La tranquilad aterrizó sobre la capital de Sudán del Sur, Juba, después de la declaración de alto el fuego, al menos temporalmente. Es demasiado pronto para decir si el alto el fuego, pedido tanto por el presidente Salva Kiir como por su oponente el vicepresidente Riek Machar, mantendrá la calma, pero, por lo menos, permitió a los civiles salir de sus hogares.
No hubo helicópteros de combate en el cielo, no hubo tanques en las calles, no hubo barreras de artillería y soldados en camionetas con las armas montadas.
La calma fue bien recibida por los residentes de Juba que se han mantenido en el interior de sus casas la mayoría de los días. «La situación es tranquila, cerca del aeropuerto», dijo el Sr. August Mayai, un residente local.
La lucha comenzó en serio la noche del viernes, matando a más de 300 soldados, sólo ese día, de acuerdo con las estimaciones del gobierno, posteriormente estos enfrentamientos se detuvieron el sábado, quinto aniversario de la independencia del país, antes de reanudarse, con intensos combates, el domingo. No ha habido ninguna estimación de las bajas de los últimos días de lucha.
La violencia ha aumentado los temores de un retorno a la guerra civil que comenzó en diciembre de 2013 y que se ha caracterizado por masacres étnicas, violaciones, asesinatos y la utilización de niños soldados.
Un acuerdo de paz en agosto 2015 debió suponer el fin del conflicto, pero, hasta ahora, ha fracasado, a pesar del regreso del líder rebelde Machar, en abril, para unirse a un gobierno de unidad nacional, junto con su enemigo Kiir.
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Fundación Sur