¿Qué opciones le quedan al presidente Bashir de Sudán?

31/01/2019 | Opinión

Sudán es uno de los pocos países africanos cuyos ciudadanos fueron pioneros en los levantamientos populares posteriores a la independencia en 1964 y 1985 que obligaron a renunciar a los regímenes militares gobernantes. El levantamiento popular se ha convertido en una de las normas políticas a las que recurren los sudaneses para redefinir su contrato social con el estado.

El levantamiento popular actual es diferente de los anteriores en términos de líderes, intensidad, popularidad, duración, extensión y número de muertos. Aunque este levantamiento fue provocado por la decisión del gobierno de quitar subsidios a productos básicos esenciales, es una manifestación de la fragilidad estructural económica, política y social del estado de Sudán. A diferencia de los levantamientos anteriores, este levantamiento está diseñado por las nuevas fuerzas de jóvenes que están bien informados, conectados y equipados con apropiada tecnología y redes sociales que el régimen no está preparado para contener.

El programa de islamismo político adoptado por el Partido del Congreso Nacional (PCN) para gobernar Sudán después de recuperar el poder mediante un golpe de estado en 1989 no solo ha resultado en la separación de Sudán del Sur sino que también ha causado un enorme sufrimiento humano y agonía que ha contribuido a este levantamiento y relegado a Sudán a uno de los estados con peor desempeño en el mundo. Este levantamiento pacífico ha adoptado un canto similar al de la Primavera Árabe que dice «El pueblo quiere derrocar al régimen» y pide que el presidente Bashir renuncie. El levantamiento parece recuperar más fuerza y revitalizarse a sí mismo cuanto más brutalmente es reprimido por el Gobierno.

No hay duda de que el levantamiento ha desafiado y puesto en duda la legitimidad del presidente Bashir y la agenda política islámica en Sudán. Si bien muchos observadores, y en particular activistas sudaneses, ven que este levantamiento llevará, eventualmente, al final del régimen del presidente Bashir, algunos observadores realistas ven lo contrario. Es probable que el levantamiento persista y continúe sin perder fuerza, mientras que el gobierno está decidido a reprimirlo hasta que se agote.

De hecho, Sudán se encuentra en la encrucijada, ya que algunos observadores consideran que el presidente Bashir no tiene más opción que defenderse a toda costa, mientras que los manifestantes están decididos a ver un cambio de régimen y la renuncia de Bashir. Si dicha confrontación continúa, y a pesar del comportamiento cívico que exhiben los pacíficos manifestantes, Sudán está destinado a un punto de ebullición sangriento y un caos que pueden resultar en un escenario similar al de Siria o Libia.

Este levantamiento solo puede ser parado por la decisión personal del presidente Bashir. Esto plantea la verdadera pregunta de quién está con Bashir y qué opciones están disponibles para él. La retirada de 22 partidos políticos, incluidos partidos políticos islamistas, del diálogo nacional iniciado por el presidente Bashir y su pedido de que renuncie y forme un consejo de soberanía y un gobierno de transición, es un golpe político a la legitimidad del presidente Bashir.

Muchos observadores ven también que el ejército se ha movido desde su lealtad absoluta a Bashir a una posición neutral e incluso, en algunos casos, se está aliando con los manifestantes. El Servicio Nacional de Inteligencia y Seguridad (NISS, por sus siglas en inglés) que ha sido muy leal a Bashir y ha sido parte integral de su partido gobernante, el PCN, ha comenzado a culpar al gobierno por su mala gestión de la crisis económica. Eso ha, también, debilitado el control de Bashir sobre los asuntos del gobierno. Incluso la fuerza militar especial llamada «La Fuerza de Apoyo Rápido» que se formó para proteger a Bashir y su régimen ha tomado una posición neutral hacia el levantamiento y su liderazgo ha criticado públicamente al gobierno por la crisis económica, incluso más que los partidos de la oposición.

La base política de Bashir se está, también erosionando ya que el PCN está dividido y desapareciendo de la escena política. Muchos informes creíbles han presentado al PCN como un mero grupo corrupto de interés propio. Bashir se queda con solo unos pocos partidarios leales de su partido que quisiera que luchara hasta el final. Además de la división dentro del PCN, hay, también una fricción entre los defensores del régimen. La Asociación de Estudiosos Musulmanes de Sudán, un cuerpo de clérigos patrocinados por el estado, considerado como conservador y leal a Bashir, ha criticado, por primera vez, al gobierno por la crisis económica que ha provocado el levantamiento y ha pedido la rendición de cuentas de los funcionarios responsables de la actual crisis económica.

omer_hassan_al_-bashir-2.jpgAunque muchos activistas y manifestantes sudaneses ven que la única opción disponible para Bashir es renunciar, tal opción puede ser errónea. Bashir puede, ciertamente, tener otras opciones. Basado en mis conversaciones con varios expertos sudaneses y no sudaneses sobre Sudán, Bashir puede recurrir a una de las siguientes opciones:

La primera opción razonable para Bashir es renunciar voluntariamente y entregar el poder al ejército nacional con un gobierno tecnocrático para supervisar la transición a un gobierno constitucional democrático.

El presidente Bashir puede dejar el país como lo hizo el expresidente tunecino, Zine El Abidine Ben Ali, e ir a otro país que pueda garantizar su seguridad y protección contra el arresto de la Corte Penal Internacional o decidir quedarse dentro del país, como hizo el primer presidente sudanés, Ibrahim Abboud en 1964 y el expresidente egipcio, Hosni Mubarak. Esta opción es poco probable ya que el ejército nacional es demasiado débil y los manifestantes pueden no aceptar tal opción, ya que el actual ejército nacional es un ejército politizado del partido gobernante, el PCN. Algunos observadores ven esta opción como poco probable, ya que el presidente Bashir rechazó ofertas similares con garantías lucrativas.

La segunda opción para el presidente Bashir es declarar que no se presentará a la presidencia en las elecciones generales en 2020 y permitir la formación de un gobierno inclusivo de transición de unidad nacional para supervisar la transición a un gobierno constitucional democrático. Es probable que esta opción sea aceptada por el presidente Bashir, pero los manifestantes no la verán como una opción, ya que están decididos a ver a Bashir renunciar.

La tercera opción es que el presidente Bashir desafíe el levantamiento y declare un estado de emergencia para permitirle reprimirlo violentamente. Muchos observadores consideran que esta es la opción más probable, pero muy probablemente produciría más derramamiento de sangre y obligaría a los pacíficos manifestantes a volverse violentos, con algunos viendo probable la opción de la lucha armada como la única forma de obligar al presidente Bashir a renunciar. Este escenario sería similar al de Siria y Libia y daría como resultado un desplazamiento masivo e inmenso sufrimiento humano.

La cuarta opción es que Bashir pida disculpas públicamente al pueblo sudanés por las atrocidades cometidas durante el levantamiento y lleve a juicio a quienes cometieron crímenes y son responsables del asesinato de manifestantes. También podría solicitar un diálogo genuino e inclusivo de mesa redonda con el compromiso de que durante este diálogo nacional renunciaría a sus poderes como presidente y se convertiría en presidente honorario. El objetivo sería crear un entorno político propicio para un verdadero diálogo nacional y la formación de un gobierno de transición con poderes e influencia reducidos del PCN. Esto aseguraría, también, la participación de miembros islamistas moderados, como en el caso del gobierno tunecino despues de la Primavera Árabe. Es probable que esta opción sea considerada por Bashir y aceptada por los manifestantes si un organismo de confianza lo facilita. Sin embargo, el compromiso de continuar como presidente ceremonial puede no ser aceptable en el clima actual de protestas extremas.

La quinta opción es que el presidente Bashir declare algunos cambios de cosmética en su gobierno eliminando a algunos de los islamistas radicales y llevando a juicio a los acusados de cometer atrocidades durante el levantamiento y de corrupción e iniciar programas específicos para calmar la ira de los jóvenes. Los manifestantes no aceptarán esta opción, ya que están decididos a ver a Bashir dimitir.

La salida de Bashir del poder es solo cuestión de tiempo y el levantamiento actual parece acortar el tiempo para tal salida. El resultado probable de las opciones antes mencionadas depende de lo que se puede hacer ahora para persuadir a Bashir de que acepte la opción que tendría en cuenta sus preocupaciones y diera respuesta a las demandas de los manifestantes. Es probable que prevalezca la tercera opción, pero puede llevar a más violencia y caos. Aunque es difícil conocer la psicología de Bashir, algunos observadores lo describen como arrogante y demasiado seguro de sí mismo, con un orgullo tradicional excesivo del grupo étnico jaliní y de oficiales militares sudaneses. Estos factores no le permitirían aceptar ninguna opción que ponga a prueba su orgullo. Algunos observadores consideran que Bashir está menos preocupado por la CPI que por su orgullo si renuncia al poder. Esto puede ser una sobreestimación del nivel de resistencia de Bashir, ya que puede estar preocupado por no enfrentar el temible destino de los líderes derrocados por la Primavera Árabe.

A diferencia del expresidente tunecino, Zine El Abidine Ben Ali, Bashir estaría muy preocupado por la CPI y se prepararía para quedarse dentro de Sudán, si él renunciara. Esto puede requerir que el Consejo de Seguridad de la ONU solicite a la CPI, en virtud del Artículo 16 del Estatuto de Roma, que aplace el procesamiento del Presidente Bashir y le ofrezca el incentivo para que renuncie voluntariamente. Además, incluso si Bashir renunciara, la grave crisis económica que enfrenta Sudán no sería fácil de resolver. Esto requerirá una enorme asistencia externa de la comunidad internacional para atender las necesidades inmediatas de supervivencia de los manifestantes y los ciudadanos.

La única institución que puede proporcionar una plataforma fiable para el diálogo entre los manifestantes y el gobierno es el Panel de Implementación de Alto Nivel de la Unión Africana encabezado por el Presidente Mbeki. El Panel, bajo la dirección del Presidente Mbeki, será capaz de encontrar un acuerdo consensual y movilizar los recursos financieros necesarios de los países occidentales y los estados del Golfo para rescatar a Sudán de su crisis económica. La cuarta opción puede proporcionar a Sudán un camino para una transición pacífica a un gobierno constitucional democrático.

El autor es miembro del Centro de Estudios Estratégicos de África, la Universidad de Defensa Nacional de los EE. UU., El Instituto de Investigación para la Paz de Oslo (PRIO), el Instituto del Valle de Rift y la Universidad de Juba.

Luka Kuol

Fuente: Sudan Tribune

[Fundación Sur]


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