Una misión de evaluación ha calificado la situación de seguridad como satisfactoria con un mínimo riesgo tanto para el personal como para los delegados. Después de un año de incertidumbre desde que las protestas contra la decisión del presidente Pierre Nkurunziza de presentarse a un tercer mandato comenzaran, la Comunidad del África Oriental (The East African Community), (EAC), ha declarado ahora a Burundi como seguro para albergar sus actividades. La EAC suspendió sus actividades en Bujumbura en el período previo a las elecciones de junio de 2015 a raíz de las protestas de los activistas que insistían en que la candidatura de Nkurunziza violaba la Constitución, a pesar de que el máximo tribunal del país le había declarado como candidato a la presidencia.
La semana pasada, una misión de seguridad de la EAC integrado por representantes de los otros cuatro estados socios estuvo en Burundi durante cuatro días para evaluar la situación. El equipo publicó un informe que mostraba que estaban satisfechos con la seguridad en Burundi «su estado de seguridad es satisfactorio para la continuación de las actividades con un riesgo mínimo para el personal y los delegados». La misión estaba integrada por el director adjunto del Ministerio de Asuntos Exteriores y de la EAC, Aman Mwatonoka, el director de inteligencia estratégica y cuarteles militares de Uganda, David Lumumba, el asesor de Asuntos de la EAC en el Ministerio de Seguridad Pública de Burundi, Emmanuel Niyonizigiye, y el director de asuntos políticos en el Departamento de Estado de Kenia, David Njoka. Según la delegación, Burundi ha vuelto a la normalidad especialmente en la capital, que fue el punto de acceso para la violencia que se cobró más de 500 vidas y llevó a miles a huir del país.
El embajador de Kenia en Burundi, Ken Vitisia, pidió a los países de la EAC que apoyaran a Burundi para poner fin a la crisis política. «Burundi tiene mucho que agradecer a la CEAC, sobre todo en el sector agrícola, que todavía no está desarrollado», señaló el Sr. Vitisia.
La misión de evaluación de la seguridad regional también pidió a la Secretaría que convoque urgentemente una reunión bilateral entre Burundi y Ruanda, cuyas relaciones continúan deteriorándose.
Ruanda ha acusado a Burundi de albergar al grupo rebelde FDLR, que se vincula con el genocidio de 1994 contra los tutsi. Burundi y las Naciones Unidas, por el contrario, han expresado su preocupación por la participación de Ruanda en el entrenamiento militar de refugiados de Burundi con el objetivo de derrocar al Presidente Nkurunziza. Recientemente, Ruanda ha deportado nacionales de Burundi. La provincia del Norte de Kirundo, Burundi, en la frontera con Ruanda recibió más de 3.000 de ellos. «Hemos estado recibiendo deportados cada día y la mayoría de ellos han sido transportados a sus hogares nativos, aunque algunos tenían dificultades para encontrar a sus familias ya que habían estado en Ruanda durante muchos años», señaló un administrador local en Bugabira. Las autoridades de Ruanda afirmaron que muchos deportados no habían podido legalizar su estancia en el país, pero que eran libres de regresar después de hacerlo. De acuerdo con las comunidades locales que viven a lo largo de la frontera entre los dos países, la gente rutinariamente usa sus tarjetas de identidad nacional y cruzan la frontera para visitar familiares o para trabajar en las granjas. Muchos burundeses se han integrado con los ruandeses. Desde el inicio de la crisis política, muchos ruandeses también han abandonado Burundi temiendo que pudieran ser objeto de represalias.
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