En las selvas del suroeste de Uganda, los gorilas de montaña parecen a salvo, pero esta especie, en peligro de extinción, debe, en parte, su supervivencia a los turistas que entran en su territorio con sus dólares.
Bwindi es el hogar de unos 400 gorilas de montaña, aproximadamente la mitad de la población de esta especie en el mundo. En esta remota región, son los ingresos del turismo los que ayudan a proteger a los grandes simios que los campesinos cazaban, en el pasado, para defender sus cosechas.
Para proteger a esta especie en peligro de extinción, tuvimos que mostrar a la AFP los beneficios económicos que representan los gorilas, comentó Charles Tumwesigye, director adjunto de conservación en el seno de la organización de la Vida Salvaje en Uganda (UWA).
«El turismo comenzó como una forma de mostrar a la gente que los gorilas pueden tener una importancia económica de la que podemos derivar ingresos que pueden mejorar nuestras vidas».
La difícil situación de las especies en peligro de extinción, se está discutiendo en Ginebra del 7 al 11 de julio como parte de la 65 ª sesión del Comité Permanente de la Convención sobre el Comercio Internacional de las Especies de Fauna y Flora amenazadas de extinción (CITES), que incluye 180 Estados miembros.
Uganda y dos de sus vecinos, Ruanda y la República Democrática del Congo (RDC) son los únicos países en los que, en la actualidad, viven gorilas de montaña.
Pero el privilegio de verlos en su propio hábitat también tiene su precio: alrededor de 450€ el «permiso de avistamiento» en Bwindi.
Saber que este importe ayuda a proteger a los gorilas «ayuda a tragar la píldora», dice Blaise Peccia-Galleto, un turista francés que añade: los turistas tienen la sensación de vivir aquí «algo muy diferente y especial.»
Las amenazas que una vez que se cernieron sobre los gorilas de montaña: la guerra, la destrucción de su hábitat en general y las enfermedades, en particular, fueron tales que se temió por su desaparición a finales del siglo pasado. Sin embargo, su población se ha incrementado en las últimas décadas, en gran parte debido a la intensificación de los esfuerzos para protegerlos.
Los ingresos están llegando
Ahora la gente está contenta porque llegan ingresos gracias a los primates. Pero la convivencia con los simios sigue siendo difícil, ya que saquean los campos y los habitantes de esta región, muy pobre, siempre tienen la tentación de ampliar la superficie que poseen y aprovecharse de la riqueza de la selva.
De hecho, la destrucción del hábitat de los gorilas y el crecimiento de la población en estas áreas llevan a las personas a estar más en contacto con los monos. Resultado: las enfermedades humanas se transmiten a los animales que, a veces, llegan a atacar a los humanos.
Con ocasión de una conferencia de la ONU en Nairobi, a finales de junio, los expertos han dado la voz de alarma: la explotación rápida y masiva de los recursos naturales, incluyendo la madera, los minerales, el petróleo y el gas constituyen una amenaza para la vida de los grandes simios en África.
Estos primates también son víctimas de la caza furtiva y el comercio ilegal. De acuerdo con un reciente informe de la ONU y la Interpol, más de 22.000 grandes simios habrían sido víctimas de este tráfico ilegal entre 2005 y 2011, asesinados o capturados para ser vendidos.
Sin embargo, en Uganda, los ingresos procedentes del turismo constituyen un incentivo para proteger a los gorilas. Los dólares traídos por los turistas son buenos para la economía local.
Además de los ingresos generados por los hoteles, las tiendas de souvenirs y los puestos de trabajo en el parque, las comunidades locales reciben el 20% del ticket de entrada al parque más 5 $.
El joven Michael Kasule nos cuenta que este comercio ha cambiado su vida. Antes no tenía nada, ahora se gana la vida haciendo y vendiendo tallas de madera de los gorilas.
Guardias armados patrullan la reserva nacional para la seguridad de los gorilas y la de los turistas (los rebeldes ruandeses mataron a ocho turistas en 1999).
Sin embargo, muchos consideran insuficiente el impacto del turismo en la región, que sigue siendo extremadamente pobre.
[Fuente: AEM-AFP-Fundación Sur]