Los trabajadores chinos se han mezclado con los etíopes para dar los toques finales a una línea de metro que atraviesa Addis Abeba, uno de los proyectos de infraestructura estatales que Etiopía espera que ayude a copiar el auge industrial de Asia.
Destrozada por las purgas comunistas en la década de 1970 y la hambruna en la década de 1980, Etiopía se ha transformado en el último cuarto de siglo, convirtiéndose en una de las economías de mayor crecimiento de África.
En el centro del «Plan de Crecimiento y Transformación» del Estado aparecen proyectos ferroviarios, de carreteras y de presas con el objetivo de abastecer a esta nación sin salida al mar con energía barata y transporte fiable, como ejemplifica la línea de metro de Addis Abeba (la primera red de metro ligero urbano en el África subsahariana). Este proyecto, de 475 millones de dólares, está siendo construido por la Corporación de Ingeniería Ferroviaria de China y se levanta, en gran parte, sobre pilares de cemento que sobrevuelan las concurridas calles de una capital en expansión.
La inversión, dirigida por el Estado, ha permitido mantener la economía de la segunda nación más poblada de África, que lleva creciendo anualmente a más del 8% durante más de una década. Los economistas, por su parte, alegan que el gobierno de Etiopía debe dar lugar a la inversión procedente de empresas privadas para que éstas consigan mantener el impulso.
Actualmente, las empresas extranjeras no pueden invertir en la banca o las telecomunicaciones, y el establecimiento de minoristas extranjeros está prohibido.
Otros países de África han mirado con envidia el desarrollo tan acelerado de algunos gobiernos de Asia, pero pocos han demostrado su evolución como Etiopía, que ha movilizado sus recursos en un intento de convertir un país agrario de 96 millones de personas en un verdadero centro de fabricación.
Sin embargo, este intento de desarrollo tiene un costo. El FMI anunció el año pasado que Etiopía estaba aumentando el riesgo de sobreendeudamiento. Por su parte, el gobierno insiste en que no va a acumular deudas insostenibles porque los fondos se utilizan para financiar la infraestructura y otros proyectos como las fábricas de azúcar y las zonas industriales.
Los inversores también señalan que Etiopía se beneficia de una mayor seguridad que otros países, en una región plagada de ataques de militantes islamistas. Y pocos ejecutivos citan la corrupción como un gran obstáculo en los negocios, algo que ocurre en otras partes de África.
Pero Etiopía no es un modelo de libertad política – sólo existe un partido de la oposición en el Parlamento y los grupos de derechos internacionales denuncian que las autoridades silencian las críticas.
El programa actual de crecimiento termina en junio del presente año, y el gobierno dará inicio en poco tiempo al comienzo del próximo plan. Sus objetivos económicos quedan claros: «Sin la inversión en infraestructura, queda muy claro que África no puede sostener su crecimiento», indicó el Ministro de Finanzas Sufian Ahmed.
El gobierno puede citar una lista de inversores que sugiere el éxito de su fórmula. Minoristas textiles como Hennes and Mauritz (H&M) están empezando a abastecerse de recursos de Etiopía, así como las marcas Unilever (ULVR.L), Diageo (DGE.L) o Heineken (HEIN.AS).
La medida gubernamental de prohibición de minoristas extranjeros está dirigida a fomentar la producción local, a la reducción en las importaciones. Pero las reservas de divisas del banco central apenas cubren dos meses de importaciones – un nivel inadecuado, según el FMI. Otros estados de África oriental muestran, al menos, cuatro meses.
El gobierno indica que quiere mantener a los bancos en manos de los etíopes y que las telecomunicaciones estén controladas por el Estado. Las ganancias de este monopolio estatal de telecomunicaciones están ayudando a financiar, por ejemplo, el ferrocarril que une Addis Abeba con un puerto en Djibouti. Sin embargo, estos proyectos dejan pocos fondos internos disponibles en el mercado para que las empresas puedan crear puestos de trabajo en el futuro.
Etiopía, con ingreso per cápita promedio anual de 470 dólares, tiene como objetivo alcanzar el estatus de ingreso medio en 2025, que el Banco Mundial establece en 1,046 dólares.
Colin Coleman, director administrativo de Goldman Sachs con sede en Sudáfrica, declaró en una conferencia en Addis Abeba que es muy positivo perseguir un modelo de Estado de desarrollo eficiente, pero es necesario el establecimiento de empresas y el desarrollo de su actividad, si se quiere conseguir un dinamismo económico.
Fuente: Nazret.com