Si el último virus transmitido por mosquitos estalla en África el continente estaría menos preparado que cualquier otro para hacer frente al brote.
La fiebre zika es una enfermedad viral transmitida por mosquitos. Se sospecha que conlleva el nacimiento de bebés deformes. El virus se transmite a los humanos cuando un mosquito Aedes infectado pica a una persona. La trasmisión directa de persona a persona parece producirse a través del contacto sexual.
El virus se ha propagado a 23 países en la región de América del Sur. Brasil ha sido el más afectado con más de 3.700 casos. Aunque el brote en Brasil ha recibido la mayor atención el virus se ha extendido desde entonces más allá de las islas de Cabo Verde, frente a la costa del Senegal, Samoa y Tonga aunque éstas no formen parte del África continental.
Hay intentos globales para detener la propagación del virus. Ha sido declarado como una emergencia internacional por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por el Centro de los EE.UU. para el Control de Enfermedades.
Existen varias razones por las que África está menos preparada para hacer frente a un brote del virus zika. Entre ellas la capacidad muy limitada de sus laboratorios, la falta de expertos y financiación.
Capacidad limitada de los laboratorios
En primer lugar, la capacidad de los laboratorios para detectar el virus es limitada. Aunque se conocen las características clínicas del virus zika, éstas no son específicas. Estas características pueden referirse a otras enfermedades conocidas, tales como la malaria, que tiene algunos, aunque por supuesto no todos, de los mismos signos y síntomas.
El hecho de que el zika pueda aparecer como distintas enfermedades hace que las pruebas de laboratorio para detectar el virus sean imprescindibles. Pero no hay pruebas suficientemente objetivas. Esto es diferente de enfermedades o infecciones como la malaria o el VIH/SIDA que están clínicamente probados.
Pero la falta de capacidad de los laboratorios no es exclusiva de África, en países con altos ingresos este problema se mitiga mediante el envío de las pruebas a un laboratorio nacional. Por ejemplo, en los Estados Unidos las muestras obtenidas de los casos sospechosos de zika se envían al Centro de Control de Enfermedades. En el Reino Unido la agencia responsable es el laboratorio de virus desconocidos e importados.
Aunque Sudáfrica tiene el Instituto Nacional de Enfermedades Transmisibles, que podría trabajar con las pruebas, muchos otros países no tienen esta capacidad. Ejemplos de los pocos laboratorios comparables a éste fuera de Sudáfrica son el Virus Research Institute de Uganda y el Centro de Excelencia de Genómicas de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de redentores en Nigeria. Pero la mayor parte del continente no tiene la capacidad humana y de infraestructura necesarias para diagnosticar el zika.
Falta de expertos
La capacidad de las instalaciones no son el único desafío. También lo es la falta de expertos sanitarios a nivel nacional y regional para hacer frente a un posible brote. Este es un problema que necesita atención urgente no sólo a efectos del virus zika sino para hacer frente a las infecciones emergentes y reemergentes. Hay mucho que aprender de la epidemia de ébola que se extendió por varios países de África Occidental en 2014 y 2015.
Para abordar eficazmente el brote de ébola, la cooperación y colaboración internacional fue vital. Los gobiernos nacionales afectados, las naciones vecinas y la ayuda internacionales se unieron para frenar la propagación de la enfermedad. Por ejemplo, Uganda y Sudáfrica enviaron varios equipos de profesionales sanitarios a Liberia y Sierra Leona.
La cooperación internacional continúa en cuanto a la búsqueda de una vacuna, así como el tratamiento y cuidado de enfermos de ébola. Es sabido que los sistemas de salud débiles son más susceptibles a las epidemias de enfermedades infecciosas.
Otro de las lecciones que el brote de ébola debería enseñar a África y al mundo entero es que, en términos de una propagación de la enfermedad, ningún país es una isla. Aunque puede que no haya transmisión local de zika en un país determinado, no hay garantía de que un país no tenga ciudadanos que viajen o que vuelvan al país de origen con la enfermedad.
A diferencia del ébola la trasmisión del zika hace necesaria la presencia del mosquito Aedes como intermediario o bien darse un contacto sexual entre una persona infectada y un individuo sano. Por lo tanto las necesidades de control de las fronteras en el caso del ébola son más estrictas que en el caso del zika. Un infectado de zika que viaje de un país a otro corre el riesgo de no ser diagnosticado y de no recibir los cuidados necesarios más que de transmitir la infección.
La Oficina Regional Africana de la Organización Mundial de la Salud, a diferencia de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), no proclama avisos ni directrices aparte de los marca la sede en Ginebra.
Ya en julio de 2013, la Cumbre de la Unión Africana identificó la necesidad de un centro africano para el control de enfermedades, siguiendo el modelo del de los EE.UU. Entre sus responsabilidades estarían la vigilancia y la respuesta e incluiría un centro de operaciones de emergencia. Aunque el centro ya ha sido creado, aún tiene que manejar su primera epidemia. Hasta que el Centro Africano para el Control de Enfermedades esté completamente activo, no hay una entidad comparable para África.
El resurgimiento de enfermedades como el zika demuestra a los estados y a los expertos africanos, así como a la comunidad internacional, que deben unir fuerzas para fomentar la capacidad de respuesta a la enfermedad.
Adamson S. Muula, Profesor de Epidemiología y Salud Pública, Universidad de Malaui
enca.com
Fundación Sur