El acceso de África a los sistemas democráticos de tipo occidental, basados en la igualdad de derechos humanos, sociales y políticos, el sufragio universal y las libertades fundamentales es relativamente reciente. Este acceso de África a la democracia, tal como la entendemos los occidentales, tuvo lugar para la mayoría de los países africanos en la época de los sesenta. Con las independencias hubo elecciones para designar a los primeros líderes políticos que sustituyeron a la administración colonial, pero, salvo excepciones, fueron remplazados por sistemas de partido único, dictadores y líderes militares, aupados al poder por la fuerza de las armas. Ahora, al cabo de 70 años, resulta difícil reconocer en África democracias dignas de este nombre.
El interés del informe elaborado por Bartolomé Burgos es, precisamente, el de situar a África en su propio contexto evolutivo, sin necesidad de compararlo con los valores establecidos por Occidente. Hay muchas maneras de ser demócratas. África tenía, y tiene todavía, sistemas que privilegiaban el acatamiento a la autoridad de los jefes, el respeto a los ancianos y a las instituciones clánicas, así como a las costumbres religiosas y culturales del lugar. Del arraigo de las mismas, dependía la supervivencia del grupo.
Pero la sociedad africana no es estática. África da muestras de su vigor, adaptándose a la rápida evolución del mundo, pero marcando sus propios tiempos. La capacidad creativa de los africanos en temas culturales, religiosos, el cine, la literatura, las nuevas tecnologías es extraordinaria. Pero la vida rural va dejando sitio a una cultura ciudadana más abierta a las ventajas que ofrece el mundo moderno. Las ciudades son su principal laboratorio. Como dice el autor del informe “una nueva generación de grupos de presión se apodera de espacios olvidados por las instituciones políticas tradicionales. A una sociedad civil poderosa se añade una clase media vibrante que es, sin duda, importante para promover la rendición de cuentas y un gobierno receptivo”. Digámoslo con claridad: La sociedad africana quiere vivir en democracia con elecciones abiertas y justas, no quiere dictaduras ni gobernanzas corruptas, quiere libertad, acceso al trabajo y a la educación, a la salud y a la seguridad.
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