El pueblo de Kaseghe, lejos de las grandes ciudades, no tiene acceso a la red de distribución eléctrica. Pero nadie había contado con el ingenio de Paluku Kavatsawa, un artesano que ha construido una planta hidroeléctrica de madera. La planta permite ahora a unos cincuenta aldeanos poder ser económicamente autosuficientes, les ha cambiado la vida.
Kaseghe es un pueblo de unos 2.000 habitantes que se encuentra a 200 kilómetros de Goma, en el noreste de la República Democrática del Congo.
Gracias a este artesano, los residentes de Kaseghe vieron encenderse una bombilla por primera vez en su vida.
El “inventor” de este artefacto había observado que las mujeres del pueblo que trabajan en los campos, debían recorrer peligrosos caminos para llevar a moler los productos que cultivan, como por ejemplo la yuca. El molino más cercano se encuentra a unos tres kilómetros de Kaseghe y hay que cruzar un terreno montañoso y un denso bosque para llegar hasta allí. Se trata, además de un área donde los grupos armados siguen activos. Quedaba la solución de moler a mano, pero, obviamente, se necesita más tiempo y se requiere mucho más esfuerzo. Por lo tanto, decidió iniciar la construcción de la planta hidroeléctrica compuesta en un 95% por madera y ayudarse de un pequeño molino.
La planta está construida sobre el lecho de un río y la fuerza del agua hace que una rueda mueva una turbina. La turbina, también de madera, está conectada a unas poleas que hacen de molino. Este mecanismo activa un sistema eléctrico que produce corriente y está directamente conectado con las casas de los residentes.
La planta hidroeléctrica funciona según un principio colaboracionista. Cualquier persona que desee acceder al molino y tener también conexión eléctrica, deberá pagar una especie de «cuota» de 11 euros. Puede parecer una gran inversión, pero se trata de una inversión válida para toda la vida. Pero lo más importante está muy por debajo de lo que cuestan otras fuentes de energía: un generador cuesta 90 Euros más 15€ por cada lata de gasolina; un panel solar está sobre los 50€ y es muy difícil de conseguir en esta región.
Paluku Kavatsawa planteó su planta bajo un principio de colaboración: cada persona que paga el derecho de acceso también tiene el deber de mantener el generador. Cuando se produce un fallo, los habitantes del pueblo son ellos mismos los que lo arreglan con sus herramientas. Cuando se celebran acontecimientos tales como funerales, bodas o fiestas en la aldea, la electricidad es gratuita para todos los residentes. La escuela de la aldea también se beneficia de la electricidad gratis.
La invención de Paluku Kavatsawa ha tenido tanto éxito que no da abasto para satisfacer las demandas de muchos vecinos de la zona. Actualmente está buscando financiación para construir nuevas plantas de energía en otros pueblos de la zona.
[Fuente: lentrepreneuriat.net-Fundación Sur]