La familia Sankara nunca se ha reunido desde el asesinato del padre de la revolución de Burkina Faso en 1987. Hoy, después de la caída de Blaise Compaoré, renace la esperanza.
Es una familia rota, repartida por todo el mundo, que se ha reunido, como un solo hombre, el 31 de octubre, con la caída de Blaise Compaoré. No es que la esposa, el hijo, los hermanos y hermanas de Thomas Sankara, no hubieran llorado nunca su violenta muerte el 15 de octubre de 1987, pero viven este momento como una venganza de la historia. Es, en palabras de Valentín, el hermano menor de Thomas Sankara, un «alivio doble». Él es el que todavía mantiene el domicilio familiar y el que se ha convertido, de hecho, en el portavoz de todos los hermanos.
«Sentimos alegría porque es el final de una dictadura y también porque tenemos la esperanza de que se haga finalmente justicia comentó en la terraza de esta modesta casa ubicada a dos pasos del cuartel de Paspanga en el corazón de Ouagadougou. Tal vez sabremos finalmente quien ordenó el asesinato de Thomas».
Muchos creen que fue el propio Blaise, amigo íntimo de Thomas que tantas veces había comido en la casa de la terraza que hoy ocupa Valentín. El patriarca de la familia Sankara, que murió en 2006, le consideraba como a un hijo. Pero necesitan que haya un juicio para estar totalmente convencidos.
Durante sus 26 años de exilio, Mariam Sankara no volvió a Burkina más que una sola vez en 2007, con motivo del vigésimo aniversario de la muerte de su marido.
Tiene también la esperanza de poder ver a toda la familia reunida. Hecho que no se ha producido desde 1987. Algunos dejaron Burkina después de la muerte de Thomas, pero prometieron volver cuando cayera Compaoré. Bajo el mandato de Blaise, lo tenían prohibido, estaban vigilados.
Mariam, la esposa de Thomas, huyó del país en junio de 1988. Vivió durante años en Montpellier, en el sur de Francia. Al día siguiente del 31 de octubre, comentó, en varios medios de comunicación, su intención de volver. Hoy por hoy se ha vuelto más discreta. «Estoy a la espera de ver cómo evolucionan las cosas», confesó.
Sus dos hijos, Fhilippe, de33 años y Auguste de 31 años, viven en los Estados Unidos, en Nueva York. «Les llamaron después de la caída de Blaise. Estaban muy contentos», comentó Valentín. Allí en Nueva York, a menudo, se cruzan dos hermanos y dos hermanas de su padre Pascal, Paul, Pauline y Lydia, la más joven. Paul, el último de los chicos se fue casi al mismo tiempo que Mariam. «Era un estudiante comprometido. Estaba muy vigilado y tuvo que huir». Hoy en día, trabaja en una revista en Nueva York. «Antes no podía volver, pero ahora la puerta está abierta.»
Pascal, el siguiente a Thomas, se unió en el 2000 después de la muerte de su madre. Pauline que tiene un restaurante y una peluquería, ya estaba allí y Lidia, que trabajó en el Banco Mundial, los reencontró más tarde. El resto de los hermanos de los hermanos viven en Burkina: Florence, Valentin, Colette y Blandine. María, la segunda, que conocía muy bien a Blaise Campaoré, ha muerto.
¿Esperan que Compaoré se disculpe un día con la familia? «Él nunca lo hizo, ¿por qué iba a hacerlo ahora? Responde Valentin. Fue entonces, cuando mis padres estaban aún con vida, cuando debería haberlo hecho. Ahora no esperamos nada.»
Los padres de Thomas fueron enterrados en el jardín de la casa familiar. Sus lápidas es lo primero que se ve cuando entras. Contiene fotos amarillentas (incluyendo una en la que vemos a Thomas, rodeado de todos sus hermanos, a su regreso de Madagascar). «Esta casa pertenece a la familia desde 1956 o 1957. Todos hemos crecido aquí», afirmó Valentín con un deje de orgullo en su voz. Algunos, de hecho, querrían hacer aquí un museo.
[Fuente: jeuneafrique.com-Fundación Sur]