Hambre en la tierra del oro, por Lázaro Bustince

21/12/2022 | Bitácora africana

lazaro_bustince_uganda_2-2.jpgEn Karamoja (Uganda) la mitad de la población tiene problemas para alimentarse. Es una de las regiones más pobres del mundo, aunque su subsuelo esconde abundantes minerales: oro, uranio, mármol y petróleo.

Uganda tiene, además, capacidad agrícola, para alimentar a unos 200 millones de personas, (B.M.), cuando tiene 47 millones de habitantes. ¿Cómo justificar en este contexto que, la mitad de la población no pueda alimentarse y que reciba del exterior el 50 % de su presupuesto anual?

Habiendo vivido cuatro años en Karamoja conozco a casi todas las familias de la región. Aunque son pastores seminómadas, tienen también algunos poblados para las personas mayores y los niños.

Las mujeres trabajan duro para cultivar algún alimento: mijo y maíz, pero aguantan el día con algo de leche, miel silvestre y caza. Pasan muchos días sin probar alimento, y cerca de un 80 % de la población vive en la pobreza severa.

A principios del siglo XX los colonos británicos desplegaron a sus militares en esta región para controlar el comercio de los colmillos de elefante. Los británicos encontraron en Karamoja a unos pueblos armados y los comerciantes de marfil les entregaron armas de fuego para que colaborasen en las cacerías. Los colonos crearon fronteras y espacios protegidos para sus rebaños, exigiéndoles pagar impuestos al gobierno. Después de la retirada de los británicos hubo cuatro golpes de Estado en menos de 15 años, y los pastores aprovecharon la inestabilidad política para conseguir más armas de los soldados.

A partir del 2001 el Gobierno ugandés organizó campañas de desarme, tanto voluntarias como forzadas. Los pastores resistieron. Durante esos años, muchos civiles murieron a manos del ejército u otros ladrones: las comunidades recién desarmadas a menudo eran atacadas por otros grupos. En Tapac, solamente, perdíamos unos mil jóvenes en los robos armados de ganados.

El oro es abundante en algunos lugares de Karamoja, el uranio y el mármol podrían generar más dinero que el petróleo del lago Alberto. A pesar de estos recursos, con las licencias de explotación en unas pocas manos y un Estado que no se preocupa en mediar en los conflictos sociales y económicos, el pueblo no obtiene beneficios, y además es expulsado por el ejército, de sus tierras, sin compensación alguna.

lazaro2.jpgLa consecuencia más catastrófica para la población de Karamoja es que sobreviven con hambre todos los días, en una tierra de oro, leche y miel. La complicidad de las corporaciones extranjeras con los gobernantes de la región es el mayor atropello de los derechos humanos y la injusticia más cruel, que además goza de impunidad nacional e internacional, que no solamente nos indigna profundamente, sino que nos motiva a seguir denunciando estos atropellos contra toda la Humanidad y trabajando para cooperar con los pueblos indígenas a liberarse de esta esclavitud.

Uganda se dispone a explotar unos 2.000 millones de barriles de petróleo descubiertos cerca de su frontera occidental, mientras que tramita también licencias a empresas extranjeras para explotar sobre todo las minas de uranio, oro y mármol en Karamoja, desplazando por la fuerza a cientos de familias. El gobierno les avisa: “Se acerca el infierno”: la represión de mano dura del ejército de Uganda en Karamoja.

Esta es la lógica implacable de la nueva campaña de desarme del ejército de Uganda en Karamoja, una región de 1,2 millones de habitantes en la frontera nororiental del país. La inseguridad ha desencadenado una crisis de hambre.

El informe de “The New Humanitarian,” indignó a Muhoozi Kainerugaba, el poderoso hijo del presidente Yoweri Museveni y comandante de las fuerzas terrestres de Uganda en ese momento.

Los líderes locales habían pedido durante mucho tiempo una respuesta más proactiva a las redadas, basada en el desarme pacífico y la cooperación entre civiles y militares. Pero cuando el ejército intensificó el desarme en mayo recurrió al mismo enfoque de mano dura.

Grace Pelly, representante adjunta de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU en Uganda, durante una reunión acontecida el pasado 22 de septiembre señaló:

Nuestra oficina está seriamente preocupada por las continuas denuncias de derechos humanos en la aplicación de la ley. Las violaciones de los derechos humanos perpetúan la desconfianza y el miedo entre las poblaciones afectadas, poniendo en peligro tanto la paz como el desarrollo en todo Karamoja”.

Toda esta violencia, abusos y hambre, causadas por el ejército y pequeños grupos armados, está motivada ante todo por el oro, uranio, mármol y petróleo que ambicionan tanto las corporaciones extranjeras como los gobernantes regionales.

¿Quién podrá liberar a los pueblos de Karamoja y otros pueblos oprimidos de semejante esclavitud?

La auténtica liberación solo puede llegar de las propias sociedades oprimidas, con el apoyo responsable y solidario de otros pueblos africanos y del planeta.

¡CIDAF-UCM desea a sus seguidores unas felices fiestas de Navidad y un próspero Año Nuevo!

Autor

  • Nacido en Izco (Navarra), en 1942, estudió filosofía en Pamplona (1961-1964). Hizo el noviciado en Gap – Grenoble (1964-1965), con los Misioneros de África (Padres Blancos). Estudió Teología en el instituto M.I.L. de Londres, (1965-1969), siendo ordenado sacerdote en Logroño, en los Padres Blancos en 1969.

    Comenzó su actividad misionera en África en 1969, siendo enviado a la diócesis de Hoima en Uganda, donde estuvo trabajando en la educación, desarrollo y formación de líderes durante nueve años. Luego vivió un periodo de trece años en diversas ciudades europeas, trabajando en la educación y capacitación de los jóvenes (Barcelona 1979-1983)) , en Irlanda como responsable de la formación de los candidatos polacos (1983-1985), y en Polonia donde fue Rector del Primer Ciclo de Filosofía Polaco (1985-1991), y se doctoró en Teología espiritual en Lublin, donde fue nombrado profesor de la misma Universidad Católica de Lublin (KUL), de dicha ciudad, en 1991.

    Regresó a Uganda en 1992, y fue elegido Provincial de los padres Blancos de Uganda hasta 1999. Durante este periodo, fue también presidente de la Asociación de Religiosas-os en Uganda (ARU), y pionero en la construcción del Centro Nacional de Formación Continua (USFC). Además inició la Comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC) en 1994, trabajando en la formación de líderes en JPIC.

    En 2000 y 2004 cursó estudios sobre educación en Justicia, Paz, y Transformación de Conflictos, en Dublín. Desde su regreso a Uganda, fue pionero en la capacitación de agentes sociales en JPIC, y en el establecimiento del primer Consorcio de Educación Ética (JPIIJPC), lanzado por seis Congregaciones Misioneras, en 2006. Desde el inicio, y hasta junio 2011, ostentó el cargo de primer Director del Instituto. Al mismo tiempo fue profesor invitado de Ética en la Universidad de los Mártires de Uganda (UMU).

    En septiembre de 2011 fue nombrado director general de África Fundación Sur (AFS), organismo que dejó de existir en 2021. En la actualidad sigue trabajando por África al 100 % siendo, entre otras ocupaciones, editorialista en el CIDAF-UCM.

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