Lo reconozco, la palabra “tolerancia” llega a tostarme. He preguntado a muchas personas, especialmente adolescentes, qué significa para ellos el concepto, tan manido y tan inculcado desde el lenguaje políticamente correcto. ¿Saben la respuesta?
La tolerancia como concepto es un arma de doble filo y si no lean a Locke y entenderán a qué me refiero. Efectivamente las respuestas obtenidas me han llevado, prácticamente en todos los casos, a observar que los jóvenes entienden la Tolerancia desde la postura de aquel que consiente al contrario, pero piensa que está equivocado, por tanto no deja de ser un concepto simbiótico con el de la posición de superioridad de aquel que “tolera”.
Mi pregunta es: si el lenguaje cambia el pensamiento por qué no dejamos de utilizar “el palabro guay” y lo cambiamos por EMPATÍA, por ejemplo.
Porque cuando una trabaja con personas sin techo, emigrantes, personas de múltiples países y culturas tan diferentes, percibe como “desde la tolerancia”, por ejemplo se les trata como a niños y niñas, cuando son personas mucho más curtidas en vivencias que aquellos que procuramos darles un cobijo y unas herramientas para adaptarse a nuestro país cuando así nos los solicitan.
Percibo ese trato infantil hacia los africanos especialmente, también observo miradas tolerantes hacia ellos (pobrecitos incultos, no deben ni tener capacidad de razonar). Que no exagero, que lo veo todos los días:
¿Por qué tu mamá no te lava con este maravilloso y blanqueante jabón? Piensen si desde el buenismo o la tolerancia podemos tratar de tú a tú a nuestros iguales o bien subliminalmente seguimos alimentando la otredad
Original en : Filoantropa
