El actual presidente de Nigeria, Jonathan Goodluck, fue declarado vencedor de las elecciones presidenciales de este país, el día 18 de abril, mientras grupos de jóvenes protagonizaban disturbios en varias ciudades del norte del país, en aparente señal de protesta por los resultados.
La Comisión Electoral de Nigeria declaró el día 18 por la noche que el señor Jonathan ha ganado las elecciones presidenciales por un decisivo margen del 60 % de los votos, 22.5 millones de votos. Su rival más cercano, el ex gobernante militar Muhammadu Buhari, obtuvo alrededor del 31 % de los votos, unos 12.5 millones de apoyos.
El partido de Buhari declaró antes de conocer las cifras finales que rechazaba una gran parte de los resultados. “Hemos hecho todo lo que hemos podido para satisfacer las aspiraciones de los nigerianos de unas elecciones libres, justas y creíbles”, afirmó el presidente de la Comisión Electoral Nacional Independiente, CENI, de Nigeria, Attahiru Jega, después de anunciar los resultados en directo por la televisión nacional.
Las fuerzas de seguridad de Nigeria utilizaron porras y disparos al aire para reprimir a los manifestantes, que quemaron neumáticos, casas, iglesias y mezquitas, según los testigos. Al menos una persona, un chico de 13 años, ha muerto durante los disturbios en la ciudad de Kaduna. De momento no se ha informado de más víctimas mortales.
Los enfrentamientos en las ciudades del norte de Kaduna, Kano y Zaria, entre otras, minan lo que por lo general se ha considerado una elección pacífica, el día 16 de abril de 2011.
Los observadores nacionales e internacionales han calificado las votaciones como las más creíbles en décadas. Pero las quejas presentadas por los partidos de la oposición podrían provocar el surgimiento de disputas legales, como ya ha ocurrido en otras elecciones del pasado de Nigeria.
El partido de Buhari declaró antes del anuncio de los resultados finales que rechazaba el recuento de 10 estados, alegando intimidación generalizada de los votantes y relleno de urnas, y pidió a la comisión electoral que volviera a examinar los resultados antes de anunciar el vencedor oficial.
Jonathan que llegó a la presidencia el año pasado después de la muerte de su predecesor, Umaru Yar’Adua, emitió un comunicado el mismo lunes, día 18, del anuncio de los resultados haciendo un llamamiento a los políticos “para que pidan a sus seguidores que detengan la violencia, en interés de la estabilidad, la paz y el bienestar de este gran país”.
“La ambición política de nadie merece la sangre de ningún nigeriano”, añadió.
Los enfrentamientos son una señal preocupante en el volátil ambiente político de Nigeria. Jonathan es cristiano del sur, Buhari es musulmán del norte.
El norte de Nigeria es también una región de industrias textiles y manufactureras en declive, y hogar de una gran población de jóvenes desempleados. Los disturbios en el norte normalmente son resultado de una mezcla explosiva de tensiones religiosas, étnicas… algunas veces insufladas por políticos que utilizan a los frustrados jóvenes para intimidar a sus oponentes.
Esta lucha se mantiene intermitente desde hace una década, aunque nunca ha alcanzado el grado de insurrección sostenida.
WILL CONNORS
(The Statesman, Nigeria, 19-04-11)