El candidato de los Hermanos Musulmanes se auto declara vencedor
La campaña presidencial de Egipto ha terminado. El candidato de los Hermanos Musulmanes se ha declarado victorioso no oficialmente, de las segundas elecciones que celebra el país, después del levantamiento popular.
Pero la cuestión en mente de muchos es: ¿importa realmente? Después de cinco turbulentos días, Egipto se despertó el lunes 18 de junio, con un nuevo presidente, pero los analistas temen que la victoria sea más pírrica que otra cosa.
“No será más que un símbolo”, escribió un activista en Twitter, añadiendo: “todos sabemos quién gobierna este país”.
Se referían, por supuesto, al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, SCAF – por sus siglas en inglés, que tomó el control completo del país el 11 de febrero de 2011, cuando el ex presidente Hosni Mubarak dejó el poder, como resultado de 18 días de protestas.
El ejército había prometido quedarse en el poder sólo durante 6 meses en aquel momento, y dejaría el poder del país a un gobierno civil y electo tras ese tiempo. Ahora, 17 meses después de la revolución, muchos activistas dicen que la “revolución se ha terminado” y que el ejército ha “constitucionalizado” un golpe de estado.
“Lo que la gente ha olvidado sobre el SCAF es que es un órgano que ya existía antes de febrero de 2011, establecido por una ley que puso el anterior presidente de la república que estaba al frente del mismo”, comenzó escribiendo Issandr el Amrani, un bloguero y periodista de Arabist.net.
“Sin esta declaración, el presidente Shafiq o Morsi, hubieran dirigido el SCAF después de tomar posesión de su cargo, (a menos que hubiera algún cambio en la legislación sobre la formación del SCAF que yo desconocía, durante el último año). Al congelar la actual composición del SCAF, con sus miembros actuales, y dándoles estos amplios poderes, las provisiones realmente constitucionalizan un golpe militar”, escribe.
Esta declaración constitucional, emitida el día 17 de junio, da al ejército amplios poderes, ostensiblemente dándole autoridad sobre todos los aspectos de la vida en Egipto, incluida la presidencia.
El nuevo presidente jurará su cargo ante el Tribunal Supremo Constitucional, en lugar de la cámara baja del parlamento.
La tensión y frustración comenzó el pasado jueves, día 14 de junio, cuando el Tribunal Supremo Constitucional compareció en público para disolver el parlamento y anuló la ley de aislamiento político, para impedir que los leales al antiguo régimen puedan volver a la vida pública y a la política.
“Yo voté, sí, pero estoy muy decepcionado”, dice a Bikyamasr.com un hombre de mediana edad, el día 17, día de las elecciones. Estos sentimientos expresados fueron repetidos por otros votantes, que creían que las elecciones tenían pocas posibilidades de lograr un Egipto nuevo.
“Yo quería a alguien diferente, pero esto es lo que hay y tenemos que trabajar con ello”, añadió.
Actualmente, los activistas piden una “limpieza del sistema judicial” después de que el Tribunal Supremo decidiera que Shafiq podía presentarse a la presidencia, diciendo que la ley “Azl”, o de aislamiento político, que prohibía a los líderes del antiguo régimen participar en la política quedaba revocada.
El temor a que los islamistas ganasen poder fue de nuevo un tema candente en el país, especialmente entre la minoría cristiana. En la primera ronda de las presidenciales, numerosas organizaciones cristianas dieron su apoyo a Shafiq, alegando preocupación ante una posible victoria de los Hermanos Musulmanes, porque amenazaría el futuro de la minoría del grupo religioso cristiano.
“Estamos definitivamente preocupados por el futuro de los cristianos en el país, y eso es por lo que queremos seguridad y Shafiq nos lo va a dar”, declara Farid, un cristiano propietario de un negocio en El Cairo, refiriéndose a las continuas declaraciones de Shafiq, diciendo que garantizaría la seguridad en el país “a las 24 horas de ser elegido”.
Adiós revolución
Para muchos, el día 14 marcó el final del proceso de la revolución. Muchos activistas escribieron en sus páginas web, “Adiós, revolución”, mostrando su desdén por el ejército, que había prometido quedarse en el poder sólo 6 meses, antes de que se celebrasen unas elecciones.
Ahora, ha pasado un año y medio, dos elecciones del proceso de transición y un fallo judicial han anulado ostensiblemente todos los logros del levantamiento popular, permitiendo que los funcionarios del ex presidente Mubarak vuelvan a la arena política.
El fallo del tribunal del día 14 de junio fue un shock para todo el país. Mientras que muchos habían esperado que el tribunal permitiese a Shafiq, que fue primer ministro de Mubarak durante los 18 días de protestas de enero y febrero de 2011, la disolución del parlamento fue algo inesperado.
También fue chocante para muchos que habían participado en el proceso democrático en noviembre y diciembre, para elegir un nuevo parlamento, que ha estado en el poder menos de 6 meses.
“Pensé que íbamos por el buen camino, pero supongo que necesitamos más tiempo y más esfuerzos para presionar a los poderes”, dice un hombre en la plaza de Tahrir, añadiendo que se sentía mal por haber hablado mal de los manifestantes que protestaban en los últimos meses. “para mí, era molesto porque pensé que el país se movía en la dirección adecuada, pero ahora veo que tenían razón, y que sabían que era necesaria más presión”, explica.
El tribunal dictaminó que la ley “Azl”, o de aislamiento político, era inconstitucional para gran enfado de cientos de activistas que se habían apostado en el tribunal desde primera hora del día 14 cantando “nulo, nulo” pidiendo que se implementase la ley aprobada por el parlamento el pasado mes de abril, y que se celebrasen unas nuevas elecciones presidenciales [sin Shafiq, ya que este candidato hubiera quedado invalidado por dicha ley].
Actuando como poder ejecutivo del país, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas modificó la legislación de las elecciones parlamentarias varias veces.
La última modificación revirtió una previa que decía que los partidos no podían competir por un escaño único, en las elecciones que tuvieron lugar el pasado otoño.
Ahora, con el parlamento incierto y las elecciones que han visto a los ex miembros del Partido Democrático Nacional, NDP, salir de sus escondites para declarar en voz alta su apoyo a Shafiq, activistas como Munir están frustrados, pero el enfado no es solo contra los que protestan en la plaza Tahrir. “Hablé con un montón de personas a las que no les gustaba nuestra presencia en la plaza de Tahrir en los últimos meses, pero ahora nos están apoyando de verdad, porque creo que es la única oportunidad que tenemos de salvar Egipto y ellos lo saben”, declara Munir.
Muchas figuras políticas importantes en el país han definido la acción del día 14 como un “golpe militar”.
El ex candidato presidencial Abdel Moneim Aboul Fotouh dijo el día 14 por la noche que estas medidas tomadas por la junta militar era un golpe militar obvio.
El líder opositor Mohamed El Baradei, durante meses ha llamado farsa a todo el proceso electoral sin una constitución.
El día 14, después de que el Tribunal Supremo lanzase el futuro de Egipto a la incertidumbre, El Baradei se apresuró a insistir en lo que ya había dicho y también advirtió contra la dictadura, aludiendo a Shafiq como potencial presidente.
Joseph Mayton
(Bikya Masr, Egipto, 18-12-12)