Debemos tener cuidado acerca de la postura que tomamos con respecto a la novela africana, no aseguremos cosas a través de este género, cosas que el propio género no puede afirmar, ni afirma.
Así, cuando alguien nos pregunte sobre una novela africana que represente África o el modo de vida africano, simplemente debemos decir que no podemos servir de mucha ayuda.
Una novela no es una prueba antropológica, puesto que representa tan solo una mirada a través de un agujero muy, muy pequeño. Es por lo que puede resultar contraproducente pensar que las novelas son una expresión de la verdad, o de la realidad.
Recuerdo precisamente a un estudiante americano que tras leer la novela “Todo se desmorona” (“Things fall apart”), me preguntó si era verdad que en África existía el sacrificio humano. Pongamos por caso que la primera novela americana que lees es “American Psycho”, ¿creerías en serio que la mayor parte de los americanos son capaces de un comportamiento psicótico?
Durante los años de estudio en los que llevo trabajando sobre novela inglesa y africana, he constatado que la gente pretende o espera muchas cosas en una novela africana, más que en otro tipo de novela. Tanto si es realidad o ficción, la novela africana está llamada a ser una imagen real, un acceso directo al modo de vida africano.
La verdad es que no importa si la novela “Todo se desmorona” es una prueba fehaciente, o está basada en hechos reales o no, o cuánto de realidad tiene, o no. “Todo se desmorona” es una ficción. No es la vida real. No es una prueba de cómo los padres africanos matan a sus hijos adoptivos. No es una prueba acerca de la poligamia. No es una prueba de porqué al pueblo Igbo le gustan tanto las batatas. No es una prueba de cómo fue el siglo XIX para el pueblo Igbo a través de sus leyes y sus costumbres. Es una ficción.
No hay nada menos interesante y aburrido que un lector ingenuo, alguien que se cree todo lo que lee en las novelas, alguien que no se percata de que las novelas nos cuentan muy poquito acerca de la vida real, incluso cuándo pretenden hacerlo.
Pero no se trata de responder a la vieja pregunta, tanto como Aristóteles, esa pregunta de si la ficción refleja la realidad. Desde Aristóteles, filósofos y escritores occidentales se han preguntado sobre cuánta realidad existe en el arte y las letras. Lo triste, es que hasta hoy, África sigue soportando la carga de que sí existe esa correlación entre lo artificial y lo real. Y es por eso que muchos lectores leen novela africana para comprender la realidad política y antropológica de la vida africana.
Para ser justo, siempre hay algo de cierto en lo que toda novela nos susurra acerca de un mundo real, allí fuera. Pero primero se debe valorar la novela en sí misma, antes que pretender que lo que dice, o lo que no dice acerca del mundo que representa, es real.
Por eso es mejor no animar a la gente a que crean que una novela africana les va a contar de verdad la realidad de África y su gente. Es demasiado esperar eso de una novela. Y quién espera eso, se convierte en un ser despreocupado, estrecho de miras, y algo mediocre.
Si de verdad quieren saber cómo es la vida en Lagos, cómprense un billete.
Ainehi Edoro
* Ainehi Edoro: He terminado un Doctorado en la Universidad de Duke dónde estudio Novela Africana, algo que yo creo es una de las cosas más increíbles que se han escrito nunca. Brittle Paper es el espacio virtual dónde escribo y experimento sobre cómo reinventar el género de ficción africano y la cultura literaria.