Paul Kagame mató al presidente Juvenal Habyarimana, al presidente Cyprien Ntaryamira, de Burundi, a Deogratias Nsabimana, a Elie Sagatwa, a Thaddee Bagaragaza, a Juvenal Renzaho, a Emmanuel Akingeneye, a Bernard Ciza, a Cyriaque Simbizo, a Jacky Heraud, a Jean Pierre Minaberry y a Jean-Michel Perrine. (1)
El 4 de agosto de 1993, en Arusha, Tanzania, el gobierno de Ruanda y el Frente Patriótico Ruandés, FPR, firmaron el Acuerdo de Paz de Arusha. Las disposiciones del acuerdo incluían un compromiso con los principios del estado de derecho, la democracia, la unidad nacional, el pluralismo, el respeto de las libertades fundamentales y los derechos individuales. El acuerdo además regulaba sobre el reparto de poder, la formación de un único ejército nacional y una nueva gendarmería nacional, a partir de las dos partes enfrentadas, y una definitiva solución al problema de los refugiados ruandeses.
El 6 de abril de 1994, a las 8.25 horas de la tarde, el avión Falcon 50 del presidente de la república de Ruanda, con número de registro “9XR-NN”, a su regreso de una cumbre en Dar es Salaam, Tanzania, cuando se aproximaba al aeropuerto internacional de Kanombe, en Kigali, Ruanda, fue derribado. Todos los que iban a bordo fallecieron, incluido el presidente Juvenal Habyarimana, el presidente Cyprien Ntaryamira de Burundi, y todo su séquito, además de la tripulación.
La muerte del presidente Juvenal Habyarimana desencadenó el comienzo del genocidio contra los tutsis y hutus moderados, y el resurgimiento de la guerra civil entre el FPR y el gobierno de Ruanda. La triste y falsa narrativa del FPR sobre aquel tiempo ha sido que los extremistas hutu, en el bando del presidente Habyarimana, derribaron el avión para hacer descarrilar la implementación del Acuerdo de Paz de Arusha, y encontrar un pretexto para comenzar el genocidio, en el que murieron más de 800.000 ruandeses, en tan solo 100 días. Esta narrativa se ha convertido en la predominante en algunos círculos internacionales, entre los estudiosos y en las propias organizaciones de derechos humanos.
Ahora hay que decir la verdad. Paul Kagame, entonces comandante general del Ejército Patriótico Ruandés, EPR, el brazo armado del Frente Patriótico Ruandés, FPR, fue personalmente responsable del derribo del avión. En julio de 1994, el mismo Paul Kagame, con su característica crueldad y mucho regocijo, me dijo que era responsable del derribo del avión. A pesar de las negativas en público, el hecho de la culpabilidad de Kagame en este crimen también es un “secreto” de conocimiento público dentro de los círculos del FPR y las fuerzas de defensa ruandesas. Como muchos otros en la dirección del FPR, yo vendí este guión engañoso con entusiasmo, especialmente a los extranjeros, que por lo general lo creyeron, incluso cuando sabía que Kagame era el culpable de este crimen.
La atmósfera política y social durante el periodo de la firma del Acuerdo de Arusha, en agosto de 1993, era altamente explosiva, y la nación estaba al borde. Al matar al presidente Habyarimana, Paul Kagame introdujo un comodín en una situación de alto el fuego, ya frágil y peligrosa. Esto creó un poderoso detonante, una escalada a un punto de inflexión hacia la reanudación de la guerra civil, el genocidio, y la desestabilización de toda la región que ha devastado los Grandes Lagos, desde entonces.
Paul Kagame debe ser puesto a disposición de la justicia inmediatamente para que dé cuenta de este crimen y sus consecuencias. Primero, no hay absolutamente nada honorable o heroico en alcanzar un acuerdo de paz con un socio, y después apuñalarlo por la espalda. Kagame y Habyarimana no se enfrentaron en el campo de batalla en día 6 de abril de 1994. Si lo hubieran hecho, y uno de ellos o los dos hubieran muerto, hubiera sido trágico, pero comprensible, ya que sería fruto de la lógica de la guerra. El presidente Habyarimana estaba regresando de una cumbre de la paz, y al matarlo, Kagame dio muestra de la más alta forma de traición.
Segundo, Kagame, un tutsi él mismo, cruelmente puso en juego las vidas de tutsis y hutus moderados inocentes, que murieron en el genocidio. Mientras que el asesinato del presidente Habyarimana, un hutu, no fue la causa directa del genocidio, sí supuso una motivación poderosa y un detonante para aquellos que organizaron, movilizaron y ejecutaron el genocidio contra los tutsis y hutus moderados.
Tercero, al matar al presidente Habyarimana, Kagame hizo descarrilar permanentemente el frágil proceso de paz de Arusha en su peligrosa carrera hacia el poder absoluto en Ruanda. Kagame temía la letra y el espíritu del Acuerdo de Paz de Arusha. Como demuestran ahora los hechos subsecuentes, Kagame no cree en la unidad de los ruandeses, en la democracia, en el respeto de los derechos humanos y en otras libertades fundamentales, el estado de derecho, el reparto de poder, instituciones integradas y responsables con un carácter nacional, ni en resolver los problemas de los refugiados de una vez por todas. Esto es todo sobre lo que trataba el Acuerdo de Paz de Arusha. Esto es lo que falta en Ruanda hoy en día. Por último, pero no menos importante, la falsa narrativa de Kagame y el FPR, las negaciones y engaños han llevado a una justicia parcial en Ruanda y en el Tribunal Penal Internacional para Ruanda, minando por tanto las perspectivas de justicia para todo el pueblo ruandés, reconciliación y sanación de las heridas. La comunidad internacional se ha convertido, consciente o inconscientemente, en cómplice del sistemático y vergonzoso juego de mentiras de Kagame.
Yo nunca fui parte de la conspiración para cometer este crimen atroz. De hecho, me enteré del mismo en la BBC, alrededor de la 1 de la tarde del 7 de abril de 1994, mientras estaba en Kampala, donde había asistido a la conferencia del Movimiento Panafricano.
Creo que la mayoría de los miembros del FPR y APR, civiles y combatientes, como yo, no fuimos parte de esta conspiración de asesinato, gestada y organizada por Paul Kagame y ejecutado bajo sus órdenes. Sin embargo, yo era secretario general del FPR y comandante en el ejército rebelde, APR. Es en este sentido, dentro del contexto de responsabilidad colectiva, y un espíritu de decir la verdad en busca de perdón y la reparación, que me gustaría decir que lamento profundamente la pérdida de estas vidas humanas, y pedir perdón a las familias de Juvenal Habyarimana, Cyprien Ntaryamira, Deogratias Nsabimana, Elie Sagatwa, Thaddee Bagaragaza, Emmanuel Akingeneye, Bernard Ciza, Cyriaque Simbizi, Jacky Heraud, Jean-Pierre Minaberry, y Jean-Michel Perrine.
También pido perdón a todo el pueblo de Ruanda, con la esperanza puesta en que debemos rechazar unánime y categóricamente el asesinato, la traición, la mentira y la conspiración como arma política, erradicar la impunidad de una vez para siempre, y trabajar juntos para construir una cultura de verdad, perdón, sanación y por el estado de derecho. Pido perdón al pueblo de Burundi y de Francia, cuyos líderes y ciudadanos resultaron muertos en este crimen. Sobre todo, pido perdón a Dios, por haber mentido y por haber ocultado el mal durante demasiado tiempo.
Al decir libremente la verdad ante Dios y ante el pueblo de Ruanda, soy plenamente consciente del riesgo que corro, dado el legendario rencor de Paul Kagame y su insaciable sed por derramar la sangre de los ruandeses. Es un riesgo compartido que los ruandeses corren a diario en su búsqueda de la libertad y la justicia para todos. Ni el poder ni la fama, ni el oro ni la plata, son motivación para mí en estos asuntos de muerte que han definido nuestra nación durante demasiado tiempo. La verdad no puede esperar a mañana, porque la nación ruandesa está muy enferma y dividida, y no puede reconstruirse ni curarse sobre una base de mentiras. Todos los ruandeses necesitan urgentemente la verdad hoy. Nuestra búsqueda individual y colectiva de la verdad nos hará libres. Cuando seamos libres, nos podremos perdonar libremente unos a otros y empezar a vivir plenamente y recuperarnos por fin.
Theogene Rudasingwa
Antiguo secretario general del FPR, ex embajador de Ruanda en Estados Unidos, y ex jefe del Gabinete de Presidencia de Paul Kagame.
Declaración efectuada en Washington, el 1 de octubre de 2011.
1. Juvénal Habyarimana, Jefe de estado de Ruanda; Cyprien Ntaryamira, Jefe de estado de Burundi; Deogratias Nsabimana, Jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ruanda; Elie Sagatwa, coronel y jefe del gabinete militar del presidente de Ruanda; Thadée Bagaragaza, comandante y oficial ejecutivo en la “maison militar” del presidente de Ruanda; Juvénal Renzaho, Consejero de Asuntos Exteriores del presidente de Ruanda; Emmanuel Akingeneye, médico personal del presidente de Ruanda; Bernard Ciza, ministro de Planificación del gobierno de Burundi; Cyriaque Simbizi, ministro de Comunicaciones de Burundi; miembros de la tripulación francesa, Jacky Heraud, piloto; Jean-Pierre Minaberry, copiloto; y Jean Michel Perrine, ingeniero de vuelo.