Túnez, que hasta ahora había sido considerada una de las democracias más estables del norte de África, sigue bamboleándose bajo la dirección de su actual presidente, Kais Saied. Tal y cómo este mismo aseguró el pasado domingo 12 de septiembre en una entrevista que le hicieron en la televisión pública del país, está en proceso de formar un nuevo gobierno, aunque aún no da una fecha concreta y es que Saied insiste en que “quiere elegir personas de absoluta confianza”.

Desde que el 25 de julio el presidente, amparado en el artículo 80 de la constitución tunecina, decidiera disolver el parlamento, han pasado más de los 30 días que otorga la ley. Hace ya más de mes y medio desde que los diputados perdieron su inmunidad y que el ex primer ministro Hichem Mechichi fuera destituido acusado de ser la causa de la corrupción tunecina.

Sin embargo, Saied ha decidido prolongar ese periodo indefinidamente e incluso amenaza con reformar la constitución. Apenas una década después de la primavera árabe, la democracia tunecina va deteriorándose cada vez más día a día, acercándose cada vez más al abismo de inestabilidad que reina en la región.

Fuente: Mena Affairs

[Traducción y edición, Alaitz Saez Suarez]

[Fundación Sur]

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