Las protestas de los trabajadores de McDonald’s deberían tener una tendencia tan alta como el hostigamiento de Hollywood.
A pesar de los aullidos de algunas personas negras sobre las implosiones de la cultura pop de Bill Cosby y Russell Simmons y un hilito de apoyo a la exactriz convertida en líder del movimiento Asia Argento, aquí hay un hilo común innegable entre la mayoría de los villanos que ante el público han caído por #MeToo y #TimesUp.
El depuesto jefe de la CBS, Les Moonves, el magnate de las películas Harvey Weinstein y el actor Kevin Spacey son hombres blancos. La blancura cegadora de los acusados es mayoritariamente igualada por la mayoría de sus víctimas. Esto tiene que cambiar ya que, noticias de última hora, el desproporcionado maltrato y abuso de las mujeres en el lugar de trabajo no se limita solo al sofá del casting.
A principios de esta semana, una protesta de McDonald’s sirvió como una prueba de fuego para la muy rara interseccionalidad de los esfuerzos feministas. El martes, los empleados de los arcos dorados de 10 ciudades de los EE. UU. organizaron una huelga de un día para denunciar el virulento hostigamiento sexual en el lugar de trabajo que, según dicen, obliga a algunos a reducir sus horas de trabajo o a renunciar a los trabajos tan necesarios.
Varios de los que hablan, incluidos los organizadores del movimiento y el sindicato de defensa de los trabajadores de comida rápida, luchan por 15 dólares, dicen que el gigante corporativo no está haciendo lo suficiente para evitar las represalias de los acosadores acusados ni muestra un apoyo adecuado para las víctimas.
Sí, el fondo de asistencia legal Times Up ha dado respaldo financiero para respaldar la causa.
Sí, el hashtag (ejem) de #MeToo cooptado por Alyssa Milano de la incomparable activista negra Tarana Burke se está desplegando para que sea una tendencia actual.
Sí, los políticos se unen a la refriega, incluido el senador estadounidense Bernie Sanders, que apoyó la huelga de las 10 ciudades desde su plataforma de Twitter.
Sin embargo, al escanear los titulares y la esfera social, parece que había mucha más cobertura, conversación y urgencia en torno a la cruzada de la actriz estrella de «Predator», Olivia Munn, contra su propio director por haber elegido a un delincuente sexual registrado (y amigo) en una escena ahora eliminada de la película. Aunque felicito a Munn por haber ido públicamente contra el cineasta Shane Black, el estudio y a algunos de sus compañeros de reparto masculinos demasiados silenciosos por esta decisión abominable, muchas más personas podrían verse afectadas por la causa que tiene en lucha a los trabajadores de McDonald’s.
Incluso Viola Davis, residente de Hollywood y galardonada con todos los premios de actuación, es muy consciente de la decepcionante disparidad entre quienes se benefician de hashtags aprobados por celebridades. El bastión de #BlackGirlMagic abogó por una mayor inclusión en una reciente entrevista con Variety. De las personas a quienes le gustaría que asistieran, Davis nombró a víctimas como «una niña de 15 años de Lawndale, Chicago, que ha sido víctima de trata sexual y que ni siquiera tiene el lenguaje o el conocimiento para salir de esa situación».
Davis añadido: “Me gustaría verla a salvo».
A mí también, niña. A mí también.
Los trabajadores con salarios bajos, un grupo con una fuerte muestra de mujeres y personas de color, están supuestamente sometidos a tratamiento infrahumano. Sin menospreciar la causa digna de erradicar del acoso en campos como el cine y la televisión, las penas para los acusados en el caso de McDonald’s tienen que ser ejemplares.
Abrazar públicamente #MeToo o #TimesUp, incluso en este clima de activismo, podría traducirse en la pérdida de la capacidad de alimentarse y albergarse a sí mismos y a sus familias. Esta es una realidad que no puede ser ignorada. Lo que está en juego son muchos cocineros, cajeros y quienes permanecen invisibles en el lugar de trabajo.
Kyra Kyles
Fuente: The Grio
[Fundación Sur]
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