Miles de manifestantes se han reunido en la plaza de Tahrir, de El Cairo, durante la noche, mientras que los dos candidatos rivales a la presidencia, un islamista y un ex general de ejército, se acusaban mutuamente de intentar robar las elecciones presidenciales, cuyos resultados todavía no se conocen, cinco días después de las elecciones.
Otros dos días de incertidumbre e insultos parecen llegar con el fin de semana, aunque al menos no se ha producido violencia inmediata.
Con la confianza menguada en un proceso que los egipcios esperaban que aseguraría la democracia que creían haberse ganado con la sangre derramada en la plaza, hace algo más de un año, los que acamparon la pasada noche demandaron a los gobernantes militares que revoquen las nuevas órdenes que refuerzan el poder de los generales, y pidieron a la comisión electoral que declarase presidente al candidato de los Hermanos Musulmanes, Mursi.
Al otro extremo de la ciudad, en un hotel internacional de lujo, el ex general Ahmed Shafiq, que era el primer ministro de Mubarak cuando el ejército obligó al dictador a salir para apaciguar a los manifestantes de la plaza de Tahrir, retó Morsi que se ha auto proclamado vencedor, y dijo que él había ganado, a pesar de la presión de los islamistas sobre los funcionarios del gobierno.
En un discurso televisado en que se dirigía a sus animados seguidores, Shafiq dijo que estas protestas de la plaza de Tahrir, la campaña de terror y la manipulación de los medios son todo, intentos de lograr que el comité electoral anuncie “un resultado en particular”. Después añadió que estaba convencido de que era el “legítimo ganador” y pidió calma y unidad, asegurando que invitaría a sus oponentes a unirse a su administración.
En un país donde el fraude electoral ha sido la norma durante 60 años de gobierno militar, la confianza es baja, incluso entre los miembros de los Hermanos Musulmanes, que señalan que la propia comisión electoral está compuesta por jueces nombrados en la época de Mubarak. Unas elecciones parlamentarias, celebradas en noviembre de 2010, dieron al partido de Mubarak el 90 % de los escaños, esto fue uno de los desencadenantes de la furia que acabó derrocándole.
El consejo militar, que había prometido dejar el poder en manos de civiles para el 1 de julio de 2012, disolvió un nuevo parlamento, cuya mayoría eran hermanos musulmanes, la víspera de la segunda ronda de las elecciones presidenciales, y después emitieron un decreto, nada más terminar las elecciones, poniendo estrictos límites de poder a quienquiera que sea elegido presidente.
Los islamistas dicen que temen que este retraso en el anuncio de los resultados pueda ser parte de un plan para negarles la victoria.
Los Hermanos Musulmanes han publicado gruesos volúmenes de lo que dicen que son documentos oficiales de los colegios electorales, que permiten concluir que Mursi ganó con un 4% de ventaja. El bando de Shafiq dice que los Hermanos Musulmanes están intentando intimidar a los funcionarios para asegurarse la victoria.
Fuentes de la Comisión electoral han afirmado que los resultados preliminares de principios de semana favorecían a Mursi, pero las autoridades ahora están estancadas, tras días de quejas y apelaciones. El viernes y sábado son el fin de semana en Egipto, pero las autoridades han sugerido que el domingo podrían anunciarse los resultados, aunque no es seguro.
(News 24, 22-06-12)