Namibia (2) de Windhoek a la frontera con Sudáfrica

3/11/2010 | Bitácora africana

windhoek

A Windhoek

El día 17 de Mayo salgo para la capital. Son 5 horas de viaje atravesando un paisaje árido, casi desértico, pero la carretera está en buenas condiciones. El centro de Windhoek es muy bonito y agradable, con una mezcla de colonial y moderno, y se nota la huella alemana a pesar de haber estado aquí solamente 30 años. Una bonita iglesia de principios del siglo XX domina desde una colina la ciudad, y cerca veo un monumento del tiempo de la colonia.. Cuando leo el texto me cuesta creerlo: es un homenaje al general alemán que en 1907 aplastó la rebelión de los Hereros, produciendo la matanza de más de 7.000 de ellos.

.- Cómo mantenéis todavía un monumento de este tipo?- le pregunto a un negro.

.- Porque es historia; pero los que lo construyeron hace tiempo se tuvieron que ir del país- me dice con no disimulado orgullo.

– De acuerdo pero al menos podía haber al lado un recuerdo para los miles de nativos masacrados- le contesto.

Tengo la impresión de que estos detalles son peajes que estos países pagan por su independencia. Voy a las afueras y aparece otra Windhoek: a diferencia de otros países africanos que he visitado hay electricidad y agua, pero casas destartaladas y sucias se amontonan en calles estrechas y sin pavimentar. Aquí viven los Oxibamba, Herero, Damara etc, y mientras tomo una erveza hablo con algunos de ellos a la puerta de un bar.

.- Los propietarios de todos estos negocios que ves en la calle principal son blancos que sólo se acercan por aquí para recoger el dinero- me comentan con cierta amargura.

Arreglos a Ibiletxe

Por fin aquí encuentro un servicio Volkswagen, y tienen prácticamente de todo!.Las malas carreteras (o en algunos casos incluso la falta de ellas) han hecho mella en Ibiletxe, y debo cambiar todos los soportes de goma del tren delantero, un rodamiento trasero y los dos delanteros que ya tienen alguna holgura, y arreglo un soporte de la barra de suspensión que iba medio roto y metía bastante ruido. La factura es bastante alta pero Ibiletxe se lo merece. Me llama la atención el coste de la mano de obra: 35 E:/hora!: es decir precios europeos en un país donde mucha gente vive con menos de un euro al día.

A Sosussvlei

Aquí, en pleno desierto de Namib, se encuentran las tan fotografiadas y famosas dunas. tomo dirección sur, y en Rooboth tomo una pista a la derecha. Vuelven a aparecer las grandes y repugnantes cucarachas que invaden literalmente la pista. En realidad están en ella pues con con el paso de los vehículos muchas son aplastadas y sirven de comida a las demás, que a su vez pronto serán alimento de otras. De nuevo el paisaje árido y desolado, que se extiende hasta donde alcanza la vista. Lo único que rompe la monotonía son las vallas que sin piedad cercan todo el terreno, y allá en algún lugar a lo lejos habrá un rancho donde vivirán blancos bien servidos por negros. Hace años, cuando la Sudáfrica del aparheid controlaba Namibia, se expulsó de estas tierras a sus propietarios negros, se dividió y valló todo el terreno y se entregó a granjeros blancos. Hay un movimiento reivindicativo para recuperar estas tierras, pero el gobierno actual del Swapo se opone a estas reivindicaciones, pues tal vez teman la venganza de los blancos, tal como está pasando en Zimbabwe.

Nueva avería

En Solitaire al parar a tomar combustible empiezo a perder aceite. Miro debajo y nuevamente el cárter se ha roto. Pasado el primer momento de estupor, pienso que nuevamente Ibiletxe a tenido la delicadeza de romperse en el sitio adecuado. Supongo es consecuencia de los golpes recibidos en los últimos meses, y podía haberse roto en el Congo donde continuamente iba pegando contra piedras que se encontraban en los grandes charcos que pasé, pero entonces me habría encontrado literalmente vendido y habría sido carne de cañón para los muchos advenedizos que se dedicaban a extorsionar a los que tenían algún problema. Sin embargo al romperse en la gasolinera nuevamente el motor se ha salvado, y si no la puedo arreglar aquí mismo la podré remolcar a Windhoek o a Swakopmund. Duermo en el camping que hay al lado, y mañana veré qué es lo más conveniente.

A Walvis Bay

Con las herramientas que tengo es imposible sacar el cárter, así que no me queda más remedio que llamar al servicio de grúa para que me remolquen a Walvis Bay, cerca de Swakopmund. Son casi 200 Km y aunque cuesta al final soltamos el cárter, lo llevan a soldar y el 20 de Mayo Ibiletxe está otra vez preparada para continuar el viaje.

De nuevo a Sossusvlei

Vuelvo a ir hasta Solitaire, y de allí a Sesriem a las puertas del desierto de Namib, donde duermo en la carretera protegido por las estrellas.

Ya en el parque poco a poco van apareciendo las dunas, y según me adentro en él aumentan de tamaño. Es todavía muy temprano y con la luz del sol van cambiando de color: es todo un espectáculo. A los 50 km. aparece a mi derecha la duna 45. Subo a ella, me siento en la cima, y mi cabeza cual cámara cinematográfica va girando lentamente, tratando de retener en su interior tanta belleza. Pero no tengo mucho tiempo, pues quiero ver todo el parque en el día. Bajo y continuo otros 10 km hasta llegar a Sossusvlei. Aquí se acaba la carretera, y enfrente mía hay una barrera infranqueable de dunas que llegan hasta el mar.

Le pregunto a un empleado del parque:

.- A la derecha tienes la duna más alta, 350 m., y el valle de la muerte- me mira de arriba abajo y continúa:

.- Pero técnicamente es un poco complicada de subir; mejor puedes hacer la duna de la derecha que da nombre al parque-.

.-Tan deteriorado le parezco?- me digo a mí mismo. Por supuesto no le hago caso y me voy a ascender la duna más alta. A cada paso que doy mis pies se hunden en la arena resbalando en ella y dando la impresión de que apenas avanzo. Sin embargo cuando llego a la cima la vista es impresionante. Me encuentro rodeado de un mar de dunas de variadas formas y colores, que el viento va modelando a su capricho. Tantas veces he visto estas dunas en fotografías que ahora me parece mentira esté en ellas! Bajo por una fuerte pendiente de arena hasta el valle de la muerte, y ciertamente lo que encuentro en el es eso: muerte. Es un paisaje desolado con el suelo fuertemente erosionado, donde cientos de árboles secos se mantienen en pie a duras penas. Parece como si una noche, hace ya muchos años, mientras dormían, el agua que los alimentaba hubiese desaparecido de repente, sumiéndolos en un sueño eterno. Tal como están me dan la impresión de ser una escultura gigante de algún artista genial.. Antes de marcharme aún me da tiempo de subir a la duna de la derecha, y para cuando me voy a las 4,30 me doy cuenta que me he cansado pero ha merecido la pena.
A Sudáfrica

Continuo hacia el sur por una pista paralela al desierto, y en Aus me desvío a la derecha para ir a Lüderitz. Es una carretera nueva, asfaltada, que nuevamente se adentra en el desierto; a veces la carretera se abre paso como puede entre la arena, y el sol del atardecer que lo tengo enfrente mía va pintando las dunas de diferentes colores. Continuamente carteles a ambos lados de la carretera me anuncian que no debo salir de ella ni pararme. En los alrededores hay minas de diamantes, y no sé si temen que si me bajo de Ibiletxe me encuentre algunos al borde de la carretera!.
Cerca ya de Lüderitz aparece a mi derecha un pueblo fantasma utilizado por los mineros, pero ya abandonado hace más de 50 años.

Lüderitz

Al anochecer llego a Lüderitz, pequeña ciudad bañada por el mar. Apenas tengo tiempo de buscar un aparcamiento adecuado en una calle tranquila. Al día siguiente veo que he aparcado en el centro antiguo de la ciudad, y me veo paseando por una calle que podría ser la calle de cualquier pequeño pueblo alemán. Es como una ciudad dormida en el tiempo, que se siente segura en su aislamiento. Fue fundada a finales del siglo XIX por su proximidad a las minas de diamantes, y a pesar de los cajeros automáticos, los nuevos edificios y sus modernos supermercados tiene un algo que pertenece al pasado, en especial la zona de la bonita bahía con sus casas señoriales construidas entre los peñascos y las rocas.

Fish River Canyon

Es una de las maravillas de Namibia. Pero a 60 km de ella se me revienta una rueda trasera, y dado que estoy circulando por una pista en no muy buenas condiciones me parece bastante arriesgado seguir sin rueda de repuesto. Con pena doy media vuelta y me dirijo a la frontera de Sudáfrica que está bastante cerca: si tengo suerte podré llegar sin problemas hasta la primera ciudad y comprar un par de cubiertas nuevas.

Frontera de Sudáfrica

En Noordoever está la frontera que la paso sin ningún problema. Muy cerca está la de Sudáfrica, y después de casi un mes de estancia en Namibia, el 26 de mayo me dirijo hacia ella.

Adiós Namibia

Ciertamente lo que me decían que contigo empezaba otra África era cierto. Para empezar carreteras bien asfaltadas ( por las que, todo hay que decirlo, circulan en su gran mayoría coches conducidos por blancos) y pistas en buenas condiciones; Cuando abres el grifo sale agua ( como debe de ser), hay electricidad las 24 horas del día, y en los bien surtidos supermercados se pueden comprar alimentos a precios asequibles, a diferencia de otros países de África. Supongo que en todo esto tiene que ver que a diferencia de otros países de África el hombre blanco vino para quedarse y, aunque una minoría que no llega ni al 10%, es el que ha conformado este país, con la ayuda de la Sudáfrica del aparheid, que estuvo aquí durante 70 años. Pero me da la impresión de que tus ciudadanos blancos todavía no son conscientes de que, al menos en teoría, ya no gobiernan el país, y que tus ciudadanos negros, la gran mayoría, aún no han dicho la última palabra. Esta situación, y salvando las distancias, me recuerda a Malaysia, donde la mayoría malaya controla el gobierno y la minoría china la economía. Pero allá al menos los descendientes de chinos son un 25%. Que te vaya bien pero esa tranquilidad de la que gozas actualmente, ese turismo fundamentalmente para ricos que has desarrollado podría explotar algún día no lejano, si no intentas solucionar las grandes diferencias sociales existentes.

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Autor

  • Santacara, José Eladio

    José Eladio Santacara nacido en la localidad navarra de Carcastillo, es ingeniero de telecomunicaciones y viajero impenitente, entre otras hazañas cuenta con un viaje alrededor del mundo y posteriormente un viaje recorreiendo muchos paises africanos, Marruecos, Sahara, Mauritarnia, Senegal, Guinea, Malí, Costa de Marfil, Ghana, Togo, Benin, Nigeria, Camerún, Gabon, Congo, Angola, Namibia, Sudáfrica, Mozambique, Bostwana, Zambia, Malawi, Tanzania, Kenya, Etiopía, Sudán y Egipto. Probablemente se nos habrá quedado alguno.

    José Eladio Santacara en su página web www.munduatamusika.com fue relatando las jornadas de este periplo por África que ahora encontraremos en la Bitácora Africana

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