analizan las desigualdades relacionadas con la vacunación. Y, sin embargo, los medios de comunicación occidentales no han logrado ofrecer esta perspectiva, dejando esta tarea a los médicos africanos, quienes han hablado claramente sobre las realidades donde han podido.

Médicos y estudiosos de la historia médica de África se han apresurado a resaltar esta perspectiva. El médico angoleño João Blasques de Oliveira escribió sobre esto en detalle en julio, y señaló que: “Las restricciones añadieron capas de dificultad a los servicios médicos de rutina por una variedad de razones… la evidencia anecdótica de muchos centros de atención médica de atención primaria en Angola describe una fuerte disminución en las consultas externas y de emergencia en toda la región y para diversas condiciones… los servicios preventivos de salud infantil se vieron afectados y la vacunación fue retrasada con frecuencia. Por ejemplo, se cancelaron o retrasaron en todo el país las vacunas contra la poliomielitis y el sarampión y las restricciones de movimiento presentaron barreras para el acceso a los lugares donde se proporcionaban las vacunas de rutina”.[6]

Mientras tanto, en Mozambique, un médico escribió que “La covid-19 no ha sido una crisis de salud importante en comparación con otras enfermedades endémicas… actualmente hay más atención y publicidad en la campaña de vacunación para la covid-19 mientras que se minimiza el enfoque en las campañas de vacunación normal de niños que salva vidas. Esta es una preocupación seria en un país con una alta prevalencia de desnutrición y enfermedades infecciosas en la primera infancia. En Mozambique, la desnutrición es un significativo desencadenante de muertes causadas por enfermedades prevenibles mediante vacunación, y esas campañas de vacunación se han estancado”.[7]

covid_19_coronavirus_cc0-22.jpgPolíticos y figuras de alto nivel han comenzado a hablar claramente sobre los impactos de esta continuada situación. En un artículo del Financial Times del 8 de diciembre Ayoade Alakija, copresidente de la Alianza Africana para la Entrega de Vacunas de la Unión Africana, señaló que “países como Uganda y Mozambique están sufriendo tasas crecientes de pobreza y desigualdad con los avances en desarrollo de los últimos 20 años eliminados por el virus”.[8]

El célebre filósofo Kwame Anthony Appiah escribió en The Guardian el 23 de noviembre sobre los daños de “segundo orden” causados por el coronavirus.[9]

Estas son intervenciones importantes. Y, sin embargo, hay una reticencia a ser tan valiente y audaz como es necesario debido, sin duda, a la cautela de la reacción de liberales occidentales que se sienten confortados por su mito de que toda esta destrucción es «causada por el virus«.[10] Estos no son efectos de «segundo orden» del coronavirus, y los avances en desarrollo no han sido eliminados por «el virus«. En el momento de escribir este artículo (12 de diciembre), los datos muestran que la COVID-19 ha causado la muerte de unas 225.000 personas en el continente africano en casi dos años[11], mientras que aproximadamente 9 millones de personas mueren en África cada año.[12] 172.500 de estas muertes se han producido en solo 6 países: Sudáfrica, Marruecos, Túnez, Libia, Egipto y Argelia. Así, el total de muertes por la covid-19 registradas en el resto del continente es inferior a 55.000.

Muchos afirman que estas cifras son muy subestimadas. El profesor de medicina de la Universidad de Stanford, John Ioannides, ha estimado que representan entre el 30 % y el 80 % de la cifra real, es decir, aproximadamente la mitad del total real.[13] Pero seamos más drásticos y digamos que la cifra real es cuatro veces la registrada, o aproximadamente 200.000 muertes en el resto del continente. ¿Cómo puede ser que este nivel de mortalidad haya tenido todos los efectos destructivos que se señalan?

Tomemos el caso de Nigeria. Se han registrado menos de 3.000 muertes de personas por covid-19 en Nigeria, pero seamos extremadamente cautelosos y digamos que la cifra real es de 20.000. Aproximadamente 1,8 millones de personas mueren anualmente en Nigeria.[14] Este aumento del 1 % en el nivel de mortalidad (incluso con esta cautelosa estimación de la mortalidad por la covid-19) no puede ser responsable de la pérdida del 20 % del empleo formal,[15] el colapso de escolarización que significa que solo 11 de 60 escuelas según una encuesta reciente pudieron mantener a más de la mitad de sus escolares en la educación,[16] o el enorme aumento en el matrimonio infantil.[17] Estos impactos no se derivan del virus, sino de la respuesta al virus tal como es defendida por las instituciones globales, con una fuerte presión ejercida sobre los políticos africanos. La presión por los cierres en entornos africanos es aún más sorprendente ya que fueron examinados en Sierra Leona y Liberia durante la epidemia de Ébola y juzgados que no habían sido efectivos.[18]

Por lo tanto, es importante ser claro. Lo que realmente estamos presenciando es una nueva versión del colonialismo médico, que reproduce patrones muy similares a los históricos destacados el año pasado en un ensayo de African Arguments de Florence Bernault. [19] En este patrón, las necesidades y requerimientos de salud pública del continente africano están subordinados a los de las naciones ricas. Esto se ha vuelto muy obvio en la presión para «vacunar a toda África» en respuesta a la variante Omicron, donde líderes como Tony Blair dicen abiertamente que esta política se basa en el deseo de no tener más variantes que afecten a personas mayores en países ricos.[20] Pero esta no es una decisión africana de salud pública y además, los países africanos se ven obligados a solicitar préstamos del Banco Mundial para financiar algunas de estas vacunas.[21]

Además, no hay lógica en la actual campaña de vacunas. Por un lado, se dice a las poblaciones occidentales que son necesarios refuerzos para protegerlos contra las nuevas variantes; [22] y, sin embargo, por otro lado, se nos dice que toda África debe vacunarse con la primera dosis de vacunas Covid. Por supuesto, para las personas mayores y las personas vulnerables aún puede ofrecer algún tipo de protección, pero para el resto de la población, si las vacunas originales ya no brindan una protección fuerte, es difícil entender la prisa por empujar a todo el sistema médico del continente a entregar vacunas que ya no son consideradas efectivas para el resto del mundo.

Por supuesto, las vacunas de la covid-19 efectivas deberían estar disponibles para las personas mayores y vulnerables que las necesitan en los países africanos. Pero para el resto de la población, como ha demostrado este artículo, existen muchas necesidades más apremiantes. Como escribió el historiador de medicina de Ghana, Samuel Adu-Gyamfi el pasado 6 de diciembre:

Debería depender de los países africanos determinar sus propios objetivos de salud pública, y la covid-19 está lejos de ser el problema de salud pública más grave en África en la actualidad”.[ 23]

A menos que los líderes políticos estén dispuestos a afirmar esta verdad tan audazmente como algunos de los médicos y científicos sociales del continente, las consecuencias de esta catástrofe continuarán.

Toby Green

Fuente: African Arguments


Notas:
[1] https://www.theguardian.com/global-development/2021/dec/10/african-countries-aim-to-step-up-covid-vaccine-delivery-with-1bn-doses-due.
[2] https://africanarguments.org/2021/04/covid-lockdowns-and-vaccines-why-africa-shouldnt-copy-the-west/.
[3] https://cdn.who.int/media/docs/default-source/malaria/world-malaria-reports/978924004049-eng.pdf?sfvrsn=8f4af712_5&download=true.
[4] https://www.youtube.com/watch?v=481kyqtU68o&t=163s.
[5] https://collateralglobal.org/article/cg-original-research-interruptions-in-childhood-vaccination/.
[6] https://collateralglobal.org/article/covid-19-immunisations-and-health-services-systems-the-way-forward/.
[7] https://collateralglobal.org/article/interruption-of-childhood-vaccinations-in-mozambique/.
[8] https://www.ft.com/content/12924b55-679d-4b31-b2d4-596f16dd6f4a.
[9] https://www.theguardian.com/world/2021/nov/23/a-tale-of-two-pandemics-the-true-cost-of-covid-in-the-global-south.
[10] https://unherd.com/2021/11/the-lefts-covid-failure/?1637631673897.
[11] https://www.worldometers.info/coronavirus/#countries.
[12] https://africacheck.org/fact-checks/factsheets/factsheet-africas-leading-causes-death-2016.
[13] https://link.springer.com/article/10.1007/s10654-021-00787-9.
[14]https://www.indexmundi.com/nigeria/death_rate.html#: :text=Death%20rate%3A%208.89%20deaths%2F1%2C000%20population%20(2021%20est.
[15] https://www.reuters.com/world/africa/around-20-nigerian-workers-lost-jobs-due-covid-19-stats-office-2021-09-21/#: :text=Africa-,Around%2020%25%20of%20Nigerian%20workers%20lost%20jobs,to%20COVID%2D19%20%2Dstats%20office&text=ABUJA2C%20Sept%2021%20(Reuters),in%20Africa’s%20most%20populous%20nation.
[16] https://www.globalschoolsforum.org/page/GSF-Ed_Dev_Trust_safeguard_schools.
[17] https://www.unicef.org/nigeria/press-releases/10-million-additional-girls-risk-child-marriage-due-covid-19-unicef.
[18] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/labs/pmc/articles/PMC5394636/.
[19] https://africanarguments.org/2020/06/some-lessons-from-the-history-of-epidemics-in-africa/.
[20] https://www.thetimes.co.uk/article/b06b3980-54fb-11ec-9ca1-1eec44899057.
[21] https://unherd.com/thepost/what-gordon-brown-misses-about-covid-colonialism/.
[22] https://www.theguardian.com/politics/2021/dec/12/uk-booster-jab-rollout-to-increase-to-1m-a-day-to-battle-omicron-tidal-wave.
[23] https://unherd.com/thepost/please-stay-out-of-africa-tony-blair/.

[Traducción, Jesús Esteibarlanda]

[CIDAF-UCM]


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Autor

  • Toby Green

    Profesor de Historia Africana en el King's College de Londres y autor de The Covid Consensus: The New Politics of Global Inequality (Hurst). Es miembro del Consejo Asesor Científico de Collateral Global.

    @toby00green

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