Miles de niños en África Subsahariana son maltratados por “ser” brujos. Es un fenómeno que aumenta. Cuando a una familia le suceden desgracias, se busca un culpable que sea el responsable de enviar malos espíritus. La mayoría de las veces se acusa a los niños que se salen de la norma –discapacitados, más inteligentes de lo normal, inquietos…-, o a aquellos que están fuera del entorno familiar. Se les acusa de brujería y, por ello, son maltratados e incluso asesinados.
Misiones salesianas presentó ayer la campaña “Yo no soy bruja”, para sensibilizar a la sociedad sobre este problema, y para dar a conocer la labor de los misioneros salesianos en este campo. En rueda de prensa, se presentó el informe “Niños acusados de brujería en la región de Kara”, de la mano de su autora, Patricia Rodríguez, responsable de Proyectos de Misiones Salesianas. Según ella, este fenómeno no es originario de la cultura africana, sino que es una desvirtuación causada por el aumento de la pobreza. Explicó que Togo –país en el que se centra el informe-, tiene abundante legislación sobre la protección del niño, pero ésta entra en conflicto con las costumbres del lugar. Recalcó que muchos de los niños maltratados, acogidos por los salesianos, llegan a recuperarse psicológicamente y a reintegrarse en la sociedad.
En el acto también se presentó el corto documental “Yo no soy bruja”, dirigido por Raúl de la Fuente, premio Goya al Mejor Documental por Minerita. En él se recogen historias reales de niñas que han sufrido este estigma, y que han encontrado la dignidad en las misiones salesianas. El misionero José Luis de la Fuente, uno de los protagonistas del vídeo, explicó en la rueda de prensa de una forma más detallada su experiencia en la lucha contra la acusación de brujería, y reiteró que el trabajo de sensibilización que estaban haciendo es interno –a través del trabajo conjunto con el gobierno de Togo, la policía, ONG, sindicatos…- y externo, para sensibilizar a los medios de comunicación. Después de ocho años en Togo, explicó que el 40% de los niños acogidos en su centro, acusados de brujería, no son peligrosos. “A mí no me han comido. Yo no tengo miedo”, concluyó.
Fuente OMP