La temporada de recolecta y venta de tabaco ha comenzado en Zimbabue, el país africano que mayor producción de este vegetal presenta. Zimbabue, uno de los mayores productores y exportadores de tabaco a nivel mundial, se ha comprometido este año a luchar contra las dos principales consecuencias negativas de esta industria: la deforestación asociada al aumento de terreno cultivable y las altas tasas de trabajo infantil.

Grupos activistas en favor de los derechos humanos, ecologistas y consumidores a nivel internacional han hecho hincapié en la persecución de estas prácticas para garantizar la legalidad en todo el proceso de producción del tabaco, pero, sobre todo, para asegurar la salud de las personas implicadas en la industria y la sostenibilidad de la misma. En el año 2018, Human Rights Watch, la organización en favor de los derechos humanos, hizo público un informe en el que afirmaba que los menores de edad que trabajan en las plantaciones de tabaco lo hacían expuestos a los efectos nocivos de la nicotina y pesticidas tóxicos y que muchos de ellos presentaban síntomas asociados a la manipulación de las hojas de tabaco. En definitiva, los menores trabajan, a pesar de que la ley zimbabuense establece los dieciséis años como la edad mínima para hacerlo, bajo condiciones de riesgo y en incompatibilidad con la correcta formación educativa.

En un contexto en el que el 63 % de la producción nacional del tabaco de Zimbabue pasa por las manos de unos cien mil pequeños agricultores, existen problemas como la tala de árboles colindantes a los terrenos de cultivo para proceder al tratamiento de la hoja de tabaco. Por ello, algunas compañías han desarrollado un programa sostenible para la producción de tabaco, que incluso dota de semillas a los agricultores para generar explotaciones madereras sin recurrir a la tala indiscriminada.

Fuente: Africa News

[Traducción y edición, Mario Civantos González]

[CIDAF-UCM]

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