Hombres negros, no hagáis que las mujeres trans paguen por vuestra frágil masculinidad 

En julio del año pasado, la activista y escritora de éxito trans, Janet Mock, participaba como invitada en el programa de radio neoyorquino The Breakfast Club donde se tomó la molestia de instruir a los locutores, Dj Envy, Angela Yee y Charlemagne tha God, sobre las implicaciones de ser trans.  

Unos días después de la visita de Mock, el humorista Lil Duval hacía su aparición en el programa para charlar sobre The Real Sidechicks of Charlotte, un reality show estadounidense que relata las experiencias de un grupo de mujeres negras que, lejos de sentirse utilizadas, se aprovechan y disfrutan de su condición de amantes de hombres casados. Recordemos que la emisión de radio tenía lugar varios días después del paso de Mock por el programa. El programa empieza con Charlemagne preguntando a Lil Duval su opinión acerca de prohibir a las personas transgénero el acceso al ejército, tal y como había sugerido el presidente Trump por aquel entonces. Es entonces cuando empiezan a sucederse una serie de bromas enfocadas hacia a la deshumanización de la comunidad trans en las que participan tanto los locutores como el invitado. Este último se refiere a ellas como “trannies”, en tono burlesco, y procede a explicar cómo mataría a una mujer trans que le hubiese “engañado” para mantener relaciones sexuales. En lugar de pararle los pies, los presentadores exclaman que eso sería un crimen de odio mientras ríen histéricamente y proponen la cárcel como alternativa al asesinato. Entonces, Charlemagne saca el tema de la entrevista a Janet Mock mientras DJ Envy sujeta en alto el libro con el rostro de la autora en la portada y le suplica al invitado que le ponga una nota según lo atractiva que le resulte. Lil Duval le suplica que baje el libro, hasta que se ve obligado a dar una respuesta y se burla con una mueca. La ignorancia del cómico parece hacerles gracia.

Lo ocurrido en The Breakfast Club es un reflejo de lo que ocurre en la sociedad en general. Hombres como Duval montan un espectáculo como este para defender su “masculinidad” mientras otros como Charlemagne o DJ Envy, no solo le dan cuerda, sino que comparten su humor. Y mujeres como Angela Yee se quedan en la esquina, silenciosas, pero a la vez cómplices.  

Si el hecho de que las mujeres negras trans hagamos nuestra vida hace que los hombres negros se sientan amenazados, entonces es su masculinidad la que está en crisis. Tenemos que hablar entre nosotros, los negros, del hecho de que los hombres negros no sepan sufrir o resolver sus problemas sin hacer sufrir a los que les rodean. La negligencia de estos hombres a la hora de manejar su malestar genera situaciones violentas para las personas de su alrededor. El hecho de que personas como Duval no tengan ningún reparo en demostrar su intolerancia solo sirve para alentar a otros a hacer lo mismo, convirtiendo sus argumentos en armas con las que protegen su estatus en la calle mientras ignoran por completo las vidas de los demás.  Se cruzan las líneas rojas de la moralidad cuando hablar de asesinato premeditado se convierte en broma y tiene una amplia aceptación.  

Va siendo hora de que el hombre negro se preocupe menos por la existencia de la mujer trans y más por deshacerse de su opresión interna. Desde que nacen, a los hombres y a las mujeres se les enseña a entender el sexo de las personas como parte de un contexto social concreto y a hacer afirmaciones incuestionables acerca de lo que se considera femenino y masculino. Pero la masculinidad es una construcción compleja e inestable. ¿Habeis notado que la masculinidad es tan frágil que el más mínimo rastro de femineidad se convierte en una amenaza? ¿Lleva algo rosa? ¿Tiene las uñas pintadas? ¿Le gusta el arte y ese tipo de cosas? No debe ser un hombre de verdad.  

La decisión que toma el conjunto de la sociedad sobre si alguien es hombre o mujer poco tiene que ver con la biología o la genética. ¡No se trata de una diferencia entre cromosomas X y Y! Se trata de clasificar los cuerpos y como estos se mueven dentro de la sociedad. Este tipo de clasificación nos arrebata el derecho innato a decidir cómo queremos mostrarnos al mundo. La incomodidad interna que sienten los hombres negros está relacionada con el lugar que ocupan dentro de un sistema de clasificación de género y con la violencia que el estado ejerce sobre las mujeres negras a diario y que dicha clasificación no hace más que perpetuar.

El perfil del hombre del que hablamos trata de demostrar su masculinidad por medio de comportamientos tóxicos y convicciones acerca del género presentadas en forma de verdad absoluta. Uno de esos comportamientos es la negación de su condición humana a las mujeres trans con el fin de reforzar la suya propia. Como consecuencia terminan convirtiéndose en supervisores del resto de hombres y su masculinidad, especialmente de aquellos que se sienten atraídos por las mujeres trans. Nuestra sociedad no deja que los individuos decidan por si mismos a quién quieren amar. Volviendo a la comunidad negra, algunos hombres han logrado crear una atmosfera en la que se alaba al que habla de matar a una mujer trans y se amonesta al que nos ama y nos acepta. Janet Mock escribió una vez: “esta ideología dominante dice que las mujeres trans son una verguenza, que no merecen mostrarse en público y que deben ocultarse – invisibles y prescindibles. Si un hombre se atreve a mostrarse con una mujer trans, se arriesga a perder parte de su capital social. Por ello debe negar insistentemente, menospreciar vehenmente, criticar y destruir a la mujer en cuestión. Debe hacerlo para mantener su lugar en esta sociedad patriarcal. Asociar a un hombre con una mujer trans es como decir que ya no es un “verdadero” hombre porque se acuesta con “falsas” mujeres, como si tales cosas existieran.  

Siento mucho que no puedas ser tú mismo porque sientes que el mundo te exige demasiado, pero no vamos a perdonarles a estos hombres sus tonterías. ¿Cuándo empezaran los hombres negros a liberarse de sus cadenas mentales? Nos machacan y a la vez que esperan de nosotras que les ayudemos a luchar contra la violencia de la que son víctimas. Desde hace siglos, a las mujeres trans y a las femmes se les exige que defiendan a los hombres negros, lo que las ha convertido en las espinas dorsales de muchos movimientos de resistencia contra supremacistas blancos. Hemos aceptado, una y otra vez, que se nos pusiera en la sombra mientras se nos humillaba y deshumanizaba a plena luz. Ya va siendo hora de alejar a nuestros hombres de su incesante necesidad de disociarse de las mujeres trans para así demostrar lo masculinos que son. Estos hombres se convencen los unos a los otros de que, para ser más hombres, más humanos, tienen que obligar a otros a renunciar a su propia condición humana. ¿Cómo encaja el movimiento “Black lives matter” (las vidas negras importan) dentro de una realidad en la que a las mujeres negras trans se les niega el derecho a la dignidad, a la autodeterminación y a la integridad corporal?

Sólo en 2017 han muerto 15 mujeres trans a manos de sus parejas, que a menudo son hombres negros. Y en la mayoría de las ocasiones los hombres saben que somos trans. La narrativa de que engañamos a los hombres se vuelve absurda en un contexto en el que hombres como DJ Envy, Charlemagne o Lil Duval utilizan sus plataformas para restarle importancia a la violencia de la que somos víctimas. ¿Cómo podemos vivir libremente en una sociedad que se toma a la ligera las bromas acerca de nuestra exterminación? Janet Mock escribió sobre este tema en su blog: “Si una mujer trans negra cree que su única posibilidad de tener momentos íntimos con un hombre es teniendo líos secretos o pagando, entonces llegará un punto en el que esa mujer consienta que un hombre utilice los puños para liberar la frustración que le produce su sexualidad. Se preguntará si es lo suficientemente importante o valiosa como para exigir que un hombre que dice quererla utilice un condón, creerá que no tiene derecho a mostrarse en público, y que hacerlo aumentaría las posibilidades de que un hombre la agreda. Por lo tanto, sentirá que o se esconde, o su vida corre peligro”. Nos matan por “revelar” nuestra experiencia trans a aquellos que nos deseaban antes de saber que lo éramos. Nos matan por ocultarlo. Nos matan por aparentar, demasiado bien, que somos cisgénero y pasar desapercibidas. Nos matan por contarle nuestra verdad al poder. Nos matan por atrevernos a vivir la vida que queremos, nos matan aquellos que desearían poder hacer lo mismo.

¿Son demasiado egocéntricos los hombres negros como para llegar a esta misma conclusión? Es hora de que dejemos de consentir los comportamientos tóxicos de los que ellos no logran deshacerse.

Esto también se aplica a los hombres que se acuestan con nosotras. El deseo, la empatía y el respeto ni son lo mismo, ni se preceden los unos a los otros. Gran parte del debate que rodea a la existencia trans tiene que ver con el atractivo y el ser deseado. Pero seamos claros, nunca hemos tenido problemas en ese campo. La femineidad trans es hermosa y está muy demandada. Los hombres tardan menos en mandarnos un DM* que en correr a defendernos cuando otros nos acosan. Y los mismos hombres que nos insultan en público nos llaman de madrugada.

Los hombres que se sienten atraídos por nosotras no se libran, porque querernos no parece ser suficiente para que dejéis de lado vuestra actitud penosa. No necesitamos vuestro amor para sentirnos completas o valoradas. No nos estáis haciendo un favor. Esos mismos hombres son los que siempre permanecerán callados cuando necesitemos ser defendidas. Son los mismos que verán el deseo como la única defensa posible de nuestra condición humana, como si eso no les hiciera cómplices de la perpetuación de la violencia que sufrimos. Las personas dicen amarte, pero solo aman como el hecho de amarte hace que se sientan consigo mismas. El deseo no es suficiente.

Nadie es libre hasta que todo el mundo es libre. Y como la directora de la organización juvenil afroamericana BYP 100 no se cansa de repetir, “los negros no serán libres mientras las historias que contemos sobre lo que pasa en nuestras comunidades y lo que le pasa a nuestra gente sigan estando incompletas”. Cuando hablamos de la violencia que asedia a nuestras comunidades también debemos hablar de cómo la salud mental y la opresión interna sirven para consolidar esa violencia, sobre todo la que sufren aquellos a los que se suele ignorar, las personas trans, las que no se rigen por las concepciones de género convencionales, las personas con discapacidad, los indocumentados, los trabajadores sexuales, etc. Hay que tener a todos en cuenta. Los mismos hombres que nos eclipsan son los que están en la primera fila de las marchas y en los comités del movimiento “Black Lives Matter”. Tenemos que contar versiones completas de lo que le pasa a nuestra gente y de cómo la violencia del estado nos afecta a distintos niveles. De esta forma, como dice Charlene, “al contar una versión más completa, también podemos encontrar soluciones más completas”. Hombres negros, si de verdad estáis comprometidos con la liberación de la comunidad negra, entonces por favor liberad vuestras mentes antes de actuar como fuerza contraproducente para la liberación de nuestros iguales.

La condición humana es ilimitada y no la rigen las construcciones sociales. Uno no puede salvar a la humanidad mientras niegue esta condición a las mujeres trans.

L’lerrét Jazelle Ailith? 
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* Mensaje directo en redes sociales.

Fuente: For Harriet

[Edición y traducción, Mariana Entrecanales Marsans]

[Fundación Sur]

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