En Africanía os presentamos a la Generación del Despertar Africano de los años 30, la Generación de la Negritud surgida contra el colonialismo, junto al doctor en Literatura Comparada Théophile Obega.
Rafael Sánchez: ¿Cómo te da por estudiar la literatura hispánica siendo de Senegal?
Théophile Obega: Realmente no es tan extraño porque, en Senegal, cuando yo era más joven, había unos dos mil profesores de español, aunque parezca que estamos muy lejos, hay intereses sobre estudiar idiomas y filología de otras culturas. Más o menos después del bachillerato, podría haber estudiado otras carreras de letras, pero elegí lenguas románicas, la especialidad de hispánicas y aquí estoy.
R.S.: Desde el CIDAF-UCM siempre hemos insistido, y a la gente le llama la atención, en la gran presencia de la literatura española y el gran interés que hay por estudiar el castellano en todo África occidental, desde Senegal hasta Camerún o Gabón. Hay una verdadera pasión por el castellano y es una de las segundas lenguas oficiales más estudiadas.
T.O.: Efectivamente por eso para mí no era algo exótico, era algo posible y yo, al final, elegí y me fue bastante bien. Luego tuve una beca y vine aquí a España a profundizar en mis estudios
R.S.: Realizas una tesis doctoral que es aprobada en el 2015, “Las señas de identidad de la generación del 98 español y la generación del despertar africano de los 30”. De la generación del 98 de España no vamos a hablar tanto porque ya se estudia aquí y todo el mundo más o menos sabe algo sobre ella, pero la generación del despertar africano de los años 30 sí que nos puede pillar un poco más de sorpresa. Preséntanos a quiénes conformaban la generación del despertar africano.
T.O.: Esta generación está compuesta por unos jóvenes que, en los años veinte, se encontraron estudiando en París. También, la ciudad de París va a ser aglutinadora de muchas energías que van a confluir, hacia los años treinta, en el nacimiento de esta generación. Algunos lo denominan también generación de la negritud, ellos mismos también se autodenominan la generación del despertar. Algunos críticos también siguen esta denominación. Realmente, son los mismos miembros solo que, en este caso, han puesto el foco en la función o en el quehacer, o su misión que era el contribuir al despertar de sus pueblos, porque tenemos que recordar que estamos en época colonial y estos jóvenes estaban en tensión con la autoridad colonial de las distintas potencias. De ahí, surge un poco esta misión o llamada, que ellos creyeron que fue la suya, para contribuir a liberar su país. Aquí sí hay una relación bastante interesante entre lo que es literatura como arte y literatura también como discurso. Como decía Machado, el arte tiene algo de verdad y esos señores no se dedicaron a representar realidades o a crear mundos posibles, sino que pensaron que la literatura podía servir para el cambio y modificar las circunstancias de sus respectivos países.
R.S.: Si vamos uno por uno, creo que casi todo el mundo comenzaría por el nombre de Senghor.
T.O.: Efectivamente, él sería lo que decíamos el epígono de este movimiento. Es uno de los teóricos, también de los pioneros de Senegal, pero hay otros miembros que no son ni siquiera de África directamente y, por esta razón, el concepto de generación es un poco problemático para tratar esta agrupación, volveremos también sobre esta cuestión. Aun así, Senghor, siendo uno de los teóricos, se encontró con otros jóvenes como Aimé Césaire, de Martinica, también otro joven de Senegal, Birago Diop, también David Diop y empezaron reuniéndose en el barrio latino de París, incluso conocieron a Picasso. Había una intelectualidad bastante inquieta y, a partir de ahí, surge un poco esta visión o esta misión que ellos creyeron que era la suya que fue revelarse y ser críticos frente al statu quo colonial de la época. Hablamos de los años veinte a los treinta.
R.S.: Tienen unos veinticinco años y residían en Paris en los momentos previos a la Segunda Guerra Mundial, es decir, eran muy jovenes.
T.O.: Efectivamente, incluso Senghor fue llamado a filas y parece que fue arrestado e internado en algún campo, pero, afortunadamente, salió vivo y siguió su misión o su vida. En cuanto a las obras, en principio, estos jóvenes estuvieron en el mundo casi de la divulgación y una de las revistas en las que escribían, que casi certifica su nacimiento, es una que se llamaba “Légitime Défense” como “legítima defensa”. Esta revista ellos conforman lo que es su misión, porque ellos se erigieron como las voces de sus pueblos con el fin también de liberarlos del sistema colonial y llevarlos a un futuro más radiante. Aimé Césaire, por ejemplo, es también otra de las figuras de primera hora que atravesó todo el siglo XX, ya que murió en el año 2009 y nació en 1913. Muchos de ellos tuvieron bastante longevidad y, como antes decíamos, cómo se articulaba la literatura o el arte con la realidad algunos ejercieron incluso funciones políticas igual que algunos miembros de la generación del 98. Es decir, ellos no estuvieron en una torre de marfil como artistas, sino que bajaron al teatro de operaciones para tomar parte. Esto es otro de los puntos de confluencia con casi todos los miembros de la generación del 98 en España.
R.S.: ¿Qué obras podríamos decir que son la piedra angular sobre la que construyó esta generación del despertar? Si tuviéramos que leer solo una obra de cada uno de los miembros de la generación del despertar ¿Cuál tendría que ser? Por ejemplo, de Senghor, ¿qué deberíamos leer?
T.O.: De Senghor hay un libro de poemas que se llama “Canción de sombras”, también hay artículos, estudios en serie que se titulaba “Libertad” estaban: “Libertad I” “Libertad II”, hasta “Libertad IV”. Entonces, a través de esa serie, él reflexionaba con ensayos sobre su visión del mundo del arte, también de las relaciones humanas y todo ese tipo de temas. “Canción de sombras” es uno de sus libros de poemas bastante emblemáticos que recoge la esencia de la cultura africanos porque de todos ellos intentaron operar un viaje metafórico de retorno a sus fuentes culturales iniciales: su madre tierra, igual que en los del 98 identificaron a Castilla como la esencia de “lo español” ellos pensaban lo que era genuinamente africano y tenían que volver y celebraron esa cultura través de sus poemas y escritos ensayísticos.
R.S.: De hecho, Senghor realizó el Festival Mundial de las Artes Negras que fue un llamamiento, no solamente a los africanos, sino también a todos los países con afrodescendientes, siendo la puerta de entrada para muchas expersiones artísticas al continente africano, por ejemplo, entre ellas la Capoeira. El colíder, Césaire, el antillano, ¿qué tendríamos que leer?
T.O.: Recomendaría otro libro de poemas que se llama, traducción española, “Cuadernos de retorno al país natal” en los que de nuevo vemos esta idea de retornar a la fuente de su cultura o de su esencia. Presente en esta obra, también hay una crítica a los propios martiniqueños, porque esta generación se replantea el problema de la identidad de los africanos. Hay una tensión entre el africano y el otro ya que, a través del sistema colonial, había una coyuntura que hace problemático el tema de la identidad igual que para los del 98 también va a resurgir ese tema de la identidad de lo español, de lo castizo y, en esta obra, también está representada una crítica hacia los propios martiniqueños, porque él pensaba que estaban adormilados por el sistema y debían estar despiertos, como bien dice el nombre de la generación, para vivir conscientemente y no vivir como narcotizados.
R.S.: Unamuno, Azorín, Pío Baroja, Antonio Machado, Valle Inclán… no todos decían pertenecer a la generación del 98. ¿Cómo es en la generación del despertar? ¿Hay una aceptación y comprensión general de estar viviendo dentro de una generación en sí a diferencia de los miembros del 98?
T.O.: Aquí había como un afán de pertenecer a una misma agrupación porque es sentían que su misión era la misma. Ellos se erigieron como las voces de sus pueblos porque estaban un poco dominados por el sistema y este afán está presente. La prueba, aunque no todos se han de mismo ámbito nacional como los del 98, aquí se habla incluso de trans-nacionalidad. Había, a pesar de todo esto, este afán, esta intención de compartir y llevar a cabo esta misión. Este es uno de los puntos de diferencia con la generación del 98, aquí realmente ellos se esforzaron por unirse a pesar incluso de problemas idiomáticos, porque hay personas de norte américa que también luego van a confluir con ellos para llevar a cabo la misma misión: el liberarse del sistema colonial y también del sistema interno de los Estados Unidos respecto a la gente negra.
R.S.: La generación del 98 fue una generación surgida en la derrota, la generación de la pérdida definitiva del imperio. ¿Qué comparación tiene con la generación del despertar? La cual es, al contrario, un comenzar, un inicio.
T.O.: Aparentemente, parece que hay una diferencia, pero si miramos de cerca, vemos que el nacimiento de ambas generaciones está vinculado con el fenómeno colonial, aunque España sea, digamos, los colonizadores, el surgimiento de esta agrupación tiene que ver con las últimas pérdidas de las colonias de América, Filipinas y Cuba. A través de esta conmoción, ellos reflexionaron sobre lo que debe ser el futuro y la concentración de la energía a nivel nacional y, para los del despertar africano, también es lo mismo. Realmente, ellos eran víctimas del sistema colonial, pero se determinaron frente a este sistema y todo eso va a generar ríos de tinta, de reflexión, de combate dialéctico, igual que lo de la generación del 98. Aparentemente, el fenómeno colonial unifica un poco o es un punto de contacto. Por esta razón, decíamos que ambas son hijas de la historia o del colonialismo incluso.
R.S.: Hay miembros de la generación del 98 que se enfrentaron al devenir histórico y pagaron las consecuencias de ese enfrentamiento defendiendo sus ideales. Por otra parte, dentro de la generación del despertar, hay algunos que, aprovechando el fervor popular que creó tanto su literatura como sus escritos, llegaron a la política ocupando los más altos cargos, pero ¿traicionaron sus ideales?
T.O.: Se podría matizar porque es igual que los del 98, que también por su labor intelectual, sufrieron penalidades incluso el exilio y fenómenos similares. Podemos recordar a Unamuno, Machado… En los del despertar, también ha habido algunos que han sufrido el exilio, los jóvenes que estuvieron París, de alguna manera es una forma de exilio. También, se habla incluso de exilio interior, algunos que no hayan salido de su país vivieron en sus carnes la marginación interna debido al sistema. Como también has dicho, algunos llegaron a ser líderes de sus países y lo que ocurrió es que domesticaron la violencia. El sistema injusto que combatían al final lo trasplantaron y se volvió casi endémico hasta nuestros días. Ahí está un poco el lastre de todo esto.
R.S.: Ahí se situaría la batalla política entre los dos grandes intelectuales de la época de Senegal: Senghor y Cheickh Anta Diop.
T.O.: En efecto, ha habido posteriormente algunas críticas de los planteamientos iniciales que defendieron, incluso algunos hablan de fracaso, hasta hoy también nos hablan de la actualidad de su discurso. Como siempre, habría que matizar: han hecho cosas valiosas, también han errado en el camino y otros, como humanos que son, al final intentaron satisfacer sus intereses personales y llevaron a sus países al colapso.
R.S: Creo que además estudiaste en una institución que llevaba el nombre Cheikh Anta Diop.
T.O.: Efectivamente, en la Universidad de Dakar, tras su muerte y a partir de 1986, llevó el nombre de Cheikh Anta Diop, que es otro de los intelectuales o de las figuras más emblemáticas de África, no sólo de Senegal, por su contribución al estudio de la historia, por ejemplo, la rehabilitación de lógica, ya que había incluso estudios históricos que no eran serios, ni siquiera académicamente aceptables. Pero también circulan como si fuera la verdad y el contribuyó un poco a rehabilitar de alguna manera lo africano, en el sentido de que su discurso científicamente era bastante más consistente.
Fuente: Africanía
[Transcripción, Mario Civantos González]
[CIDAF-UCM]
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