“La gente del Delta del Níger, cada vez más sufrida y preocupada, se siente identificada con Ken Saro-Wiwa y su lucha por la justicia”: Monseñor Hyacinth Egbebo, obispo de Bomadi, habla con la MISNA en el 20° aniversario de la ejecución del escritor y activista que luchó hasta el final contra la dictadura de las multinacionales.
Hoy se estarán llevando a cabo marchas y manifestaciones en Port Harcourt, la “capital” del Delta, y en el Ogoniland, la región envenenada por la Royan Dutch Shell de la que Saro-Wiwa era oriundo. Monseñor Egbebo espera que las conmemoraciones no se manchen de violencia o incidentes, y sobre todo que el recuerdo de Saro-Wiwa sirva de ocasión “para hacer comprender mejor los sufrimientos” de los pueblos del Delta.
La situación ambiental y social sigue siendo dramática en esta región, considerada la “caja fuerte” petrolífera de Nigeria, como lo confirmaron pocos días atrás los expertos de Amnesty International y del Centre for Environment, Human Rights and Development (Centro por el Ambiente, Derechos Humanos y Desarrollo). En un nuevo informe estas organizaciones ponen en evidencia el modo en que la Shell, a pesar del saneamiento prometido y anunciado, no ha remediado de modo alguno los derrames de petróleo y otros accidentes que durante décadas han envenenado tierras y cursos de agua. El estudio es una primera verificación después de la denuncia de la ONU que había estimado que se necesitarán por lo menos 30 años para remediar los daños ambientales y sociales causados por la multinacional.
“Habíamos puesto muchas esperanzas en Goodluck Jonathan, pero su gobierno se ha revelado corrupto”, dice el obispo en referencia al primer presidente de Nigeria originario del Delta, que ocupó ese cargo entre el 2010 hasta mayo pasado. Con la victoria de la oposición en las elecciones nacionales, el clima político cambió, pero no disminuyeron los motivos de preocupación. Suscitan temor la formación y los antecedentes del nuevo jefe de estado, Muhammadu Buhari, un ex general golpista que ya detentó el poder entre 1983 y 1985. “Representa –dice monseñor Egbebo– aquel gobierno militar que hizo enriquecer a la industria petrolífera y las elites corruptas, depredando al pueblo del Delta de sus recursos”.
Igual e incluso más que su predecesor, Buhari ha prometido saneamiento, inversiones y desarrollo. Sin embargo, algunos hechos han suscitado alarma: por ejemplo la violencia política en Bayelsa, el estado del Delta del que es oriundo Jonathan, donde en diciembre se celebrarán elecciones locales. O la confiscación de una escultura en honor de Saro-Wiwa en el puerto de Lagos, en vista del aniversario de la ejecución del escritor y activista. La obra habría sido secuestrada por su presunto “significado político”, pero alguno ha hecho notar que Buhari acaba de poner frente a la aduana al coronel Hamid Ali, uno de los jueces militares que 20 años atrás condenó a muerte en la horca a Saro-Wiwa y a ocho de sus compañeros.
MISNA
(Fundación Sur)