Dieciséis personas murieron en los enfrentamientos que se produjeron el domingo 19 y el lunes 20 entre pastores Fulani y partidarios de la antigua Seleka en el norte del país. Por otra parte, la violencia estalló también en el enclave musulmán de PK-5 en Bangui el lunes dejando 3 muertos.

La semana pasada, al menos diez personas murieron y varias resultaron heridas en un ataque en el noroeste del país. Los cascos azules de la minusca tomaron posiciones en la zona. Estos actos violentos tienen relación con los rebaños trashumantes de los pastores Fulani que provienen de Camerún y el Chad para hacer pastar a su ganado en el norte del país.

A menudo van armados para protegerse de los ataques de los ladrones de ganado y no dudan en llevar a cabo asesinatos, por venganza, en contra de las comunidades de origen de los grupos de los ladrones.

La población asustada prefirió regresar a sus casas para refugiarse. Hasta el lunes por la tarde, el tráfico estuvo paralizó en las principales avenidas de la capital y los almacenes y tiendas permanecieron cerradas debido a los renovados actos de terror.

Durante la jornada, el Ministro del Interior, Seguridad Pública y Administración Territorial centroafricano, Jean Serge Bokassa, condenó el secuestro de seis agentes de la policía y exigió su liberación inmediata.

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