Difícil no admirar, viéndole trabajar completamente solo, a este intelectual alemán que llegó en 1991 a las colinas de Ngoa Ekelle, para enseñar el idioma alemán.
En 1998, Joachim Oelsner Adam comienza a viajar originalmente con la intención de conocer el país. Hasta la fecha ha recopilado casi sesenta mil archivos de imágenes, más de treinta mil obras musicales y otros tantos relacionados con la música de Camerún. El más antiguo de estos documentos procede de la década de 1950 y la mayoría a partir de 1960.
Para enfrentarse a la extrema delicadeza de viejas cintas Shellacks, a Vinilos de 45 rpm y de 33 rpm, o a los estudios de Radio Camerún, para sacar alguna cosa de las casetes rayadas, el investigador debe desplegar toda su paciencia.
«Gran parte de la memoria musical de Camerún se ha mantenido en las emisoras de radio, pero hay frecuencias de bandas que han sido maltratadas o destruidas. Esto hace el trabajo aún más difícil», afirma.
LA UTILIDAD DE UN TRABAJO
La determinación de este nativo de Leipzig, en la antigua Alemania del Este, no se puede poner en duda. Ha visitado a todos los vendedores de discos de alrededor de Yaundé, a menudo ha cogido el tren o el coche coches para encontrar cintas en «zonas alejadas» como las llama la gente de la capital.
El resultado es bastante sorprendente: mediante la manipulación de sonidos y diversos textos, ha logrado incorporar varios idiomas del país. Él habla, con autoridad, de innumerables artistas antiguos; donde los columnistas culturales más creíbles comenzarían a tartamudear.
Con este tipo de detalles Joachim Oelsner Adam está convencido de la utilidad de su trabajo en Camerún, negándose hasta ahora a no pocas generosas propuestas para ir a realizar el mismo trabajo en otros países.
Fundada en 2003, su asociación “Arc Musica” (Archivos de la música camerunesa) recibió el apoyo del Instituto Goethe de Camerun en 2009 y del Ministerio alemán de Asuntos Exteriores, a través de la Embajada de Alemania en Camerún, en 2012, para la obtención de los equipos necesarios para la digitalización de las bandas sonoras.
Pero, ¿quién cuidará y conservará esta riqueza a largo plazo? El investigador alemán no lo sabe, ya que ha hecho diferentes propuestas en este sentido, sin haber recibido respuesta alguna.
[Fuente: africapresse.com-Fundación Sur]