En Europa andamos bastante desorientados, no solo en la interpretación de la grave crisis migratoria que nos afecta, sino en la falta de compromiso para integrar personas de otras culturas y religiones, y sobre todo en la incapacidad de sanar las raíces o causas profundas de estas migraciones masivas de refugiados africanos.
Mientras no queramos realmente asumir las exigencias de esta crisis migratoria humana y social, seremos incapaces de sanar las verdaderas raíces de tanto sufrimiento y empobrecimiento de millones de seres humanos, que buscan desesperadamente satisfacer las necesidades básicas de sus familias.
Esto se aplica a gran parte de la sociedad y particularmente a la mayoría de los gobiernos, políticos y financieros, tanto europeos, como africanos y mundiales. Los ciudadanos de otros países o tribus nos resultan extraños, y hasta “enemigos”. Incluso nos olvidamos de las personas marginadas en nuestro propio país y región.
Hoy nos fijamos especialmente en las migraciones dentro del continente africano, como: los refugiados ruandeses y burundeses en Tanzania y en la RDC, los refugiados centroafricanos, malienses, nigerianos, somalíes, mozambiqueños etc. en los países vecinos y en particular en los grandes campamentos de refugiados sudaneses en el norte de Uganda.
De los dos millones de refugiados en Uganda, los sudaneses suponen la mayor parte y apenas sobreviven en los tres grandes campamentos de refugiados, en el norte de Uganda, en las regiones de Kitgum-Gulu, Lira y Masindi. Entre enero y abril 2017, más de 300.000 sur sudaneses llegaron Uganda.
El campamento de Imvepi, West Nile, alberga a más de 80.000 refugiados de Sur Sudan, que no consiguen ni tierras para poder cultivar algunos alimentos. La mayoría de los refugiados son mujeres y niños-as, porque los jóvenes son obligados a luchar en violento enfrentamiento por el poder entre los Dinka (Salva Kiir) y los Nuer (Riek Machar). Esta guerra civil puede alcanzar dimensiones de otro genocidio.
La integración de la masiva llegada de refugiados sur sudaneses es cada día más difícil y la población local sufre una mayor escasez de tierras, servicios y empleo. Las tensiones van en aumento en algunas ciudades como Lamwo. Recientemente hemos visto algunos grupos locales cometer emboscadas a los convoyes de refugiados.
El campamento de Bidi Bidi en Yumbe se abrió en agosto 2016 y contiene ya más de 300.000 refugiados, con un 85% de mujeres y niños. Es el mayor campamento mundial de refugiados.
La ayuda internacional llega con cuenta gotas y a veces los refugiados solo reciben el 10% de las contribuciones, como ha pasado con los 40 millones de euros de la UE en 2017.
El campamento de Kiryandongo, cerca de Masindi, cuenta con buena tierra pero la escasez de agua es crítica. El enfrentamiento tribal se está trasladando a los campamentos.
Los líderes y población de Uganda son muy acogedores en general pues han conocido tiempos de exilio. Una nueva tensión llega con los refugiados, de dos tribus opuestas.
Fuente: The Gardien – The Observer
[Fundación Sur]
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