Los misioneros Padres Blancos trabajan desde hace medio siglo con la etnia “senufo” a caballo entre tres países limítrofes: Burkina Faso, Costa de Marfil y Malí. A pesar del conflicto armado, que dividió Costa de Marfil en dos zonas, los misioneros han continuado su trabajo evangelizador en condiciones más que difíciles. El viernes, 4 de abril, por la noche, la casa parroquial en la que vive el padre blanco Martín Gonzalo Bartolomé, fue atacada por una banda de hombres armados, no se sabe aún si eran “bandidos” o resto de algún grupo rebelde aún no desarmado. El guarda nocturno, Esteban, fue asesinado, cuando intentó oponerse a los bandidos, que encañonaban a los sacerdotes misioneros. Un seminarista africano, José Kamwanga, que realizaba prácticas de Pastoral, pudo escaparse por la puerta trasera y fue a refugiarse en la residencia de las Hermanas, a unos 100 m. dentro del recinto de la misión. Fueron las religiosas, quienes alertaron a las fuerzas francesas de la operación “Licorne”, pero cuando llegaron los militares franceses, los bandidos ya habían huido.
El cadáver del guarda, Esteban, fue transportado al tanatorio. Desde entonces un pelotón de militares franceses custodia la misión todas las noches. La comunidad cristiana local ha venido varias veces para presentar su apoyo a los padres y rezar juntos. Los misioneros están aún bajo el choque psicológico producido por el ataque. El bueno de Esteban se había ofrecido voluntario desde que comenzaron los disturbios en 2002 para proteger a los misioneros, tanto a las Hermanas como a los Padres. Que Dios lo tenga en su gloria y proteja a su numerosa familia.
(Correspondencia de Innocent Maganya, P.B. africano, en Costa de Marfil)
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