Tras el secuestro de 300 niñas en Nigeria que conmocionó, no sólo al país sino a todo el mundo, las adolescentes han sido puestas en libertad después de cuatro días de cautiverio. En su momento, el secretario de Naciones Unidas condenó esta acción vía Twitter:

“los ataques a las escuelas son una atroz violación de los derechos humanos […] las niñas deben ser entregadas a sus familias de forma inmediata e incondicional”.

Las adolescentes fueron liberadas durante la noche del lunes al martes, después de cuatro días de cautiverio en condiciones espantosas. El martes por la mañana fueron recibidas por el gobernador del estado de Zamfara y, posteriormente, fueron llevadas a un lugar seguro para «un examen médico»; durmiendo ese día en Gusau, la capital del estado, antes de ser llevadas de regreso a sus casas.

La mayoría de las 279 adolescentes, de entre 12 y 16 años, secuestradas la semana pasada por grupos armados en esta aldea del estado de Zamfara, por fin se reencontraron con sus familias. Muhammad Sani, padre de una de las niñas, ha comentado: “no sé cómo expresar mi alegría. No lloré cuando secuestraron a las niñas, pero esta vez no puedo contener las lágrimas, son lágrimas de alegría«.

Sin embargo, la emoción duró poco y el caos se desató cuando los residentes atacaron el convoy de funcionarios del estado de Zamfara. El personal de seguridad, disparó al aire y a la multitud, hiriendo al menos a un aldeano en el estómago. Muchos ciudadanos de esta región se han quejado de la falta de seguridad en sus calles:

«Saben que las carreteras no son seguras, pero no les importa. Si nos vamos de aquí demasiado tarde, corremos el riesgo de ser secuestrados de nuevo. No tiene sentido«.

Éste supone el cuarto secuestro masivo de escolares en menos de tres meses. En Zamfara, como en la mayoría de los estados del noroeste de Nigeria, los grupos armados, comúnmente conocidos como «bandidos», aterrorizan a las poblaciones, organizan secuestros, saquean aldeas o roban ganado. El área se ha vuelto particularmente peligrosa en los últimos años. Los «bandidos» actúan con el fin de pedir un rescate, no por razones ideológicas. El gobierno local de Zamfara ha estado negociando acuerdos de amnistía con grupos criminales durante más de un año. Mientras, los secuestros continúan y, con cada liberación, las autoridades niegan haber pagado el rescate a los secuestradores.

El presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, llegó al poder en 2015, un año después del secuestro de Chibok, en el noreste del país, donde el grupo yihadista Boko Haram había secuestrado a 276 niñas de secundaria, lo que generó emoción en todo el mundo. Buhari prometió al llegar al poder encontrar a las jóvenes y poner fin a la rebelión yihadista en el noreste, pero casi siete años después más de un centenar de las chicas no han sido encontradas y el yihadismo sigue siendo una triste realidad en el país.

Las niñas de Zamfara ya están en casa, pero no volverán a ir al colegio tranquilas si no aumenta la seguridad en la región.

Fuente: Slate Afrique–Twitter

[Traducción y Edición, Isabel Garrido Celada]

[Fundación Sur]

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