El museo Dapper, expone hasta el 12 de julio, 140 obras sobre los rituales en torno a la preparación y el consumo de alimentos en África.
La Fundación Olfert Dapper, nombre de un humanista holandés del siglo XVII, autor, sin haber salido del país, de una enciclopédica sobre África, publicada en 1668, fue fundada en 1983 en Ámsterdam. El propósito de esta organización privada es apoyar la organización de exposiciones y conceder becas, a la investigación y la conservación del patrimonio artístico de África subsahariana.
El Museo Dapper, 40 exposiciones
En esta perspectiva, el museo Dapper abrió sus puertas en 1986 y desde noviembre de 2000, está ubicada en la calle Paul Valéry, 35 bis, París 16º, y consta de un auditorio, una biblioteca y una cafetería. Es un espacio de encuentro e intercambio de creaciones africanas, así como de las comunidades caribeñas, afro-americanas y mestizas de Europa, América Latina y el Océano Índico. Las artes “vivas” se encuentran, bajo el mismo techo con las artes plásticas.
Más de cuarenta exposiciones se han presentado ya, acompañadas por prestigiosas publicaciones cuidadosamente ilustradas con textos de los mejores especialistas, historiadores, historiadores del arte, antropólogos y etnólogos.
Ritos de consumo
En una época de globalización, de comida rápida y de industrialización desenfrenada de los alimentos, los hombres y las mujeres siguen perpetuando, en África y Oceanía, por ejemplo tradiciones y rituales asociados con la preparación y el consumo de alimentos. El tema de esta exposición pone de relieve las prácticas que se viven cotidianamente con ocasión de ceremonias y que se utilizan objetos de formas y materiales muy diversos.
¡A la mesa!
De África a Oceanía, a través de las Indias Orientales, el Museo Dapper propone un viaje culinario a través de 140 obras para entender los rituales en torno a la preparación y el consumo de alimentos. Un amplio panorama sólo posible gracias a los préstamos públicos y privados, tales como los del museo Quai Branly en París, el Museo Barbier-Müller en Ginebra o el Museo Real de África, cerca de Bruselas.
Las ofrendas a los antepasados o los eventos festivos, nacimientos, matrimonios e iniciaciones son indisociables de objetos de una amplia variedad de formas y materiales. Aceites, almidones, vino de palma o de cerveza de mijo, muy apreciados en el África subsahariana, se conservan en tarros o recipientes de gran refinamiento. Platos, vasos y cucharas usados en los banquetes para los huéspedes están delicadamente trabajados.
Estos objetos también pueden ser utilizados como relicarios: formas antropo-zoomorfas, con lugar para recoger las donaciones de alimentos, como esos personajes que sostienen copas en sus manos llamados Byeri Fang, que se encuentran en Gabón, Camerún y Guinea Ecuatorial. El contrapunto contemporáneo, las obras del artista franco-beninés, Julien Vignikin, que presentan al público temas relacionados con el acceso a la alimentación en el mundo: una silla y una mesa erizada de clavos, recordando, con un humor corrosivo, cómo la desnutrición y el hambre siguen siendo amenazas todavía presentes.
«Comerse al Otro»
Algunas de las exhibiciones son motivo para cuestionar la convicción del canibalismo por parte de Occidente. Esto es lo que hacen los autores del catálogo especulando que «nadie se come a alguien por ser humano sino porque él es un ser humano”. El depredador se reconoce a sí mismo como presa potencial.» El canibalismo no está, por tanto, en contradicción con la definición aristotélica del hombre como «animal político». En África y Oceanía las prácticas mágico-religiosas han sido fuertemente cuestionadas por la oposición de los colonos occidentales. Por otra parte, la evangelización ha ayudado a imponer clichés que redujeron las prácticas rituales caníbales a «barbaries». Pero la cuestión es más compleja, está claro que el canibalismo tiene sus razones.
mondafrique.com – (Fundación Sur)