Nuestro mundo tiene una grave deuda social con los pueblos empobrecidos, porque les priva de agua potable, de educación y de acceso a otros recursos necesarios, como tierra, casa y trabajo para una vida digna.
La forma de entender el progreso económico de muchos empresarios está causando el saqueo y la acumulación de los recursos disponibles por grandes empresas, privando a más de media humanidad de los bienes necesarios para una vida humana digna.
El crecimiento demográfico es compatible con el desarrollo integral y solidario. Sabemos además que se desperdicia un tercio de los alimentos producidos.
Se sigue privatizando montes, bosques, ríos, mares y hasta los propios alimentos, abandonando a la mayoría más empobrecida. La inequidad afecta a individuos, gobiernos, pueblos y naciones dejándolos con mayores deudas a devolver.
Estamos maltratando a pueblos enteros, países y regiones de África, privándolos de sus recursos debido en parte al paradigma tecnocrático, que está arrasando la economía, la libertad y la justicia. Este sistema político y económico nos está llevando a la degradación humana y ecológica.
“El sistema social y económico es injusto en su raíz”, afirma el papa Francisco (nº 59 E.G.). Esto se delata especialmente en el trato de los inmigrantes, y de las mujeres que sufren la exclusión, abusos, y marginación total.
Economistas de prestigio global (Jefrey Sachs), proponen interesantes reflexiones:
- Los seres humanos son más que “seres económicos”, también tienen necesidades orientadas a los demás y son capaces de equilibrios cooperativos y de promover una convivencia digna para los demás, respetando la casa común.
- De la abundancia de recursos debemos llegar al compartirlos de forma justa.
- Compartir los recursos con los demás nos lleva a mejorar la calidad de vida.
La clave reside en situar al ser humano y al bien común en el centro mismo de toda la actividad política y económica.
Cuando tantos gobernantes, dictadores y empresas poderosas controlan el poder y los recursos, para su propio beneficio económico, privando a la mayor parte de la humanidad de lo necesario para una existencia humana y pacífica, vamos camino de la desintegración y de la cosificación de lo que debería ser una familia humana.
Otro punto que resaltan los economistas de prestigio es que los cambios de criterios y de calidad en la gestión de los recursos no vendrá nunca de los gobernantes ni de los poderosos, sino de las sociedades y de los pueblos, mejor informados y más comprometidos para trabajar juntos por un nuevo orden y ética de valores, en la gestión del poder y de los recursos.
El aumento de “trumpeteros” ya no nos sorprende, pero sí lo hace el aumento de los seguidores manipulados. Esta realidad nos lleva a un problema de fondo: la cuestionada calidad de laeducación y la falta de valores humanos en nuestra sociedad.
Pensadores y educadores, con formación científica y de valores humanos, como el papa Francisco, Angela Merkel, Federico Mayor Zaragoza, Audrey Azoulay, etc., nos dicen, que debemos priorizar un acuerdo global para una educación integral, científica y ética. Ese será el auténtico fundamento de una gobernanza y convivencia realmente humana y solidaria, elegida por una sociedad animada por la ciencia y los valores humanos.
CIDAF-UCM