Me duele Túnez, por José Ramón Echeverría

25/09/2023 | Bitácora africana

Una vez más, me duele Túnez. El pasado 18 de septiembre, las noticias sobre la emigración y los emigrantes subsaharianos ocupaban la “una” en los sitios web tunecinos. La de “Tunisie Numérique” era la más explícita: “En Sfax, las fuerzas de seguridad han evacuado a los inmigrantes irregulares subsaharianos de la plaza Ribat El Medina y sus alrededores en Bab El-Jebli, como parte de una vasta campaña de seguridad llevada a cabo durante dos días por el Ministerio del Interior. Vídeos compartidos en las redes sociales muestran que los migrantes subsaharianos, estimados en 12.000 personas, fueron evacuados en autobuses desde el centro de Sfax a la delegación de El Amra, que tiene, según activistas de la sociedad civil, 45.000 habitantes”. “Kapitalis” lo resumía: “Ya han limpiado Sfax de inmigrantes subsaharianos”. “Webdo” contextualizaba: “Túnez afectada por el plan de emergencia europeo para ayudar a Italia contra la migración”. “Kapitalis” mencionaba las presiones económicas sobre Túnez: “Meloni propone desvincular los préstamos de la UE y el FMI”, así como el resentimiento tunecino ante las presiones europeas: “¡Sí a la reciprocidad, no a la injerencia!”.

Los lectores de CIDAF-UCM @cidaf-ucm están muy al corriente de la persecución y del racismo desatado contras los inmigrantes subsaharianos tras las declaraciones odiosas de Kais Saied sobre la presencia de subsaharianos en el país, en las que el presidente acusó a un “acuerdo criminal” que buscaba “cambiar la composición demográfica de Túnez”. En lo que va de año, Túnez ha salido 27 veces en titulares en nuestro sitio CIDAF-UCM, y en 12 de ellas se trataba de problemas relativos a la emigración. Entre los títulos más llamativos: “La policía de Túnez reprime una protesta de migrantes sin hogar ante la oficina de ACNUR” (14 de abril); “Túnez y Europa conversan sobre cómo frenar la inmigración ilegal dentro de sus fronteras” (25 de junio); “Aumenta la violencia contra los inmigrantes en Túnez” (14 de julio).

Túnez se ha convertido en el punto principal de partida de la emigración subsahariana hacia Europa en el Mediterráneo, amén de un lugar al que muchos subsaharianos acuden buscando trabajo. Además de los medios tunecinos, también los europeos siguen interesados por lo que ocurre en Túnez. Tres cuestiones han sido comentadas últimamente. La primera es la externalización de los servicios consulares, en particular la de los visados para entrar en Europa. Quien conoce la capital tunecina recordará las colas de solicitantes de visado que se formaban en la calle ante la puerta del consulado de Francia. “Nuestras instalaciones se volvieron muy estrechas, podíamos ver las colas afuera bajo el sol y en el frío. Decidimos externalizar la presentación de solicitudes de visado”, explicó en 2012 la cónsul general de Francia, en ese momento Martine Gambard-Trébucien. El 17 de febrero de 2012 se creó la filial TLScontact-Tunisia. Según “Inkyfada”, sitio tunecino, las ganancias de TLScontact- Tunisia superaron en 2019 los 8 millones de dinares, con un volumen de negocios de 20 millones de dinares, a costa de los solicitantes, naturalmente. En una década, los proveedores de servicios se han convertido en el paso obligatorio para cualquier persona que desee obtener un visado para el espacio Schengen. A partir de ahora, cualquier tunecino que desee viajar, por ejemplo a Francia, Alemania, Reino Unido o Bélgica, debe pasar por TLScontact. Otros países usan VFS, BLS o Almaviva.

El segundo asunto es la reacción del Parlamento europeo ante los acuerdos UE-Túnez. “Los eurodiputados se oponen al acuerdo migratorio con Túnez y denuncian la falta de resultados”, titulaba Euronews el pasado 12 de septiembre. “El memorando del acuerdo UE-Túnez, firmado el pasado mes de julio, es criticado por la izquierda y los Verdes, que denuncian el autoritarismo del presidente Kais Saied y los abusos sufridos por los migrantes subsaharianos en nuestro país”, escribía Imed Bahri desde Túnez. Mientras, los diputados de la derecha criticaban que una ejecución insuficiente del mismo tratado no había conseguido reducir la llegada de migrantes a Europa. “Estamos en septiembre y ya el número de llegadas a Europa a través del Mediterráneo central está al mismo nivel que en todo el año pasado”, dijo el eurodiputado holandés Jeroen Lenaers, del Partido Popular Europeo (PPE). En Túnez no han gustado esas críticas, y el gobierno tunecino ha prohibido el 13 de septiembre la entrada en el país de un grupo de eurodiputados de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo, dirigido por el alemán Michael Gahler. Al parecer, el gobierno tunecino se sintió ofendido por una conferencia de prensa celebrada por eurodiputados en julio criticando lo que llamaron retroceso democrático, represión de la oposición interna y violaciones de derechos humanos contra los africanos subsaharianos. “Túnez nunca ha enviado delegaciones parlamentarias para inspeccionar o evaluar la situación en ningún país del mundo”, subrayó una fuente del Ministerio de Asuntos Exteriores tunecino.  “¡Sí a la reciprocidad, no a la injerencia!”, según la citación de “Kapitalis”.

La opinión pública de Túnez se muestra dividida frente a la inmigración ilegal africana”, se leía en CIDAF-UCM el 3 de febrero de este año. Poco ha cambiado desde entonces. Es el tercer asunto, el más importante y también el más triste. El pasado lunes, 18 de septiembre, la popular y controvertida parlamentaria Fatma Mseddi, antigua militante de Nidaa Tunis, explicaba en Jawhara Fm: “El verdadero problema es que [los emigrantes subsaharianos] no deben estar presentes en Túnez… No tenemos que sufrir las consecuencias de la situación en sus países… Deben ser deportados”. En las antípodas de lo que Inkyfada ha defendido siempre: “Se trata de un apartheid asumido”. “En Sfax, los subsaharianos son cazados, agredidos y deportados. Es un crimen contra la humanidad lo que está teniendo lugar en Sfax». “Desalojados de sus hogares, incluso atacados. Cientos de personas deportadas al desierto en condiciones deplorables, ante el aplauso de los residentes”.

Ramón Echeverría

Autor

  • Echeverría Mancho, José Ramón

    Investigador del CIDAF-UCM. A José Ramón siempre le han atraído el mestizaje, la alteridad, la periferia, la lejanía… Un poco las tiene en la sangre. Nacido en Pamplona en 1942, su madre era montañesa de Ochagavía. Su padre en cambio, aunque proveniente de Adiós, nació en Chillán, en Chile, donde el abuelo, emigrante, se había casado con una chica hija de irlandés y de india mapuche. A los cuatro años ingresó en el colegio de los Escolapios de Pamplona. Al terminar el bachiller entró en el seminario diocesano donde cursó filosofía, en una época en la que allí florecía el espíritu misionero. De sus compañeros de seminario, dos se fueron misioneros de Burgos, otros dos entraron en la HOCSA para América Latina, uno marchó como capellán de emigrantes a Alemania y cuatro, entre ellos José Ramón, entraron en los Padres Blancos. De los Padres Blancos, según dice Ramón, lo que más le atraía eran su especialización africana y el que trabajasen siempre en equipos internacionales.

    Ha pasado 15 años en África Oriental, enseñando y colaborando con las iglesias locales. De esa época data el trabajo del que más orgulloso se siente, un pequeño texto de 25 páginas en swahili, “Miwani ya kusomea Biblia”, traducido más tarde al francés y al castellano, “Gafas con las que leer la Biblia”.

    Entre 1986 y 1992 dirigió el Centro de Información y documentación Africana (CIDAF), actual Fundación Sur, Haciendo de obligación devoción, aprovechó para viajar por África, dando charlas, cursos de Biblia y ejercicios espirituales, pero sobre todo asimilando el hecho innegable de que África son muchas “Áfricas”… Una vez terminada su estancia en Madrid, vivió en Túnez y en el Magreb hasta julio del 2015. “Como somos pocos”, dice José Ramón, “nos toca llevar varios sombreros”. Dirigió el Institut de Belles Lettres Arabes (IBLA), fue vicario general durante 11 años, y párroco casi todo el tiempo. El mestizaje como esperanza de futuro y la intimidad de una comunidad cristiana minoritaria son las mejores impresiones de esa época.

    Es colaboradorm de “Villa Teresita”, en Pamplona, dando clases de castellano a un grupo de africanas y participa en el programa de formación de "Capuchinos Pamplona".

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