Serie Grandes Mujeres Africanas: La Dra. Esther Tallah, por Bartolomé Burgos

8/03/2023 | Crónicas y reportajes

esther-tallah-2016.pngEn Febrero 2016, la Dra. Esther Tallah, de Camerún, recibió en Madrid el Premio Harambee a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana. De este acontecimiento se hizo eco la prensa nacional. ¿Quién es la Dra. Tallah y qué es el premio Harambee?

Precisar quién es la Dra. Esther Tallah es tarea compleja, aunque intentaré hacerlo a continuación. En cuanto al premio Harambee, lo otorga una ONG homonima, con un proyecto internacional de solidaridad, que promueve iniciativas de salud materno-infantil, promoción de la mujer y educación en África, sobre todo en África Subsahariana, a través de proyectos de desarrollo. Esta ONG lleva también a cabo actividades de sensibilización en el resto del mundo, difundiendo los valores, cualidades y posibilidades de futuro del continente africano.

Su familia

Esther Tallah nace en Bamenda, una pequeña ciudad, situada en el noroeste de Camerún. Su familia era modesta: madre viuda y nueve hermanos. Su padre había muerto siendo ella niña, pero su madre y sus hermanos mayores aseguraron que Esther y su hermana menor, las dos más pequeñas, tuvieran la oportunidad de estudiar. Esther se licenció en medicina, para ayudar a la gente de su país. Pensaba que, si ella hubiese sido médico durante la enfermedad de su padre, quizás hubiera podido salvar su vida. No tuvo la menor duda sobre qué especialidad elegir: quiso ser pediatra, tratar a los bebés. Esther Tallah, es madre de dos chicas (una, médico; otra, farmacéutica) y de un chico (ingeniero informático). Su marido murió después de una enfermedad prolongada, y, desde entonces, ella se ha consagrado por completo a proteger la salud de sus conciudadanos, como pediatra.

Su profesión: pediatra

Además de dedicarse a su profesión de pediatra, Esther es activista educadora, reconocida por su labor en favor de los derechos de las mujeres y la lucha por la prevención y el tratamiento de la malaria. Su andadura en medicina comenzó en el hospital de Yaundé, donde llegó a ser directora del servicio de pediatría.

Un día, en el 1998, recibió una llamada de la ONG española Plan International, dedicada a proteger los derechos de la infancia. Tallah pensó que la llamaban por error, pero los responsables querían una pediatra que coordinase sus programas de salud infantil, en Camerún. Ella aceptó colaborar, poniendo como única condición que esa tarea no la apartara de su vocación: el hospital y sus bebés. Lejos estaba ella de imaginar que aquel compromiso cambiaría por completo sus esquemas.

Una de sus mayores preocupaciones era la muerte de niños por causa de la malaria y otras enfermedades, que serían fácilmente evitables con unos hábitos básicos de salud. Ahí surge su vocación de educadora. Era necesario salir a los poblados y a las comunidades, encontrar a las familias y hacerles comprender esos hábitos de salud. En los poblados, a sus explicaciones añadía la distribución de material indispensable para garantizar la salud en las familias, especialmente en la lucha contra la malaria.

Lucha contra la malaria

Desde 2007, la Dra. Tallah es Directora de la Coalición Camerunesa Contra la Malaria. Desde dicha plataforma, lleva a cabo una lucha incesante contra una enfermedad que es causa de cuatro de cada diez muertes infantiles, y que, según Tallah, provoca en el país el fallecimiento de un niño cada dos minutos.

La malaria es un virus mucho más asesino que el zika, el ébola y la tuberculosis juntos”.

La educación de los padres y la distribución gratuita de casi nueve millones de mosquiteras, impregnadas de insecticidas, son los pilares de sus esfuerzos por superar la enfermedad. En esta tarea se hace ayudar por equipos responsables del recuento de hogares, para hacer llegar eficazmente a las familias las mosquiteras que necesitan. La Cruz Roja local es parte esencial de su estrategia para involucrar a las comunidades en la lucha contra la malaria. En cuatro años de vigencia de su programa, los índices de supervivencia de los niños, que alcanzan los cinco años de vida, se han multiplicado. En el 2000, en todo Camerún, morían unos 150 por 1.000 niños menores de cinco años. En 2015 solo eran 95.

Las estadísticas nacionales de los centros de salud indican que, en el 2015, el 19 % de las muertes se atribuían a la malaria, y el 48 % de todos los ingresos hospitalarios se debían a la sospecha de malaria grave. En cuanto a los niños menores de cinco años, más del 60 % de las muertes relacionadas con la malaria se registraron en las regiones del norte de Camerún.

Camerún se encuentra entre los 15 países con mayor carga de paludismo en el mundo. En 2018, contaba con el 3 % de todos los casos registrados en el planeta, lo que representa el tercer puesto de los casos en África Central (12,7 %). Sin embargo, entre 2015 y 2018 se ha avanzado bastante en su control. El número de casos se redujo en un 3 % de 254 a 245 por 1.000 personas de población en riesgo. Las tasas de mortalidad también se redujeron en un 16 %, entre 2015 y 2018, pasando de 0,53 a 0,44 por 1.000 de la población en riesgo.

Según la Dra. Tallah, con más recursos y con una campaña de educación para la salud, centrada en el empleo de mosquiteras en las casas de los ciudadanos del norte y de las zonas rurales, la malaria sería fácilmente combatible. Detectarla es tan simple como analizar una gota de sangre. La Dra. Tallah afirma que, para acabar con la malaria en Camerún en cinco o diez años, se requieren las siguientes condiciones: que el 80% de la población utilice mosquiteras y las renueve cada tres años, que se hagan campañas de fumigación en las zonas donde la malaria es estacional, que las mujeres embarazadas y los menores de cinco años reciban tratamiento farmacológico preventivo y que los infectados vayan al hospital.

En 2000 sólo un 3 % usaba la mosquitera. Cuando yo llegué, el número alcanzó hasta el 13 %. En nuestras campañas conseguimos que las utilizara el 60 %”.

Sobre el tema de las mosquiteras, la Dra. tiene las ideas claras: no basta con dar mosquiteras y que se usen, hay que reponerlas cada tres años, – y solo lo hacen cada cuatro o cinco -. Por eso, no solo hay que concienciar a la población, sino también a los gobiernos. La inseguridad, en cuanto a los fondos indispensables, es el problema mayor a que se enfrenta el programa de lucha contra la malaria. Las ayudas son bienvenidas, pero los Estados deben asumir la responsabilidad última.

La educadora

La Dra. Esther Tallah introduce la educación en su polivalente campaña. El futuro de las niñas, sobre todo en las zonas rurales del continente negro, está hipotecado, incluso a veces antes de su nacimiento, por matrimonios precoces y las tarea domésticas que les están asignadas; lo cual limita sus posibilidades de educación. Por eso, su proyecto educativo va más allá de la lucha contra el paludismo, aunque la incluye. Persigue la promoción e igualdad de la mujer africana. Por medio de la asociación EFEDI (Escuela, Familia, Educación Integral), la Dra. centra sus esfuerzos en la lucha por una educación de calidad para las mujeres africanas. El dinero del galardón Harambee, y los fondos recaudados en la campaña que sucedió al evento, fueron destinados a promover un colegio digno y bien construido, dedicado exclusivamente a niñas pobres de Camerún.

Esta iniciativa había sido precedida por la creación de un centro preescolar provisional, que contaba con 40 pequeñas. Su promotora quería ampliar el proyecto y extenderlo no solo por su país sino por toda África. En 2016, en Camerún el 52% de las niñas estaban sin escolarizar, porcentaje que ascendía a más del 70% en las zonas rurales. Según el Instituto para Estadísticas de la UNESCO, el 70% de las niñas camerunesas eran analfabetas. Los esfuerzos de la Dra. Tallah en el marco de la educación no tienen como objetivo: “educar a las élites, sino hacer aflorar el talento de cada niña y darle la oportunidad de llevar su educación hasta el final”.

El proyecto educativo de Esther Tallah contiene tres premisas básicas:

  • incluir a las niñas, para que todas puedan estudiar,
  • dar a los pequeños una educación global
  • e integrar a las familias en el proceso educativo.

Para asegurar el compromiso de los padres en la educación de su prole, los progenitores se reúnen mensualmente con los profesores para asegurar que los alumnos no reciban mensajes contradictorios. En el centro pretenden ir más allá de la adquisición de conocimientos:

se trata de formar personas válidas e íntegras; no de dar algunos conocimientos a las masas”.

En definitiva, el objetivo del proyecto es dar a Camerún hombres y mujeres formados, más allá de lo académico:

que puedan ser actores principales en el desarrollo del país”. Y la Dra. concluye: este proyecto “es, sin duda, la joya de la corona de mi vida”.

Bartolomé Burgos

Fuente imagen: Harambee @HarambeeONGD

[CIDAF-UCM]


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Autor

  • Bartolomé Burgos Martínez nació en Totana (Murcia) en 1936. Sacerdote miembro de la Sociedad de Misiones de África (Padres Blancos), es doctor en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma, 1997. Enseñó filosofía en el Africanum (Logroño), en Dublín y en las ciudades sudanesas de Juba y Jartum. Fue fundador del CIDAF (Centro de Información y Documentación Africana) a finales de los setenta, institución de la que fue director entre 1997 y 2003.

    Llegó a África con 19 años y desde entonces ha vivido o trabajado para África y ha visitado numerosos países africanos. De 2008 a 2011 residió en Kumasi, Ghana, donde fue profesor de filosofía en la Facultad de Filosofía, Sociología y Estudios Religiosos de la Universidad de Kumasi. Actualmente vive en Madrid y es investigador de la Fundación Sur.

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