«LO QUE ME INDIGNA EN VOSOTROS ES QUE NO ANALICÉIS LAS RAICES DE LOS PROBLEMAS»

26/11/2013 | Documentos R+JPIC

Estas fuertes palabras fueron pronunciadas por el Papa Francisco y eran dirigidas al periodista Chris Mathews, que le cuestionaba.

“Vosotros en los Medios de Comunicación, observáis los problemas pero sois incapaces de analizar cuáles son sus causas”.

Esta indignación del Papa Francisco puede muy bien aplicarse no solamente a los periodistas y medios de comunicación, sino a casi todos los líderes político-económicos y religiosos actuales de todo el mundo.

Cuando recordamos todas las violencias cometidas contra las mujeres y las personas más vulnerables de la sociedad, me viene a la memora esta indignación del Papa.

Esta incapacidad o falta de voluntad para ir a la raíz de los problemas, recobra hoy una relevancia capital. Es muy notable, como nos quedamos normalmente en los síntomas de los problemas sociales, familiares, educativos, político-económicos, culturales y religiosos, y por tanto somos incapaces de llegar a la raíz del mal y de sanearla.

La respuesta tradicional de la Iglesia a todas las tragedias, incluyendo la de las personas empobrecidas, ha sido: caridad y oración.

Desde Vaticano II, la Iglesia comenzó a señalar que las respuestas al sufrimiento humano y a las injusticias, desde la oración y la caridad, seguían siendo necesarias, pero insuficientes.

Es necesario, junto con la caridad y la oración, afirma el documento “Alegría y Esperanza de los Pueblos”, analizar las raíces del mal, y las causas profundas de tantas personas empobrecidas y marginadas, para superarlas.

En esto consiste el trabajo urgente de JPIC: Educar y trabajar por la Justicia, Paz e Integridad de la Creación”.

Sin embargo, apenas se llega a este análisis profundo de las injusticias y por tanto resulta difícil identificar las causas y encontrar los medios adecuados para superar las mismas raíces del mal.

Como lo afirma Joan Carrero, se está produciendo un secuestro de la razón, de la ética y de la dignidad humana, por parte de los poderes financieros globales. La ONU votó en 1974, con 124 votos, por un Nuevo Orden Económico Internacional. Pero los países ricos votaron en contra o se abstuvieron. Esto se llama: la tiranía de los ricos.

La respuesta a esta nueva esclavitud, está en nuestras manos.

Los líderes en general, tanto políticos como religiosos, vivimos desconectados de la realidad, de las personas empobrecidas y marginadas. Por tanto nos resulta imposible identificar las raíces de las injusticias, y las causas del sufrimiento, y más aún el luchar juntos por un orden social nuevo.

La mayor parte del sufrimiento humano está causado por manos humanas: guerras, empobrecimiento de personas, tráfico de personas, abusos de derechos humanos, etc.

Habiendo vivido 35 años con personas y pueblos empobrecidos, uno se pregunta:

¿Por qué aceptamos pasivamente tantas injusticias y abusos de las personas más vulnerables? ¿Quién se beneficia impunemente de estos abusos del poder y saqueo de recursos?

¿Por qué seguimos aceptando el sistema político y financiero actual que es objetivamente inhumano y no optamos por alternativas más éticas y solidarias? Creo que los actuales movimientos sociales van con valentía por ese camino.

¿Por qué no elegimos líderes profesionales independientes, que sean al mismo tiempo personas con integridad, dejando de lado los actuales partidos políticos y sindicatos, contaminados todos por el mismo cáncer de la corrupción?.

¿Por qué no elegimos una educación más holística para capacitar a nuestros jóvenes a tomar decisiones responsables?

Mientras damos asistencia humanitaria, trabajemos ante todo por identificar y superar las raíces del mal, de la injustica, del empobrecimiento de tantas personas. No tiene por qué haber personas tan empobrecidas.

Si vamos a un campamento de desplazados en África, o en el mundo, y solo les damos mantas y alimentos, los desplazados siguen en el campamento. Si nos preguntamos por qué llevan tantos años en el campamento y quien se beneficia de ellos, habremos comenzado a identificar las raíces del mal y a transformar el problema en una nueva realidad: el regreso de las personas desplazadas a sus tierras.

Lo decía también Herder Camera: “Si doy limosna al pobre, me llaman santo. Si pregunto por qué hay tantas personas empobrecidas, me llaman revolucionario”.

No nos hagamos ilusiones, si trabajamos por la justicia compasiva y la solidaridad, los poderosos nos perseguirán. Por tanto, para ser eficaces, solo cabe el trabajar unidos.

El Reino de Jesús: un Reino de Fe, compasión, justicia, solidaridad y de paz, está entre nosotros y todos somos instrumentos para su continua construcción, cuidándonos unos a otros.

Lázaro Bustince.
Director de Fundación Sur.
26.11.2013

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