Alcanzar la equidad entre hombres y mujeres, una lucha en todos los rincones del planeta

8/03/2022 | Opinión

 

  • El 30% de las mujeres en todo el mundo ha sufrido algún tipo de violencia.
  • En Mauritania, la ONG trabaja para erradicar la mutilación genital femenina (MGF) –uno de los mayores atentados contra la integridad física y emocional de las mujeres.
  • En Colombia, apoya a mujeres –como la recientemente asesinada Luz Marina Arteaga–en su trabajo de acompañamiento a las comunidades vulnerables o amenazadas.
  • Las mujeres que viven en países en desarrollo y en zonas rurales tienen en la agricultura su mayor fuente de empleo, lo que implica una mayor precariedad en todos los campos.
  • En Cisjordania, Manos Unidas colabora con las mujeres palestinas campesinas, victimas d de la pandemia y la discriminación.
  • En los últimos 3 años, la ONG de la Iglesia católica ha aprobado 185 proyectos, por importe de 11,7 millones de euros destinados a promover, específicamente, los derechos y oportunidades de más de 375.000 mujeres.

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se celebra el 8 de marzo, Manos Unidas quiere poner el foco en las mujeres empobrecidas, las más vulnerables y castigadas por la desigualdad imperante en el mundo, que condena al hambre y la pobreza a millones de personas. Una desigualdad que la ONG de la Iglesia católica está denunciando con su campaña «Nuestra indiferencia los condena al olvido».

Manos Unidas entiende la desigualdad como algo que va más allá de un desequilibrio económico y que reúne, al menos, tres características: discriminación en las oportunidades de vida, persistencia de las inequidades y el profundo deterioro en las condiciones para una vida digna. Estas desigualdades afectan principalmente a las mujeres y a las niñas, que siempre ven más vulnerados sus derechos y están más expuestas a las consecuencias que sobre sus vidas puede tener esa inequidad.

«Aunque las mujeres representan la mitad de la población mundial y, teóricamente, tienen los mismos derechos y deberes, y la misma dignidad que los hombres, en ningún lugar del mundo, ni siquiera en las sociedades más avanzadas, han conseguido la deseada igualdad», asegura María José Hernando, del departamento de Estudios de Manos Unidas.

Para hacer frente a estas situaciones discriminatorias, Manos Unidas reivindica la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y trabaja por la erradicación de prácticas ancestrales como el matrimonio forzado o la ablación genital femenina. «Desde nuestros orígenes, la mujer ha sido eje transversal de todas nuestras iniciativas, pero tenemos, además, proyectos especialmente dirigidos a trabajar la equidad desde todos los ámbitos”, explica Encarni Escobar, del área de Proyectos de la ONG.

dia_mujer_mauritania_manos_unidas_chica_joven_activista.jpgJóvenes contra la mutilación genital femenina en Mauritania

En Mauritania, la ONG trabaja para erradicar la mutilación genital femenina (MGF) –uno de los mayores atentados contra la integridad física y emocional de las mujeres– que, pese a estar prohibida, está muy arraigada en las comunidades rurales más empobrecidas del país africano.

«Trabajamos en las regiones del Gorgol, del Brakna y de Nouakchott norte y sur, donde la prevalencia de esta práctica ancestral alcanza a cerca del 90 % de las niñas y jóvenes. Lo paradójico es que suelen ser las propias mujeres las que someten a sus hijas y nietas a esta práctica, convencidas de que así debe ser por “mandato religioso”», explica Encarni Escobar.

En esta región, la asociación Citoyennes et Citoyens Débout (Ciudadanos y Ciudadanas en Pie) –socio local de Manos Unidas–, conocedora del impacto negativo de la MGF en la vida de las mujeres, trabaja para contrarrestar el argumento cultural que perpetúa esta práctica y demostrar que no responde a una disposición o mandato religioso.

El uso de las redes sociales es, según Escobar, fundamental para este fin: «Aprovechamos que las mujeres jóvenes son usuarias de redes sociales en su día a día, para que lideren las acciones contra esta práctica que la mayoría de ellas ha sufrido. Las jóvenes difunden la información a través de las redes y de vídeos que ellas mismas elaboran y, con esto, se está logrando un cambio de mentalidad de cara a las generaciones futuras», relata. (Ver más sobre este proyecto)

A pesar de que las mujeres que viven en países en desarrollo y en zonas rurales tienen en la agricultura su mayor fuente de empleo, la mayor parte de sus trabajos se desarrollan en la economía informal, lo que implica una mayor precariedad en todos los campos: salarial, sanitario, educativo, social… Además, solo el 15 % de las tierras del mundo está en manos de mujeres.

La difícil situación de las agricultoras palestinas

Por ese motivo, «Manos Unidas trabaja con las mujeres campesinas, cuidadoras de la tierra y de la vida, sobre las que descansa, en gran medida, la sostenibilidad del planeta, a pesar de que la mayoría no son dueñas de las tierras y no pueden acceder a créditos para mejorar sus vidas», asegura Escobar. «Nuestro trabajo se centra también en proveer a las mujeres de medios y capacitación para que puedan acceder a empleos mejor remunerados o para que monten sus propios negocios con los que conseguir ingresos que les permitan sacar adelante a sus familias, además de formarlas para que hagan valer sus derechos en el seno de sus familias y comunidades y conseguir que sus hijas no sean víctimas, también, de la discriminación que ellas sufren».

Un ejemplo de estos proyectos se lleva a cabo en el territorio palestino de Cisjordania, donde existe un alto porcentaje de tierras baldías y no cultivadas, a pesar de que, debido a la coyuntura geopolítica, una de las pocas alternativas se supervivencia para la población es precisamente el trabajo de la tierra y el cuidado de animales.

La pandemia ha hecho que para las mujeres de la zona sea urgente y prioritario la obtención de mejores rendimientos en la explotación agrícola y ganadera y la posibilidad de abrirse al mercado. «De esta manera, –asegura Escobar– el proyecto no solo ayuda a combatir la inseguridad alimentaria de muchas familias, sino que potencia la integración de las mujeres de la zona rural que, por razones económicas, políticas y culturales, siguen siendo el colectivo más marginado».

La iniciativa parte del socio local de Manos Unidas, PARC, que identificó las necesidades más urgentes de las agricultoras y las pequeñas productoras de ganado ovino de la zona. «Una vez identificadas esas necesidades, Manos Unidas está apoyando un proyecto para la formación y el acceso a equipamiento por parte de estas mujeres agricultoras y ganaderas vulnerables», relata Encarni Escobar.

La violencia contra la mujer y los impactos de la pandemia

La violencia contra la mujer es otro de los ámbitos en los que la ONG está haciendo un gran esfuerzo. «En Manos Unidas no podemos tolerar que el 30 % de las mujeres y niñas del mundo vivan con miedo a ser agredidas, a denunciar o a las reacciones en su entorno cercano tras las agresiones… Y todo ello ante la apatía de una gran parte de la sociedad», aseguraba recientemente Ricardo Loy, Secretario General de Manos Unidas y miembro del comité de género de la organización.

La ONG incluye en esa violencia la derivada de la trata, la utilización de la mujer como arma de guerra, las violaciones o las agresiones a las defensoras de los derechos de las mujeres o de las poblaciones más vulnerables, como los pueblos indígenas.

«En Colombia, por ejemplo, apoyamos a mujeres –como la recientemente asesinada Luz Marina Arteaga–en su trabajo de acompañamiento a las comunidades vulnerables o amenazadas. De la mano de la Corporación Claretiana Norman Pérez Bello, de la que era miembro Arteaga, Manos Unidas trabaja para denunciar el abandono institucional y la durísima violencia a la que hacen frente en Colombia –y en toda América Latina– las poblaciones indígenas y campesinas que tratan de defender o recuperar sus territorios ante la histórica desposesión que sufren por parte de Estados, proyectos privados extractivos y actividades ilegales como el narcotráfico.

La líder campesina, asesinada el pasado mes de enero, había recibido amenazas por su acompañamiento a las comunidades indígenas que reclaman la devolución de sus territorios en Matarratón y El Porvenir, en la Orinoquía colombiana. (Ver más sobre este trabajo)

Asimismo, la pandemia está suponiendo un grave desequilibrio está afectando de manera singular al día a día de millones de mujeres y niñas en el mundo. «Las medidas de confinamiento, las restricciones de movilidad, la crisis económica, el cierre de las escuelas y la masificación de los centros de salud, entre otros, están llevando a millones de mujeres a situaciones límite con una multiplicación de la carga de trabajo y estrés», explica Hernando. «Y esto tiene como consecuencia que el número de años para alcanzar la ansiada paridad haya aumentado en una generación, hasta situarse, según el Foro Económico Mundial, en 170 años», añade.

Aunque el enfoque de género es un eje transversal en todas las intervenciones y proyectos que lleva a cabo la organización, en los últimos tres años la ONG de la Iglesia católica ha aprobado 185 proyectos, por importe de 11,7 millones de euros destinados a promover, específicamente, los derechos y oportunidades de más de 375.000 mujeres. «Por experiencia sabemos que las mujeres son agentes fundamentales del desarrollo, de creación de renta familiar y de beneficios sociales; y las iniciativas y proyectos que apoyamos destinados a favorecer la equidad y la promoción de las mujeres son esenciales en el trabajo constante por la igualdad y por los derechos de las mujeres y las niñas, que llevamos a cabo desde hace 63 años», asegura Escobar.

Manos Unidas@ManosUnidasONGD

[CIDAF-UCM]


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