Sudáfrica se vuelca este viernes en las celebraciones para conmemorar la memoria del ex presidente Nelson Mandela fallecido hace un año. Oraciones, plegarias y discursos se suceden en una larga jornada de homenaje.
Hace justo un año la “nación del arco iris” perdía su figura paterna, «Madiba», como es llamado cariñosamente los sudafricanos, por su nombre de clan. Murió a los 95 años y es reverenciado por su trabajo a favor de la reconciliación nacional después de años de apartheid.
El jefe Khoïsan, Ron Martin, descendiente de los habitantes originarios de Sudáfrica fue, simbólicamente, el elegido para abrir las ceremonias. Sus primeras palabras fueron: «llevamos 20 años viviendo en democracia gracias a Mandela».
Quemando hierbas en la larga espiral de un cuerno de koudou, agradeció a Mandela todo su trabajo antes de que se produjeran las oraciones de cristianos, hindúes, musulmanes, judíos e incluso rastafaris.
«Le echo de menos», dijo con voz temblorosa Ahmed Kathrada, compañero de prisión de Mandela: «Le echo de menos no sólo como un líder político, sino también como un hermano mayor.»
Graça Machel, viuda del premio Nobel de la Paz, tomó, a continuación la palabra en la sede del gobierno, adonde se trasladó la ceremonia, vestida de negro y con un pañuelo de color amarillo en el hombro.
«Sé que Madiba está en buena compañía (…), este pensamiento me ha ayudado mucho a lo largo de todo este año», declaró ella, acariciando la lista de compañeros de lucha de Mandela que no han tenido el honor de ser nombrados Nobel de la Paz pero que deben ser recordados como él, para que la memoria del mundo no olvide que la lucha contra el apartheid fue colectiva.
«Tuve el privilegio singular de ser el hombro en el que él se apoyaba en el ocaso de su vida y estaré eternamente agradecida de que me eligiera para estar ahí», dijo Graça de 69 años.
El gran ausente, el presidente Jacob Zuma, que presidió el año pasado los diez días de luto nacional. Para ahorrarse los abucheos durante la ceremonia viajaba a Pekín para un foro de empresarios China-Sudáfrica.
El arzobispo Desmond Tutu, muy crítico con Zuma, hizo un llamamiento a sus compatriotas: “nuestra obligación con Madiba es seguir construyendo la sociedad que él imaginó (…) Una sociedad basada en los derechos humanos (…). En la que todos puedan disfrutar de la abundancia que Dios le ha dado a nuestro país. En la que todos puedan vivir con dignidad, juntos».
Toda Sudáfrica fue luego llamada a guardar tres minutos y siete segundos de silencio, durante los cuales sonaron las campanas de todas las iglesias, después, tres minutos más de silencio, que simbolizan los 67 años de acción política de Mandela, de los cuales pasó de 27 detenido en la cárcel.
Numerosos eventos e iniciativas se han previsto para este fin de semana en todo el país. Muchos artistas se concentrarán en el escenario de la Fundación Nelson Mandela. Una marcha pacífica de recuerdo de cinco kilómetros tendrá lugar el 13 de diciembre en las calles de Pretoria y pasará por delante de la sede del gobierno.
En Johannesburgo, frente a la casa Houghton, donde murió rodeado de su familia en la tarde del 5 de diciembre de 2013, se reunieron un puñado de activistas de la oposición Alianza Democrática y un grupo de turistas australianos y americanos que pasaban por allí bajaron de su mini-bus y realizaron una oración improvisada todos juntos.
Esta unanimidad que no tiene nada de fachada y que hace aumentar la asistencia a los museos dedicados a Mandela después de su muerte y a su casa de Someto, dejan entrever, sin embargo, algunas grietas.
La conocida columnista del periódico digital Maverick, Sisonke Msimang escribía:
«Mandela hizo lo que necesitábamos a principios de 1990. Hoy necesitamos claramente una nueva voz (…). Una de las lecciones más dolorosas de estas dos últimas décadas es darse cuenta de que a pesar de que la pobreza sigue siendo, en gran medida, patrimonio de los negros, muchos sudafricanos blancos no creen necesariamente que esto sea una consecuencia del apartheid”.
[Fuente: jeuneafrique.com-Fundación Sur]