Hace tan sólo unas pocas semanas a Fatma le costó encontrar, en las farmacias de El Cairo, el tratamiento para su padre, que sufre de cáncer. Hoy en día, después de una fuerte depreciación de la libra egipcia, el fármaco ha desaparecido. «Antes, todavía podía encontrarlo, en varias farmacias. Hoy ya no se encuentra», dice la profesora bajo un nombre falso.
Egipto sufre, desde hace meses, la escasez de medicamentos importados, algunos de vital importancia para tratar la diabetes, enfermedades del corazón, cáncer o insuficiencia renal. Pero la crisis se agravó aún más a principios de noviembre con la decisión de devaluar la libra egipcia, cuyo valor se ha reducido a la mitad, con respecto al dólar.
«Inmediatamente después de la decisión del Banco Central, las empresas de distribución nos informaron de que se había establecido una cuota para los medicamentos importados», lamenta Maryse Michel, una joven farmacéutica de 29 años en una zona muy concurrida de El Cairo. «Todos los días, el 40% de los clientes vienen buscando un medicamento que ya no tengo. «La gente compra por miedo a que falten o suban de precio, los almacenan para el futuro”
Los distribuidores argumentan que la importación de ciertos medicamentos o de sus componentes, comprados en dólares, ahora son más caros. Un sobre coste adicional que no pueden traspasar a la venta, ya que el gobierno impone un precio fijo para los medicamentos, de ahí la escasez. Un comunicado del Ministerio de Sanidad acusa, de la restricción del suministro, a las farmacias con objeto de obtener un aumento de las tarifas fijadas.
Egipto, socavado por una grave crisis económica desde el levantamiento de 2011 contra Hosni Mubarak, recibió el viernes un préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI). A cambio, el gobierno egipcio ha tenido que poner en marcha un programa de austeridad, con el riesgo de avivar el descontento social, en un país donde un tercio de los 90 millones de habitantes vive por debajo del umbral de la pobreza.
Desde hace meses, los egipcios luchan, cada día, para encontrar aceite o azúcar debido a la caída de la reserva de divisas. Y hoy le ha llegado el turno a los medicamentos en un país que, sin embargo, tiene una gran industria farmacéutica.
Mohi Hafez, funcionario de la cámara de la industria farmacéutica asegura que los distribuidores imponen estas cuotas para «controlar el flujo de productos» y evitar las roturas de stocks frente a una fuerte demanda. Por otra parte, añade, «el 99,9% de los componentes de los medicamentos fabricados en Egipto son importados». «Cuando el precio oficial del dólar ha pasado de 8,8 a 17,7, se hace muy difícil de sobrellevar». «Necesitamos que el Estado intervenga», suplica, al proponiendo un aumento de los precios de los medicamentos o mantener el tipo de cambio al nivel anterior para los productos farmacéuticos. «Si en dos o tres meses no encontramos ninguna solución, habrá un problema real», advierte.
El portavoz del Ministerio de Sanidad, Khaled Megahed, reitera que los distribuidores no conseguirán que se suban los precios, a pesar de la «presión». Su ministerio recurre a anuncios tranquilizadores, asegurando, por ejemplo, que tiene casi cuatro millones de recargas de insulina, «suficiente para siete meses».
«Las empresas quieren seguir haciendo un beneficio de 2.000%», bromea el Sr. Megahed. «Se propagan rumores, diciendo que no hay más insulina, no distribuyen a las farmacias, imponen cuotas», declaró a la AFP. Mientras tanto, los egipcios se las deben arreglar como mejor puedan. Unos se pueden permitir pagar altos precios, otros recurren al mercado negro. «Un medicamento que antes costaba 250 libras (14 euros), el mes pasado valía 1.200 libras (69 euros) » y este mes, habrá que comprarlo a unas 2.000 libras (115 euros)».
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