Los ataques del ex presidente de Ghana Rawlings: una amenaza para la democracia

4/11/2009 | Opinión

Desde que el presidente de Ghana John Atta Mills llegó al poder en enero de este año, el ex presidente Jerry Rawlings, fundador de su partido, el National Democratic Party (NDC), ha estado cuestionando su autoridad con más vehemencia que el principal partido de la oposición: el New Patriotic Party (NPP). Esto se debe al nivel de civismo democrático de los dos partidos. El NDC, una amalgama de juntas militares y regímenes sin partidos, está dirigido por Rawlings, emocionalmente inestable y voluble. El NPP, por su parte, es una coalición de gente con ideales comunes que cree que la democracia es el mejor vehículo que llevará a Ghana al progreso.

Hoy Rawlings asegura ser un demócrata e incluso algunos, sin fundamento, lo promocionan como “padre de la democracia” sólo porque su partido fue el que inauguró la democracia tras años de fuerte presión de la comunidad local e internacional y de dictaduras militares y unipartidistas. Pero los hechos confirman que Rawlings no es un demócrata, está confundido respecto a cómo debe funcionar una democracia o los años en los que ha ostentado un poder absoluto lo han corrompido. Rawlings, tirano por naturaleza, ha estado perturbando a la joven democracia de Ghana hasta tal punto que su propio partido, el NDC, se ve amenazado. Hasta arremete contra el Presidente Mills, que fue su anterior vicepresidente.

En uno de sus arranques no democráticos, Rawlings atacó (no en el sentido de crítica madura y cívica, sino cuestionando el sistema democrático) al Presidente Mills el 24 de agosto en Kumasi, en un discurso al sector joven (United Cadres Front) del NDC, hasta llegar al punto de declarar que el gobierno de Atta Mills carece de “espíritu revolucionario para gobernar el país” en un tono de intento golpista; que el Presidente Atta Mills es “torpe” y “lento” hasta el punto de afirmar que es ineficaz y debería ser destituido y que el gobierno de Atta Mills debería “adoptar la dinámica de liderazgo al estilo de Rawlings”.

¡Qué amenaza más impropia de un ex presidente! La realidad es que Mills no es Jerry Rawlings. Mills tiene un estilo diferente de hacer las cosas y todos los líderes gobiernan de diferente manera y por ello Mills no puede gobernar como Rawlings. Mills tiene un doctorado en Derecho y ha trabajado como profesor universitario; Rawlings tiene un nivel cero de estudios y es ex piloto militar. Mills está más equilibrado emocionalmente, es más razonable y prudente; Rawlings, un imprudente, es un caos emocional que ya no razona. Mills, con 65 años, es mayor que Rawlings, de 61.

Gobernar un estado africano es complicado, especialmente si hay alguien como Rawlings que aporta veneno a los procesos políticos constantemente. Con sus historias, culturas y complejos, gobernar un estado africano que ha asfixiado alguien como Rawlings no necesita prisas, sino una gran prudencia sustentada en la cultura y la historia del país, en un control total de los problemas de la nación y un gran equilibrio, como se ve en Botsuana.

En el mundo democrático de Rawlings no imperan ni la ley, ni las libertades ni los derechos humanos, una situación que caracterizó sus casi 20 años en el poder. Y como se hacía tradicionalmente en la caza de brujas, se prendía a la gente que se sospechaba que era corrupta o que había cometido alguna ofensa y se mataba, linchaba, degradaba, mutilaba y desterraba arbitrariamente. En los casi 20 años en los que Rawlings estuvo en el poder, hubo muchas ejecuciones, acosos, amenazas, exilio, muertes, desapariciones, miedo y todo lo que caracteriza a un estado estalinista.

Tras escuchar este arrebato infantil de Rawlings: “El presidente Mills es lento a la hora de arrestar y procesar a los dirigentes de la antigua Administración del NPP” Kwesi Pratt, editor de Insight, dijo a los ghaneses “¿Así es cómo debería arrestarse a los ciudadanos? ¿Meter en la cárcel a alguien contra el que no se han presentado cargos o alguien que no ha sido juzgado?

Es más peligroso para la democracia en ciernes de Ghana que Rawlings haya amenazado de este modo: “Estoy dándole algo de tiempo al Presidente pero puede que se me acabe la paciencia”. ¿Quién es Rawlings para afirmar esto con un respaldo de 23 millones de ghaneses e importantes reyes y reinas como Asantehene Osei Tutu 11, Agbogbomefia Torgbui Afede Asor XIV y Okyehene Osagyefo Amoatia Ofori Panin? ¿Por qué estas declaraciones de parte de un hombre que es del mismo partido que el presidente Mills? Pratt, de nuevo, habló por los ghaneses cuando dijo “si se le acaba la paciencia, ¿qué puede hacer?, ¿intentará un golpe de Estado o luchará contra los ghaneses? Nos debería dejar en paz. Ha llegado el momento de que le hagamos saber que Ghana nos pertenece a todos nosotros y que no volveremos a permitir ese tipo de narcisismo. Si no estás de acuerdo con la opinión de una persona, ¿eso justifica lanzar amenazas?”.

¿La estupidez de Rawlings y el peligro que comporta que Ghana y África estén padeciendo el síndrome de autócratas que no quieren dejar el poder?

Para saber por qué África, a pesar de sus inmensas riquezas, sigue presa de una desesperación material y psicológica sólo hace falta mirar a Rawlings. Rawlings llegó a la escena política de Ghana en una era turbulenta donde proliferaban los golpes de Estado y las fiestas unipartidistas. En esta vorágine, el progreso de África se deterioró mientras que los líderes del sureste asiático y de Latinoamérica, a pesar de sus posturas paternalistas, buscaban estrategias para prosperar. Incluso el Augusto Pinochet de Chile, a pesar de haber violado los derechos humanos, llevó a Chile a un nivel de prosperidad razonable y no se comportó como Rawlings. Ghana se encuentra en el puesto 135 de 177 según el informe de índice de desarrollo humano de Naciones Unidas de 2008/2009, que mide el bienestar de países de todo el mundo. Chile es hoy un país del primer mundo, que se encuentra en el puesto 40 según el informe anteriormente citado.

El egocentrismo y la conducta irracional de Rawlings emanan de ciertas creencias culturales ghanesas/africanas ridículas que han afectado al proceso de desarrollo de África. Rawlings se cree un enviado de Dios y se comporta como si lo fuera. Se aprovecha de las negativas supersticiones ghanesas arraigadas en una atmósfera de culto al héroe. Incluso algunos músicos con mal juicio venden que Rawlings tiene puntos en común con Jesucristo.

Durante casi 20 años, Rawlings tuvo un control riguroso de Ghana y durante casi 20 años hubo campañas para restaurar la democracia en Ghana. En estas circunstancias, la responsabilidad, las libertades, el imperio de la ley y los derechos humanos estuvieron limitados. El miedo y las amenazas eran los que imperaban y la cultura del silencio se impuso en la psicología de los ghaneses (cualquiera podría ser asesinado en cualquier momento). Bajo la inmensa presión para la democratización, Rawlings, siguiendo el ejemplo del síndrome que hemos citado, dijo en repetidas ocasiones “Democratizar, ¿a quién?”. Esta pregunta arrogante y sorprendente de un medio analfabeto que fuma marihuana y que no conoce Ghana, desvela que Rawlings considera que de los casi 23 millones de ghaneses sólo él puede gobernar. Pero así es África, cualquiera puede llegar a ser Presidente.

¿Por qué debería Rawlings, de 61 años de edad, ser repetidamente una amenaza para la democracia de Ghana? ¿Cómo se puede concebir que el hombre que se autoproclama el padre de la democracia actúe para debilitarla? Rawlings es un hombre que se jacta de haber llevado la seguridad a Ghana pero que planea, a su vez, llevar la inseguridad. ¿No tiene Rawlings un espejo que le haga ver su comportamiento alarmante? ¿Su mujer, hijos y demás familia no le advierten sobre su pésima conducta pública? ¿No escucha a la gente de su partido hablar sobre su terrible comportamiento? ¿Rawlings no tiene amigos que le aconsejen? ¿Por qué los ghaneses lo han soportado tanto tiempo? Si todos los ghaneses se comportaran como él, ¿existiría aún Ghana?

Es extraño ver a un antiguo presidente africano hablar y comportarse como lo hace Rawlings, especialmente en la volátil atmósfera africana. Un comportamiento tan extraño nos lleva a preguntarnos si Rawlings sufre epilepsia “una enfermedad neurológica común que se caracteriza por ataques recurrentes no provocados”. Cada vez que Rawlings sufre un ataque, emite amenazas que envían miedo, caos, muertes, acosos, imágenes de desórdenes de antaño y estancamiento democrático por toda Ghana.

Para mejorar la democracia en Ghana y África y para hacer que se recuperen de los años de desastres, autoritarismo y caos de sus épocas dictatoriales, el principal partido de la oposición, New Patriotic Party, deberá usar el comportamiento amenazante de Rawlings como acicate democrático para vencer al partido en el poder en los comicios de 2012.

Por Kofi Akosah-Sarpong.

Publicado en The Gambia Echo, el 30 de agosto de 2009.

Traducido por Laura Betancort, para Fundación Sur.

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