Los partidos políticos de Zimbabue enfrentados están a punto de dejar pasar otra vez el plazo para concluir las negociaciones sobre los temas más importantes de su acuerdo de reparto de poder, con el surgimiento de graves diferencias.
El presidente de Suráfrica, Jacob Zuma, que fue nombrado por la Comunidad de Desarrollo del África Austral, SADC, para mediar en las negociaciones entre los tres partidos en el gobierno de unidad, había dado a los negociadores hasta el 31 de marzo para concluir las conversaciones.
El presidente Zuma hace 15 días dio esperanzas en que la agenda de reformas del gobierno inclusivo, que ya lleva existiendo 18 meses, hubiera vuelto a funcionar, cuando anunció que el Zanu PF del presidente Robert Mugabe, y el MDC, del primer ministro Morgan Tsvangirai, se habían puesto de acuerdo en un “paquete de medidas”.
Pero Mugabe ha dicho recientemente en una reunión del comité central de su partido que no habría acuerdo en las negociaciones hasta que las sanciones impuestas a su círculo cercano de colaboradores por parte de Occidente, fueran levantadas.
El anciano líder dijo que ni iba a ceder a las demandas del MDC que le exigen que expulse de sus cargos a los miembros de su partido que están al frente del Banco Central y de la oficina del fiscal general.
Además, Mugabe calificó de tonterías los informes que afirman que él se ha mostrado de acuerdo con admitir al tesorero general del MDC, Roy Bennett, como viceministro de agricultura, y que han acordado una fórmula para el nombramiento de los gobernadores provinciales.
El MDC asegura sentirse desconcertado por las declaraciones del presidente Mugabe, porque el partido creía que las conversaciones iban a finalizar. “Estamos sorprendidos”, declaró el portavoz del MDC, Nelson Chamisa, “Es una maniobra política del Zanu PF, y no conocemos las motivaciones, si no están jugando sus juegos políticos, eso significa que volveremos al arbitraje del presidente Zuma”.
El acuerdo político firmado entre el Zanu PF y las dos formaciones del MDC especifica un calendario para las elecciones del año que viene, que seguirán a un referéndum sobre una nueva constitución.
Sin embargo, el progreso depende de que los partidos concluyan las negociaciones a tiempo e implementen las principales reformas.
Tsvangirai va a presentar un ambicioso plan que relajará las draconianas leyes de medios y seguridad del gobierno, para finales de este año, pero los analistas dicen que su éxito será destruido por los discordantes en la coalición.
Los donantes occidentales se han negado a ayudar al gobierno de unidad de más de un año de antigüedad, a reavivar la maltrecha economía del país, hasta que el acuerdo de reparto de poder esté puesto en marcha plenamente.
(Daily Nation, Kenia, 30-03-10)
