Unos 8,5 millones de personas estaban registradas para votar en las elecciones presidenciales en Chad, convocadas para el pasado 6 de mayo. Los resultados provisionales se esperan para el 21 de mayo y si ningún candidato obtiene más del 50 % de los votos, se llevará a cabo una segunda vuelta el 22 de junio. Las principales preocupaciones de los votantes son la seguridad, la economía, el alto costo de la vida y el acceso al agua y a la electricidad; los primeros dos, en particular, han sido temas recurrentes durante la campaña electoral.
El principal candidato, el general Mahamat Idriss Deby, es el presidente de transición que llegó al poder bajo el gobierno del partido Movimiento Patriótico de Salvación (MPS). En esta ocasión, Deby participa bajo la coalición “Chad Unido”, que está formada por varios partidos progubernamentales. Deby, de 39 años, asumió el cargo de presidencia en abril de 2021, después de que su padre, el presidente Idriss Deby, quien había gobernado durante más de 30 años, muriera en combate mientras luchaba contra un grupo rebelde en el norte del país. Tras su muerte, los militares suspendieron la constitución y anunciaron un decreto que establecía un Consejo Militar de Transición, que se encargaría de dirigir el país durante 18 meses, designando a Mahamat Idriss Deby como jefe del Consejo y, por tanto, jefe de Estado. Deby ha extendido el período de transición varios meses, que originalmente debió de finalizar en el 2022 pero se prevé que se extienda hasta el 10 de octubre de 2024. En un intento por legitimar su posición, según los expertos, Deby firmó acuerdos de paz con importantes figuras de la oposición en 2022. Muchas de las críticas hacia Deby se basan en cómo llegó al poder, lo cual consideran como ilegítimo ya que, según la constitución, el presidente del Parlamento debió de ser quien gobernara el país tras la muerte del presidente.
El rival más destacado de Deby es el primer ministro Succes Masra, el fundador del partido de oposición Les Transformateurs y quien encabezó una serie de protestas contra la Junta militar de Déby en octubre de 2022, que fueron reprimidas violentamente por las fuerzas de seguridad, causando la muerte de cientos de personas. Aunque Masra huyó del país, regresó para ocupar el cargo de primer ministro interino después de que se llegara a un acuerdo de paz bajo la mediación del presidente congoleño Felix Tshisekedi. Sin embargo, la medida hizo que Masra perdiera mucha credibilidad entre quienes se oponen a Deby. Diversos analistas y figuras de la oposición consideran que su candidatura no es más que una estrategia para legitimar la esperada elección del presidente interino. Masra ha rechazado estas críticas, señalando que se postulaba para «pilotar, no copilotar» su país.
En el plano nacional, los observadores han informado sobre la participación del personal militar en la campaña, como por ejemplo instalando carteles del actual presidente, que a su vez es un general del ejército. Para el activista de derechos humanos Jean-Bosco Manga, esto es problemático en varios sentidos. Por un lado, la interferencia del ejército en la esfera política puede comprometer el proceso democrático en sí, y al mismo tiempo debilita las instituciones, lo cual consecuentemente lleva a que la sociedad civil pierda la fe en estas. Una discusión sobre los procedimientos relacionados con la publicación de resultados provocó protestas públicas, ya que, según la nueva ley electoral, los delegados del electorado y de los colegios electorales que participan en la verificación de los resultados no podrán tomar fotografías de los documentos finales firmados. Según la Comisión, esta medida tiene como objetivo prevenir el fraude. A demás, a algunos observadores se les negó las acreditaciones necesarias antes de la votación sin ninguna justificación de la negativa, como comentó la Alianza Ciudadana para las Elecciones, una plataforma que sigue los comicios.
En la capital, Yamena, el tira y afloja político en el período previo a la votación ha sido tumultuoso. El enfrentamiento entre el actual presidente y sus rivales más feroces a finales de febrero puso al país en una situación caótica, que provocó que las fuerzas de seguridad mataran al opositor Yaya Dillo. Los observadores han calificado la muerte de Dillo como una ejecución política, y otros líderes de la oposición han sido acosados, como el aliado de Dillo, que fue encarcelado. Por otro lado, algunas de las otras figuras políticas vieron sus solicitudes de candidatura rechazadas por el Consejo electoral. El Consejo Constitucional del país aprobó 10 candidatos en marzo, pero permanecen las críticas por la exclusión de algunas figuras de la oposición debido a “irregularidades” en sus candidaturas.
En el plano internacional, las elecciones coinciden con una retirada temporal de las tropas estadounidenses de Chad, las insurgencias islamistas en los países del Sahel de África occidental y la guerra en curso en el país vecino, Sudán, que ha desplazado a cientos de miles de personas que se han asentado en las provincias orientales de Chad. Con las fuerzas armadas europeas y estadounidenses expulsadas de la mayoría de los países de la región (incluidos Malí, Burkina Faso y Níger, gobernados por los militares) y la consecuente pérdida de influencia en la región, los países de occidente ven a Chad como su único aliado en la región, como lo demuestra el hecho de que Chad es el último país del Sahel que permite una presencia militar francesa sustancial.
Autores: Mahamat Ramadane, Desire Danga Essigue, Portia Crowe y Philipp Sandner
Imagen: OpenClipart-Vectors
[Traducción y edición, Micaela Llona Bavestrello]
[CIDAF-UCM]
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