Argumento que solo un desarrollo sostenible y ecológico, a través de una economía colaborativa para el Bien Común, podrá satisfacer las necesidades humanas básicas y facilitar una buena convivencia social.
INTRODUCCIÓN
Soy consciente del riesgo que supone intentar analizar el contexto socio-económico de todo el Continente Africano. Me limitaré pues a señalar ciertos factores relevantes y que son señalados por algunos economistas de nivel internacional.
Con una experiencia misionera formidable de 35 años en Uganda, me siento un privilegiado, y deseo compartir con los lectores de Africana, mi visión, experiencia y compromiso para colaborar en la construcción de un continente africano, donde los pueblos puedan satisfacer todas las necesidades básicas, para una vida digna.
Analizaré brevemente el contexto socio-económico del continente africano, su potencial inmenso, tanto humano como natural, así como los retos más urgentes, indicando al final algunas propuestas de desarrollo sostenible que muchos economistas reconocidos presentan actualmente, como la única alternativa al depredador “sistema socio-económico actual, injusto e inhumano en su raíz”. (Alegría del Evangelio, nº. 59).
Existe un nuevo renacer, y como nunca en la historia anteriormente, hoy podemos elegir el futuro, pues disponemos de los recursos y medios necesarios. Tenemos una gran responsabilidad, afirman estos economistas.
África es un continente inmenso y de culturas diversas. En lugar de ver esto como un impedimento para el desarrollo, el continente debe aprovechar esta rica diversidad cultural en su búsqueda de desarrollo económico y debe cambiar ciertas actitudes de sus pueblos en relación con: el trabajo responsable, la confianza interpersonal, el tiempo, la juventud y las mujeres.
Mi prisma de observación, análisis y propuestas, se encuentra en África oriental, en Uganda, y por tanto lo expuesto en este informe está relacionado más directamente con el África subsahariana.
1. Contexto socio-económico del África subsahariana y del continente africano.
Al analizar cualquier contexto socio-económico particular, somos también conscientes de que la globalización nos relaciona hoy con todos los pueblos del planeta. Todas las sociedades del universo, así como todas las dimensiones de la vida humana, están globalmente interrelacionados y este intercambio cultural, social y económico es irreversible y ante todo beneficioso.
Cuando llegó la comunicación digital a Karamoja, región del Sahel, al norte de Uganda, en 2002, con la compañía sudafricana MTN, los Tepes, subgrupo de los Karimojong y de los Massai, donde yo vivía, pensaron que había llegado a la región una locura nueva. Veían como algunos funcionarios y maestros de Moroto, capital del distrito, hablaban y se reían solos, y sospechaban una nueva enfermedad mental. Incluso nombraron un grupo de vigilancia para verificar si este tipo de locura era contagiosa! Cinco años más tarde, ya gozan de los móviles, que les vienen muy bien, incluso para coordinar los robos de ganado a las tribus vecinas.
África vive la globalización, se ha apuntado a la tecnología y al progreso. África es también imprescindible en este mundo globalizado, por el potencial joven africano cada día más numeroso y educado, y por sus abundantes recursos naturales y minerales. Los gobiernos y multinacionales más poderosas siguen invadiendo África.
Las actividades políticas, económicas, culturales, deportivas, etc. son cada día más globales. Las nuevas fusiones de grandes empresas aumentan continuamente, y su poder, condiciona excesivamente las economías de los gobiernos regionales. Vivimos un “cambio de época”, y uno de los rasgos más evidentes es “el divorcio entre el poder financiero globlal y la politica lastimosamente local”, afirma Zygmun Bauman.
Es evidente que esta globalización y la creciente inversión de los grandes poderes financieros, beneficia sobre todo a los poderosos, dejando a los países africanos dueños de las abundantes materias primas, recoger las migajas que caen de los acuerdos impuestos sobre ellos.
Pensar que algunos nuevos países poderosos, como: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, (BRICS) llevarían una nueva política financiera al continente africano, es algo que no corresponde a la realidad contrastada sobre el terreno.
Aunque el crecimiento económico en el continente africano sube, al ritmo de un 5%, se trata de un beneficio económico para unas minorías. El número absoluto de personas empobrecidas sigue aumentando en África, como también aumenta la cruel desigualdad social entre una minoría en la opulencia y la gran mayoría en la miseria.
La pobreza extrema afecta ya a más de 350 millones de personas en África subsahariana, según la ONU.
Incluso los países que parecían ser los motores económicos del continente africano, como: Sudáfrica, Nigeria, Egipto, Angola, Kenia, están sufriendo actualmente un retroceso en su crecimiento económico, debido sobre todo a la egoísta gestión de muchos de sus líderes políticos que, como aquí, son corruptos e irresponsables.
El desempleo juvenil, que en muchos países como Uganda, alcanza el 85% de la juventud, así como la pobreza severa, expropiación de recursos, la indignación social, la violencia, drogas, perdida de cerebros y tráfico de las personas más vulnerables, son algunas de las más dolorosas consecuencias, de esta mala gobernanza.
Esta es la constatación más indignante, que mientras existen abundantes recursos para un desarrollo autentico de todos los países africanos, así como la ciencia y tecnología que sigue llegando de países más avanzados tecnológicamente, la gran mayoría de las sociedades africanas no llegan a cubrir sus necesidades básicas diarias, debido principalmente a la gestión irresponsable de gran parte de los líderes políticos y agentes sociales, y a la falta de oportunidades para una vida digna.
Por último, el mismo sistema capitalista liberal, siendo injusto e inhumano en su raíz, solo puede generar más pobreza para la mayoría, más corrupción y más esclavitud.
Por tanto argumento que, el mero crecimiento económico a cualquier coste humano, no significa desarrollo sostenible para todos, que integrarse en cualquier tipo de globalización, aunque puede facilitar un intercambio de bienes y servicios, no llega a sanar las raíces de las injusticias y de la corrupción, y que seguir con una economía depredadora y globalizada, servirá para marginar y descartar a un mayor número de personas y sociedades abandonándolas en la miseria, al borde del camino.
“Los planes asistenciales, que atienden ciertas urgencias, solo deberían pensarse como respuestas pasajeras. Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales” (Alegría del Evangelio .n.202.)
Según el Informe de Bo Ibrahim de 2016, se constata en África una cierta mejoría en los ámbitos de la democracia, turismo y de algunas economías, así como algún retroceso en los campos de la gobernanza, del respeto a los Derechos Humanos y de la seguridad.
2. Por una economía sostenible y ecológica, con rostro humano, con justicia social y equidad.
“Nunca en la historia de la humanidad, hemos tenido tanto crecimiento económico, ni tantos logros de la ciencia y de la tecnología, como disponemos en la actualidad. Entonces, la pobreza debería estar ya superada y la gente debería vivir feliz con sus necesidades cubiertas. La realidad es muy distinta”. Así habla el economista Jeffrey Sachs, promotor de los Objetivos del Desarrollo Sostenible de la ONU.
Todos los pueblos necesitamos más crecimiento económico, pero no de cualquier tipo, ni a cualquier coste humano y social. Según Sachs, La economía global ha crecido de forma increíble, pero sin justicia y sin igualdad, también en África.
Todos los países necesitan más energía, pero queremos una energía limpia y renovable, que no contamine nuestra Casa Común.
Los países emergentes, como Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, (BRICS), prometían en los años 90, la creación de empleo, una distribución de la riqueza más equitativa y un mayor respeto de los derechos humanos. Pero estas promesas no se han cumplido, ni en sus propios países ni en la escena global. Aunque han realizado algunas inversiones en tecnología e infraestructuras, su objetivo primordial sigue siendo la explotación de los recursos africanos. Solo los propios pueblos africanos, todavía expropiados por financieros internos y externos, podrán ser capaces de su propia liberación y autentico desarrollo.
China reiteró con insistencia que nunca construiría una base militar en África, como los EEUU. Pero ya tiene su primera base militar en Yibuti, para asegurar sus negocios en el continente africano. Como decía el profesor Lord Acton en 1895, “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”, y su actualidad es evidente, en todo el globo.
Todos los poderes financieros globales seguirán volcándose en África negra, ante todo como depredadores de las abundantes reservas minerales y naturales del continente, mientras los propios pueblos oprimidos no se levanten como responsables de su futuro y como pioneros de su propio desarrollo sostenible.
Escribe el papa Francisco: “El hecho es que el hombre moderno no está preparado para utilizar el poder (y recursos) con acierto, porque el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores y conciencia.” (LS: Cuidado de la Casa Común. nº105)
Sachs afirma que “nos enfrentamos a dos crisis medioambientales: el calentamiento del planeta, por la polución, y a la destrucción insostenible de los recursos naturales. Además la humanidad pronto llegará a los 8.000 millones de habitantes. El egoísmo es la nueva religión, y la propiedad privada sin límites, es su forma de vida”.
El economista estadounidense identifica así la raíz principal de tanta explotación y desigualdad, causado por los agentes del sistema capitalista liberal. Los poderes financieros dictan las reglas del juego para todo el crecimiento económico global, y por tanto beneficia ante todo a las multinacionales empresariales y bancarias.
Sachs defiende una economía sostenible y ecológica. Para él, “las compañías petroleras deberían cerrar lo antes posible. Necesitamos mucha energía y la tenemos, pero la queremos ecológica y renovable, para un desarrollo sostenible de todos”.
Los países emergentes (BRICS), y sus promesas, están decepcionando a los países africanos, que ya no aceptan firmar cualquier acuerdo comercial, y que exigen que los recursos naturales y minerales se elaboren en los propios países africanos de origen, para que ellos sean los primeros y principales beneficiarios.
Según Paul Krugman, las economías emergentes de los años 90, no eran el resultado de políticas económicas de un nuevo tipo, como se había argumentado, sino que las altas tasas de crecimiento se debían a elevadas tasas de inversión de capital y aumentos espectaculares en la mano de obra. Pero la productividad total de los factores de esos países, no se incrementó, lo cual revela que tecnológicamente esas economías no han sido especialmente eficientes.
Krugman argumenta que, por su parte, los economistas neoliberales insistían en la capacidad del mercado para corregir los desequilibrios mediante la flexibilización de los salarios y los precios. Estos economistas, dice él, cayeron en el error de subestimar las recesiones y se concentraron únicamente en el cambio tecnológico y en el crecimiento económico. Es necesario responder de acuerdo con las diferentes situaciones y además propone analizar a fondo el carácter de las crisis, pues son evidencias de problemas estructurales que deben ser solucionados. Considera que un aumento de la inversión pública permitiría recuperar el empleo y reactivar la economía productiva para el bienestar social.
Por tanto las auténticas alternativas a la explotación actual de los recursos africanos y un atentico desarrollo sostenible, no vendrán de ningún país o empresa extranjera, ni siquiera de los propios gobiernos africanos y empresas regionales por ser locales, sino que surgirán de una nueva política económica que ponga al ser humano en el centro y a la participación social con todos los medios disponibles y contratos, al servicio del bien común.
Así piensan reconocidos economistas a nivel mundial: Jeffrey Sachs, Angus Deaton, Oliver Hart y Paul Krugman, todos premios Nobel de Economía, que van de acuerdo con la doctrina social de la Iglesia, y particularmente con la visión del papa Francisco.
Dice Jeffrey Sachs: “El desarrollo sostenible se centra en el bienestar del ser humano. La justicia busca siempre satisfacer las necesidades básicas de todas las personas. Para esto los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible son fundamentales. La economía actual crece, pero sin justicia y sin igualdad. Queremos todos los medios económicos y ecológicos para mejorar la calidad de vida de cada persona. Queremos una economía ecológica”.
En “Cuidado de la Casa Común“, escribe el papa Francisco: “La ciencia y la tecnología, como la globalización no son neutrales, sino que pueden implicar, desde el comienzo hasta el final de un proceso, diversas intenciones o posibilidades, y pueden configurarse de distintas maneras…Las finanzas del rédito ahogan el desarrollo humano integral, la inclusión social y el cuidado medioambiental”.LS.nº.109-114)
“La dignidad de cada persona humana y el bien común son cuestiones que deberían estructurar toda política económica, pero a veces parecen solo apéndices agregados desde fuera para completar un discurso político sin perspectivas ni programas de verdadero desarrollo integral “ Alegría del Evangelio. Nº203
“La ecología humana es inseparable de la noción del bien común, un principio que cumple un rol central y unificador en la ética social.” LS. Nº156
Renace la esperanza al ver que en muchos países africanos: Argelia, Marruecos, Egipto, Sudáfrica, Nigeria, Tanzania, etc. tienen programas prioritarios para desarrollar la energía renovable, particularmente, la: hidráulica, la eólica y la solar. Esto supondrá un gran paso en la consecución de un desarrollo sostenible y ecológico.
“Salvar el planeta no hundirá la economía”, afirman Krugman, Sachs y otros. Hay muchas decisiones que tomar en cosas como el aislamiento y el diseño de los edificios. Y, lo que es aún más importante, hay muchas formas de generar electricidad: biomasa, gas, nuclear, hidroeléctrica, eólica y solar. Permítanme añadir, por cierto, que la falacia de Pielke –la idea de que hay una relación invariable entre el crecimiento y la contaminación- también se la creen algunos partidos que piensan que salvar el planeta significa acabar con el crecimiento económico. Lo que de verdad necesitamos es un cambio en la forma de crecer y nuevo tipo de crecimiento que signifique desarrollo sostenible para todos los pueblos y el planeta, particularmente los pueblos africanos, ricos en recursos, pero empobrecidos.
La relación entre democracia, economía y justicia social es real pero ambigua. Muchos políticos se aferran a sus puestos de poder, a pesar de estas imputados por su corrupción e irresponsabilidad, aduciendo que ellos obedecen a la democracia. Dicen incluso que ellos no están por encima de la justicia, pero que tampoco la justicia está por encima de la democracia.
La “democracia” se utiliza por demasiados políticos como última referencia para intentar cubrir toda clase de abusos y corrupción. Pero la última referencia no debe ser la democracia sino la ética y el bien común, porque existen leyes aprobadas que son injustas, como la pena de muerte.
Cuando el centro de nuestra visión y compromiso personal y social, son la dignidad humana, los derechos humanos y el bien común, entonces la democracia real, la política financiera, la justicia social y la ecología se complementan.
3. Nuevas Iniciativas para un Desarrollo Sostenible, promovidas por los Economistas, Movimientos Sociales, y el Acuerdo de 194 Naciones (ONU) con la Agenda 2030.
La consecución de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS), dice Sachs, requiere la colaboración de los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y las universidades para poner todos los medios, recursos, innovación y tecnología al servicio del ser humano, fomentando un desarrollo sostenible e integral para todos los pueblos.
Aquí se habla de una economía sostenible que promueva un desarrollo sostenible, una sociedad inclusiva y un compromiso global. Esta economía sostenible, semejante a las otras iniciativas de las economías llamadas: colaborativa, solidaria y del bien común, promueven el bienestar del ser humano la convivencia pacífica de toda sociedad. Un 35% de las actividades económicas en Europa siguen la economía colaborativa. Para 2025, se llegará a un 64%, según estos economistas.
Algunos expertos distinguen entre: las plataformas de economía compartida, como: AirBnB, Uber, Calify, etc, y las actividades de una economía realmente colaborativa, como: cooperativas agrícolas o industriales, comercio justo, banca ética y todas las actividades para el Bien Común.
Estos economistas insisten en que los ODS suponen la única alternativa real para desarrollar una nueva política económica inspirada de principio a fin, en la dignidad humana, derechos humanos, desarrollo sostenible y en el bien común. Así mismo insisten en que los gobiernos y las empresas no podrán hacerlo, porque no piensan ni saben cómo hacerlo. Además, solo persiguen sus objetivos de lucro. Todas las universidades, en mutua colaboración, deben poner toda la innovación y las tecnologías al servicio de este desarrollo sostenible.
Sachs pide a los universitarios: “Vosotros jóvenes y la sociedad civil, sois responsables de vuestra propia comunidad y nación. Trabajar para que el Mediterráneo sea el centro de un desarrollo sostenible entre Norte y Sur. Es el reto de vuestra generación. Queremos un crecimiento que signifique desarrollo sostenible y necesitamos mucha energía, pero que sea sostenible y ecológica.” Esto es parte del renacer de un mundo nuevo en África y todos los continentes.
Los numerosos y nuevos Movimientos Sociales que continúan brotando en muchos países por todos los continentes, son un gran fuente de esperanza, probablemente la más relevante de todas, para promover una nueva economía humana y ecológica.
En los 45 países de África Subsahariana existen ya 32 Movimientos sociales o ciudadanos importantes, que en muchos casos ya han defendido la democracia de su país. Algunos ejemplos: “J’en ai marre” en Senegal, “Filimbi” de la RDC, “Balai Citoyen” en Burkina Faso, “Trop c’est trop” en Chad, “Ca suffit” en RDC etc.
Existen además 92 Movimientos Populares de agricultores, en 65 países, que también buscan activamente: trabajo, techo y tierra para todos. Las tres “T” significan las necesidades básicas para una vida digna. Todos estos movimientos, no buscan llegar al poder, ni ser partidos políticos. Luchan con medios pacíficos para defender la democracia real, la Constitución, reclamar el respeto a los derechos humanos, la creación de empleo y el bien común. Además su participación y relevancia especial consiste en que operan y colaboran a nivel internacional, gracias a las Redes Sociales.
Según los economistas mencionados, los ODS son la prioridad absoluta y más ambiciosa en los próximos años, hasta el 2030, para las 194 naciones (ONU), que firmaron el Acuerdo. Insisten además que si fallamos en desarrollar los ODS, no existe otra alternativa a la actual economía que deshumaniza. El compromiso de los gobiernos es más bien verbal y solo la sociedad civil puede exigir y liderar cambios.
Del 16 al 19 de mayo 2017, tuvo lugar en Addis Abeba, la importante reunión anual, organizada por la Comisión Económica de las Naciones Unidas por África, en colaboración con la Unión Africana, para evaluar y potenciar la implementación de estos ODS, con el lema: «Asegurando un Desarrollo Inclusivo y Sostenible para todos»
CONCLUSIÓN:
Todo cambio social de envergadura requiere, además de un claro proyecto de desarrollo sostenible, un compromiso colaborativo para realizar el largo y exigente proceso de transformación, hacia sociedades que en África y en el globo, puedan vivir con dignidad y solidaridad.
Los ODS integran un espíritu de colaboración y pragmatismo para elegir las mejores opciones con el fin de mejorar la calidad de vida de forma sostenible, para todos los pueblos. Son una Agenda inclusiva y abordan las causas fundamentales de la pobreza, las injusticias sociales y los desafíos ecológicos, en África y en el globo.
Todo cambio comienza con la información: por tanto os invito a cada lector de Africana a buscar en Google: Los Objetivos del Desarrollo Sostenible, para que los conozcáis bien toda la familia. Pasadlo también a vuestras amistades. Podéis imprimir los 17 Objetivos en forma de poster, para una continua sensibilización y colaboración.
¿Cómo mejorar la participación social en la gestión de producción, mercado y consumo responsables, de tan abundantes recursos naturales, económicos y tecnológicos, para construir un mundo más humano, justo y sostenible?
¿Cómo y dónde podemos encontrar la fe, la sabiduría y la voluntad que nos guíen en este proceso educativo y compromiso colaborativo de cambio, tan vitales para mejorar el cuidado solidario de nuestra familia humana y de nuestra Casa Común, en África y en todo el Globo?
Hoy podemos elegir el futuro, a través de la participación social y cambio de estructuras. Tenemos una gran responsabilidad ante la sociedad y ante la historia.
Lázaro Bustince Sola. M.Af.
11.4.2018
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